Difícil hablar del combate a la corrupción cuando quien lo dice es uno de los principales generadores del problema: el PRI. Todos los partidos políticos, sin excepción, están inmersos en está dañina práctica. Solo hay que recordar que, junto con las corporaciones policiacas, los partidos políticos son las instituciones percibidas por la ciudadanía como las más corruptas.
Los ejemplos son varios. El PAN, a través de ciertos ilustres diputados federales puso de moda los famosos “moches”, es decir, asignar recursos para obras de construcción recibiendo a cambio un porcentaje de la gestión. En el PRD, desde aquel incidente del “señor de las ligas” hasta jefes de gobierno en la Ciudad de México han salido “raspados”. Cómo olvidar el tema de la Línea 12 del Metro. Ahora MORENA, gracias al delegado de la Cuauhtémoc, Ricardo Monreal ha mostrado su vulnerabilidad. Su mano derecha en dicha delegación fue detenido con 600 mil pesos en efectivo sin justificación de por medio.
Si bien el PRI ya no tiene exclusividad en el tema sí posee en su genética la palabra corrupción. El nuevo dirigente Enrique Ochoa declara en cuanto foro tenga a su alcance que dentro de su partido empezarán a eliminarla. Sus declaraciones me parecen de lo más inocentes, no dudo de su intención, pero en esa lucha se va quedar solo.
Para ilustrar mejor lo anterior pongo este ejemplo: Enrique Ochoa ha asegurado que los gobernadores de Veracruz y Chihuahua, así como el ahora ex gobernador de Quintana Roo Roberto Borge deberán pasar no solo por procesos legales sino por el reglamento de su partido. Con esa cantaleta iba el dirigente del PRI como caperucita roja en el bosque hasta que se le apareció el lobo. La respuesta vino a través de “fuego amigo”. Días antes de suspender los derechos políticos del Gobernador de Veracruz Javier Duarte fue filtrado a la prensa la liquidación del dirigente nacional priista cuando fungió como titular de la Comisión Federal de Electricidad. Más de 1 millón 200 mil pesos de liquidación.
Con estos ataques el presidente del PRI ni siquiera aguantó en términos boxísticos “el primer round”. Ahora todo el mundo está cuestionando la supuesta legalidad en su finiquito ya que él presentó su renuncia, no lo despidieron como se dice coloquialmente por lo cual no le correspondían esos montos. Su discurso tuvo que cambiar en minutos, pasó de ser quien estaba ofreciendo sancionar a sus correligionarios a ser el señalado.
Los ataques ni siquiera vinieron del PAN, PRD o MORENA; los señalamientos y filtraciones vinieron de su propio partido. Así de rudo se llevan.
La estrategia seleccionada por el PRI será completamente fallida por varias razones. La primera, es que no se debe jugar con la palabra “combate a la corrupción”, se necesita verdaderamente un esfuerzo genuino; y la segunda, no se puede ir a contracorriente ante una ola enorme entre los ciudadanos quienes consideran al gobierno de Enrique Peña Nieto extremadamente corrupto. Es un auténtico contrasentido.
Para hablar del combate a la corrupción es obligado tener calidad moral para hacerlo. El PRI y prácticamente todos los partidos políticos no poseen este atributo, de ahí que cuando vengan este tipo de propuestas suenen huecas, vacías y sin eco.
Intentar combatir la corrupción desde las entrañas del PRI es como ponerse a jugar con Sansón a las patadas.
Tiempo de compensación.- Mientras el candidato republicano Donald Trump nos atizó durísimo en el debate presidencial en Estados Unidos, Hillary Clinton, la candidata demócrata ni una palabra de aliento. Esa es la consecuencia de la reunión Peña Nieto- Trump.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro