Vaya largometraje bipolar donde tenemos el genio de Tim Burton de manifiesto en escenas que en verdad son una joya, pero luego la cinta se prepara para asentar las bases de lo que seguramente será la trilogía del autor estadounidense Ranson Riggs y entonces todo se pierde un poco.
Esto no solo se debe a problemas evidentes en el guion de Jane Goldman, sino a la presión sugerida de abrirle paso a las otras dos historias que forman parte de otra rentable saga para la gran pantalla.
Así es que de momentos tenemos al Tim Burton de “Beetlejuice” y “Eduardo Manos de Tijera”, y después… nada, ni siquiera los personajes que lucen más por las habilidades que demuestran que por sus peculiares personalidades que los distinguen, mientras rondan libremente por la casa de Miss Peregrine (Eva Green), alejados del mundo que los acecha, y ahí protegidos de quienes podrían exterminarlos a cambio de la inmortalidad.
Así es como terminamos con Asa Butterfield frente a su antagonista Samuel L. Jackson, el malo de la película que persigue a un chico de 16 años muy especial que poco a poco descubre que las supuestas fantasías que su abuelo le contaba eran reales.
Claro que en el trasfondo tenemos aquí un gran misterio, un crimen que el joven Jake atestiguó, que lo traumatizó y que lo llevó hasta la isla de Gales, donde encontró la mansión de la que tanto le hablaba su abuelo, suspendida en el año 1943.
Es ahí donde el adolescente comienza su aventura de la mano de Miss Peregrine y estos niños súper poderosos pero sumamente frágiles, a la vez que poco a poco encuentran a su líder.
Lástima, entonces, que Burton -por increíble que parezca- se ve reprimido al contar esta historia, a pesar de una tremenda batalla hacia el clímax de la cinta, y con tanta atención a detalles que únicamente un director peculiar podría destacar de esta manera.
Hay momentos insensatos en la narrativa, problemas de ritmo, personajes blandos, pero bueno, la riqueza visual, la dirección artística y la ambientación en general son las piezas que terminan salvando la función. Lástima, esto pudo haber sido mejor, debió haberlo sido, de hecho. ** y media.
Punto final.- Ahí viene “La Chica en el Tren”…