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miércoles, febrero 21, 2024
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Recordando nuestra historia* (Segunda parte)

Había en Morelos 182 fincas de más de mil hectáreas, y además había regiones, como los distritos de Jojutla y Tetecala, en que la propiedad estaba muy divida. ¿Cómo se concibe que Morelos alimentase la pequeña extensión de una población de cerca de doscientos mil habitantes sin otros recursos que los jornaleros pagados por treinta y dos terratenientes?

¿Cómo podía haber en ellos seis distritos y ocho centros urbanos de importancia, además de otras veinticuatro poblaciones de categoría inferior sin medios de subsistencia? El problema de Morelos no era el de los jornaleros. Pues las haciendas azucareras, verdaderos establecimientos industriales, remuneraban el trabajo con tarifas elevadas.


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Algunas poblaciones tenían tierras de calidad excelente, para siembras y montes, pero a otras se les había privado de estos elementos, a consecuencia de las leyes de Reforma, y allí estaba precisamente la causa del descontento popular, que hubiera sido fácilmente remediable, lo que no comprendieron los gobiernos empezando por el de Juárez, hasta el de Carranza, que trató la cuestión, como hemos visto.

La reivindicación zapatista que fue ahogada en sangre por Carranza, cuando Obregón era su amigo y Calles iba a ser su ministro, hizo de una sencilla cuestión agraria una pesadilla nacional. Ya dije que Morelos tenía de 180 mil a 190 mil habitantes antes de Carranza. En 1920 la población había descendido a 103 mil habitantes. Después ha subido de 150 mil, lo que de la cifra de la pérdida originada por los desmanes del zapatismo. Continúa Vasconcelos:

“Y en el estado de Morelos, donde había mayor prosperidad, las bandas rebeldes encontraron botín permanente. Los antiguos peones convertidos en generales, en coroneles, empezaron a tomar posesión de las casas, de los cultivos, de las maquinarias. Los ingenieros fueron colgados de los árboles; los propietarios huyeron a Europa, y en tanto que los ingenios decaían por el trato, los cultivos fueron desapareciendo. La tierra, dividida sin plan, entregada más bien a militares victoriosos y a políticos influyentes, se fue empobreciendo, se abandonó gradualmente el cultivo de la caña, que requiere cuidados y se empezó a sembrar maíz, como los sembraban los aztecas, con un rendimiento pecuniario que no basta para calzar los labradores. Esto fue el zapatismo: una anarquía sin inteligencia; un plan de reparto de tierras, tomado de las ideas de Madero, pero naturalmente ejecutado como estaba por ignorantes. Por bribones no dio más resultado que cambiar la propiedad de ciertas tierras. Los generales, los políticos de la revolución sustituyeron a los antiguos once propietarios; pero los sustituyeron sin ventaja. Carecían de preparación y de capital, y su misma posesión era precaria. Puesto que la revolución se decía comunista, a la vez que los generales, bien individualistas, se posesionaban de las tierras buenas. Apenas si algunos pueblos lograron reivindicar sus ejidos y con esto simplemente volvieron al régimen de propiedad ideado para ellos por los españoles hace tres siglos. Primero los zapatistas con su ignorancia, destructora contradictoria; después Carranza, con su duplicidad, con su maldad (Carranza, cuyos generales vendieron como hierro viejo las calderas, los motores de los ingenios); entre todos, así los militares como los teorizantes de la revolución, todos juntos, los consumaron, la ruina económica de Morelos”.


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Pero Calles salvó a Morelos. Bajo su gobierno han vuelto más de cuarenta mil individuos de la población que había ahuyentado el terror zapatista. El gobierno de Calles concibió planes de rehabilitación de Morelos, a la vez que se divinizó a Zapata. ¿En qué consiste esta rehabilitación? Vasconcelos la describe de este modo: “Empresarios norteamericanos empezaron a proponer la introducción de capital extranjero a base de cooperativismo, a base casi de comunismo. La hipocresía oficial, el fariseísmo de los revolucionarios imponía la máscara comunista aun en las transacciones de los millonarios. La opinión se preparó lentamente, y a Calles le tocó la gloria de ser el transformador del régimen agrario de Morelos. El proceso fue sencillo. Así que estuvo Morelos abandonado, arruinado, Calles, por medio de los bancos del gobierno, siguió juicio de expropiación por contribuciones atrasadas, y dejó fuera legalmente a los antiguos once propietarios de Morelos. Si alguno se hubiese presentado a defenderse, Calles lo hubiera colgado como reaccionario. Nadie se presentó; y entonces Calles, en el remate respectivo, se adjudicó las tierras; más bien: hace que una compañía revolucionaria se presente al remate y compre las tierras, siendo socio principal de la nueva compañía dueña de Morelos, el general Calles”.

*Narrativa tomada del libro “México Falsificado” de Carlos Pereyra.

 

Vicente Martínez Méndez

Tijuana, B. C.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Francisco Navarro Fausto Francisco Navarro Fausto francisco 9 francisco@zeta.com
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