De Johnny Lewis y Mercy Becerra, quienes intentaron cruzar el cadáver de una niña de San Diego a Tijuana, se sabe que cuidaban de nueve menores, solo uno era su hijo y por el resto recibía dinero. La pequeña muerta por ahogamiento y con claros signos de desnutrición, era hija de una amiga de la pareja, quien la dejó bajo su cuidado por años
Su cuerpo parecía de dos años, pero en realidad tenía cuatro y medio. La desnutrición, los malos cuidados y la desatención habían mermado su crecimiento.
Eso dio la impresión a los agentes forenses que era mucho más pequeña cuando recibieron su cuerpo, extraído de una maleta oscura dentro de la cual Johnny Lewis Hartley y Mercy Mary Becerra intentaron cruzarla a Tijuana, el martes 9 de agosto.
La pareja, de acuerdo con la Fiscalía de San Diego, cuidaba de la menor en su casa en la ciudad de Whittier, California, a 20 kilómetros del sureste de Los Ángeles. La pequeña -cuya identidad se mantiene en sigilo- murió ahogada, aunque todavía no se sabe si en una piscina o en una tina de baño.
El viernes 12 de agosto, cuando la pareja fue presentada en audiencia inicial, el fiscal Kurt Mechals explicó que la evidencia recogida indica que el crimen ocurrió en Whittier y no en San Diego, días antes de su arresto.
Agentes que trabajan en el caso, el primero del que se tiene registro de un intento de cruzar un cadáver de California a Tijuana, revelaron a ZETA que la pequeña fue identificada como hija de una amiga de Mercy Mary Becerra, quien la entregó a la pareja desde hace años para que se hicieran cargo de ella.
De ahí el por qué no hay un reporte de desaparición de la menor, quien no es hija biológica de la pareja, según lo dio a conocer el Departamento de Policía de San Diego.
Y no era la única. Otros ocho menores más estaban bajo el cuidado de los detenidos, quienes enfrentan un cargo por homicidio, de los cuales solo uno es su hijo biológico.
“Ellos recibían dinero por cuidar de ellos, ya fuera asistencia pública o de los padres de los menores”, explicó uno de los investigadores.
Además, citó que ambos se encontraban desempleados, por lo que sospechan que el dinero que recibían, no era utilizado en los menores como estaba previsto.
Los niños ya se encuentran bajo la custodia del Servicio de Protección Infantil de California, organismo que determinará quién o qué dependencia será responsable de su cuidado.
Investigación en el limbo
El martes 9 de agosto, los tatuajes en el rostro y cuello de Johnny Lewis Hartley y Mercy Mary Becerra hicieron que agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), encargados de la vigilancia de las fronteras, interrumpieran su paso a Tijuana.
Entonces vino el comportamiento sospechoso. Mercy Mary Becerra salió corriendo de las instalaciones, pero fue alcanzada por uno de los soldados del Ejército Mexicano. Y cuando la maleta fue introducida a la máquina de Rayos X del Servicio de Administración Tributaria (SAT), apareció una figura humana.
Aunque técnicamente, la pareja se encontraba en territorio mexicano, oficiales aduanales dieron aviso tanto a autoridades mexicanas como estadounidenses, al ver que los detenidos eran ciudadanos de aquel país y al suponer que la menor había muerto en la Unión Americana.
El Departamento de la Policía de San Diego acudió a las instalaciones, donde les fueron entregados ambos detenidos, la maleta y el cuerpo de la menor.
Mientras Lewis Hartley se reservó su derecho a declarar frente a la Policía, Becerra sí fue entrevistada durante un par de horas. Los primeros datos recabados permitieron saber que la menor no era hija de ambos.
Sin embargo, “es difícil de creerle”, confió un detective, ya que la mujer cambió varias veces su versión de los hechos y cayó en varias contradicciones, lo cual dificultó la reconstrucción de hechos.
Cuando se determinó que el homicidio ocurrió en Whittier, California, la Fiscalía de San Diego comenzó a trabajar con la Fiscalía de Los Ángeles para avanzar en el caso y hasta el cierre de esta edición, no han decidido cuál de las dos dependencias continuará con el proceso penal.
Por su lado, la Fiscalía de Los Ángeles se ha encargado de entrevistar tanto a vecinos como a testigos para conocer más detalles de la vida de la pareja y de los menores bajo su cuidado.
Nexos con pandillas
La Fiscalía de San Diego aún no sabe si Johnny Lewis Hartley “Sneeks” era integrante de una de las varias pandillas de hispanos en Whittier -donde más del 50 por ciento de la población es latina-, o bien, pertenece a una pandilla dentro de prisión.
“Tiene un historial bastante violento, en algún momento se le detuvo por homicidio, pero no se le pudo comprobar participación y quedó en libertad”, comentó uno de los agentes.
Sin embargo, esto no lo mantuvo alejado de prisión. En 1999 y en 2005 cumplió dos sentencias de dos años y ocho meses por delitos relacionados con posesión de droga, de armas y asociación con pandillas.
Mercy Mary Becerra, de origen puertorriqueño y hawaiano, también cuenta con antecedentes penales, pero por delitos menores. El más severo fue en 1992, cuando tenía 19 años, pasó seis meses en la cárcel por posesión de sustancias controladas.
La pareja formó parte de la fundación de un club de carros tipo low rider llamado Down 2 Roll Car Club en Pico Rivera, al Este de Los Ángeles, en el cual eran conocidos como “Señor y Señora Sneeks”. En 2011 estaban a cargo de la organización de eventos de recaudación y comidas familiares.
Hasta 25 años de prisión
En su audiencia inicial en la Corte Superior de San Diego, la pareja se declaró no culpable del cargo de homicidio.
Se les fijó una fianza de 2 millones de dólares para continuar con el proceso en libertad, la cual hasta la fecha no ha sido pagada. La siguiente audiencia está programada para el 25 de agosto, pero si el caso es atraído por la Fiscalía de Los Ángeles, se desahogaría en esa ciudad.
Debido a las características del homicidio y al intento de deshacerse del cadáver llevándolo a Tijuana, es probable que de ser encontrados culpables, tanto Lewis como Becerra recibirían la sentencia máxima de 25 años de prisión.