El grupo originario de Los Ángeles, California, fundado en 1983, incluyó Tijuana a su paso por Latinoamérica, en el marco de una gira mundial para presentar nuevo material discográfico
Más de 10 mil fanáticos movieron la cabeza al ritmo de Megadeth, la noche del domingo 4 de septiembre en la Plaza Monumental; con las estridentes guitarras del grupo californiano, atmosféricas luces, e imágenes coloridas como soporte. Se trató de “un concierto único en el Noroeste”, tal como dijo Fernanda Mancillas, directora de mercadotecnia de RHS, empresa promotora que trajo a la banda de rock pesado a Tijuana. Mancillas recalcó que a nivel regional, ésta fue la única ciudad que se incluyó como parte de la gira mundial que ofrece el conjunto, en tanto que al interior de la República, los músicos se presentaron en Querétaro, Monterrey, Ciudad de México y Guadalajara. Del otro lado de la frontera, ni siquiera pisaron puntos estratégicos como San Diego o Los Ángeles, lo que ocasionó que periodistas del vecino Estado de California se desplazaran a este municipio de México para cubrir el evento.
Megadeth vino a presentar su nuevo álbum de estudio, “Dystopia”, el número quince en su trayectoria de más de 30 años. Tras la ejecución del segundo tema de la noche, “The Threat is Real”, incluido en esa producción, el vocalista, Dave Mustaine, aprovechó para decir “Good evening”, con su característica voz cascada; saludo que generó una nutrida ovación en el público. El líder de la banda señaló que con ese concierto concluía su gira por América Latina y sobre el hecho de estar ahí, en la Monumental de Tijuana, manifestó que apreciaba compartir esos momentos con la audiencia; el recorrido por la región latinoamericana, además de México, comprendió Argentina, Brasil, Chile y Ecuador, con un repertorio integrado por temas pertenecientes a distintas producciones discográficas de Megadeth; “Old songs, new songs”, canciones viejas y nuevas, destacó a propósito el cantante, para dar paso a “Tornado of Souls”, del disco “Rust in Peace” (1990).
Durante la actuación de los músicos, distintos fondos luminosos en azul y rojo predominaron sobre el entarimado. Un rayo en la pantalla posterior, así como en las laterales. La música, potente y energética. A mitad de canción, Mustaine, quien además se desempeña en la guitarra, sobresalió con un rítmico juego de escalas y en otro tramo, el guitarrista Kiko Loureiro se hizo cargo de un solo frenético, mientras como contenido visual destacaba una suerte de llamas rojizas. Un poco detrás de ellos, y al centro, la batería negra de doble bombo de Dirk Verbeuren, con el nombre del grupo plasmado en los parches frontales de ambos tambores; instrumento al que, ciertamente, el músico le daría pleno uso. Siendo el caso de una banda estándar de rock, en el área de cuerdas no podía faltar el bajista David Ellefson, miembro original de Megadeth, que tras haber abandonado el proyecto en 2002, finalmente se reincorporó a partir de 2010.
Luego, vendrían temas nuevos, así como los clásicos “Wake Up Dead” y “My Darkest Hour”, de los álbumes “Peace Sells… But Who’s Buying?” (1986) y “So Far, so Good, so What” (1988), respectivamente. Y más piezas de la nueva grabación, siendo éste el caso de “Fatal Illusion”. Durante semejante segmento del show, el bajista, a quien el vocalista presentó por su nombre, sobresaldría con una combinación de figuras fugaces pero consistentes en su instrumento y los guitarristas a su vez alternarían ejecuciones en la modalidad de requinto.
Por parte del público, en el ruedo, sobre la arena, se suscitó una ronda de slam dance, el baile a golpes y empujones, tomado prestado de la escena punk. Tampoco, entre la concurrencia, faltó el rociado de cerveza anónimo. Elementos de la Policía Municipal, vestidos de azul, no dejaron de rondar áreas estratégicas, desplazándose entre el público y en derredor.
“Are you feeling good?”, preguntó Mustaine a los miles de concurrentes si estaban sintiéndose bien, a lo que recibió como respuesta una oleada de efusivos alaridos. Él por su parte dijo y repitió dos veces, en tono relajado: “Yo también” (Me too, me too… Me too). A continuación dio las gracias e introdujo la canción del disco “Cryptic Writings” (1997), “She-Wolf”, durante la cual, Kiko Loureiro, en lugar de la guitarra colorada con la que se había desempeñado, usó una de color negro; además, a la usanza de los Eagles en “Hotel California”, ejecutó en conjunto con Dave Mustaine, un requinteo doble. Calaveras y serpientes, a modo de imágenes alternadas, se dejarían ver en las pantallas. La gente retomaría el slam con mayor intensidad. Y vendrían más temas de “Rust in Peace”, así como “Sweating Bullets” de “Countdown to Extinction” (1992) y otros.
Fue hora y media de ritmo explosivo, frenética instrumentación, señales de roquero con las manos (meñique, índice y pulgar arriba); estelas de humo escenográfico, reflectores multicolor en dirección a los ejecutantes, lo mismo que al público de las gradas, las cuales estaban ocupadas desde la primera hasta la de arriba, en la sección destinada al evento, que fue la mitad del coso característico por ubicarse a la orilla del mar (y en los límites territoriales con Estados Unidos).
Hacia el final del metalero recital, el vocalista mostraría una bandera de México, y luego la amarraría al stand de su micrófono. El grupo cerró la noche con el tema realizado en 1990, “Holy Wars…” (“Guerras Santas…” en español), previo a lo cual Mustaine se manifestó en contra de la construcción de un muro fronterizo entre México y EUA. Durante la ejecución de la pieza, el fundador del conjunto pidió a los asistentes alzar las manos, “Let me see your hands”, solicitud que de inmediato fue acatada; y finalmente se despidió con un “God bless you, México, good night” (Dios te bendiga, México, buenas noches), tras lo cual, con movimientos reverenciales de por medio, los roqueros abandonaron el escenario.
