Los presidentes de México pasan por varias etapas durante su sexenio, en los primeros dos años muestran cuál será el perfil de su gobierno, es decir con base a la problemática de la gente y a lo ofrecido en campaña seleccionan el tema que definirá su gestión, por ejemplo: seguridad, economía, reformas, etc. Esos dos años son los fuertes por el bono que representa llegar al poder. Es la etapa donde todo el mundo en términos coloquiales se “cuadra”.
El tercer año se vuelve complicado particularmente en lo político porque es la renovación en la Cámara de Diputados, si en esas elecciones el partido en el gobierno sale bien librado entonces el cuarto año es un poco más dócil para llegar al cierre intentando trasladar los logros a su candidato a pesar del desgaste acumulado.
Hay diferentes opiniones para determinar si la etapa más difícil del gobierno es el quinto o sexto año. Inclusive muchos hablan de que existe un fantasmal “séptimo año” que ese sí pareciera ser el más complicado porque es cuando la nueva administración revisa las finanzas del saliente entre otras cosas.
Lo preocupante del gobierno de Enrique Peña Nieto es que su “séptimo año” se le adelantó y por mucho. Si uno pensaba que el tercer año había sido malo pues el cuarto ha sido fatal. En su momento el tema de “La Casa Blanca”, la historia del departamento en Miami y ahora el plagio de su tesis son una especie de estandarte de la corrupción. A esto habrá que sumarle que los gobernadores priistas de Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz están a un paso de ir a la cárcel.
La problemática de la inseguridad está sin control, los asesinatos, secuestros, robos, en estados como Guerrero, Tamaulipas, Oaxaca, por citar ejemplos, siguen sucediendo a plena luz del día. Ya ni recordar el caso de Ayotzinapa que sigue sin esclarecerse.
En lo político el diálogo va de fracaso en fracaso, este gobierno un día se distancia de los empresarios como otro día se fricciona con la iglesia. Si hablamos de la forma como están “negociando” con la CNTE y SNTE, estamos jodidos.
El gobierno ha demostrado ser blandengue para aplicar la Ley. No solo le tiembla la mano sino que perdió toda legitimidad para hacerlo. Cuando lo intentó en Oaxaca le salió tan mal que hubo muertos y en consecuencia despidieron al responsable del operativo.
El PRI-gobierno en este cuarto año de gobierno sufrió su peor descalabro electoralmente hablando. Perdieron estados como Veracruz, Chihuahua, Durango, Aguascalientes, Tamaulipas, Quintana Roo. Aún andan buscando la aplanadora que les pasó por encima.
Aún y con estas situaciones tan desafortunadas lo que más me preocupa fue lo que señaló la calificadora Standard and Poors quien la semana pasada puso a México como un país en revisión de su calificación para hacer negocio al pasar “de estable a negativa” y que las tan publicitadas reformas estructurales han servido de muy poco por “debilidad en la autoridad”.
No es posible que un gobierno “tire” en dos años el avance de las reformas a la basura. El Presidente Peña Nieto está con un gran desgaste. En las encuestas que manejan los medios de comunicación la desaprobación presidencial sigue cayendo mes a mes.
En lo personal me angustia un gobierno tan malo más allá de lo político, el riesgo es muy grande, nos estamos jugando el futuro y los mexicanos no merecemos vivir en la incertidumbre por decisiones tomadas erróneamente.
Estoy convencido que a nadie le conviene un gobierno así de vulnerable y lo peor que apenas está por iniciar el quinto.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal así como como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro
