Don Fernando Marcos, uno de los mejores entrenadores de futbol de México en los 60’s y después el mejor comentarista deportivo de la época, siempre sostuvo que no había buen portero si no tenía suerte, pues muchas ocasiones un buen tiro, de seguro gol, se estrellaba en el marco y eso era gracias a su suerte y no a su capacidad deportiva. Esto viene al caso, porque también es aplicable la anécdota a la política, pues no hay buen político sin suerte.
Es el caso del Presidente Enrique Peña Nieto, pues, independientemente de sus evidentes defectos y eficiencias, ha carecido de suerte. Su sexenio empieza con la más fuerte caída de los precios del petróleo desde finales del siglo pasado. En efecto, mientras el Presidente Fox y el Presidente Calderón gozaron de precios petroleros altísimos, de alrededor de 100 dólares por barril, el gobierno de Peña los ha vendido hasta por abajo de los 30 dólares. En los hechos significa que mientras Fox y Calderón recibieron alrededor de doscientos cincuenta millones de dólares diarios, el gobierno federal actual apenas ha rozado los 75 millones. Si esta diferencia la multiplicamos por 365 días, nos da una cifra enorme de diferencia de ingresos, lo que se refleja en una menor inversión social en todos los aspectos. Mala suerte que en su sexenio se haya dado esa caída tan abrupta.
La mala suerte lo ha perseguido también en el campo cambiario, pues el dólar, ante los diversos problemas europeos y asiáticos, se ha revalorizado y se ha convertido la moneda más fuerte de la economía mundial, lo que ha llevado que el precio del dólar frente al peso se haya disparado hasta casi llegar a los 20 por uno. Mala suerte para su gobierno que esto le suceda ahora.
En lo social, independientemente del mal manejo de los problemas sociales, el caso de Ayotzinapa, sin ser en términos reales un problema federal, es el asunto que marcará su sexenio. Sí, es un asunto en principio del estado de Guerrero, pero todo el mundo se los acredita al gobierno federal. Sucedió en 2014, mala suerte que sucedió durante este gobierno.
La corrupción es un problema añejo, pero empieza a ser más evidente y lastimoso en los sexenios de Fox y Calderón, donde no hubo ningún tipo de control político ni administrativo en el gobierno federal ni en los de los estados. De hecho, los tres gobernadores del PRI señalados como los más corruptos del país, fueron electos durante el gobierno de Calderón, Duarte de Chihuahua, Duarte de Veracruz y Borge de Quintana Roo, pero le estalla a Peña los escándalos de su corrupción, quien ciertamente no hace tampoco nada efectivo para combatirla. Mala suerte que durante el gobierno de Calderón se hayan elegido estos tres rufianes y haya crecido desmesuradamente su corrupción durante el del Peña.
Nada le sale bien a Peña, hace dizque una gran reforma laboral, que no resulta ni impacta a nadie. Hace una reforma energética, promete la baja en los precios de la gasolina y la energía eléctrica y sucede lo contrario. Hace una reforma supuestamente educativa, aunque no es más que laboral en el campo de la educación y tiene colapsada la economía de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, con los maestros de esa zona en total rebelión. Propone una reforma en materia de marihuana y ni los pachecos la aplauden y el PRI la rechaza. Para el combatir a la corrupción, propone la llamada 3 de 3 y no solo no la aplauden, sino los empresarios lo obligan a vetarla. Quiere quedar bien con la comunidad gay y éstos no le apoyan, pero la propuesta sí genera el enojo de las iglesias de México y después del escándalo manda al PRI a rechazarla. Quiere Peña recobrar la confianza ciudadana y pide perdón a los mexicanos por el famoso caso de la casa blanca, que supuestamente le regalaron a su esposa contratistas amigos del presidente y a nadie conmueve, al contrario, causa enojo su actitud, por tardía, inoportuna y, para algunos, hipócrita.
Total, el Presidente, adicional a sus problemas evidentes de ineficiencia, corrupción e inmunidad que se genera en su gobierno, carece de suerte. Sí, Don Fernando Marcos, tenía usted razón, no hay buen portero sin suerte ni tampoco buen presidente sin ella.
Amador Rodríguez Lozano, es tijuanense. Ha sido dos veces diputado federal y senador de la República por Baja California; fue también ministro de Justicia en Chiapas. Actualmente es consultor político electoral independiente y vive en Tijuana.