Gracias a la oportunidad que me brinda el semanario ZETA he decidido exponer diferentes temas que pueden ser de interés general. Hoy describiré lo que fue una aventura sorprendente, me refiero al encuentro que tuvimos con uno de los fenómenos naturales más increíbles: la supervivencia de la mariposa monarca.
Confieso que constantemente posponía este viaje por diversas razones que más bien eran pretextos, así que sin más decidimos en familia visitar uno de sus santuarios. En nuestro país hay dos estados que gozan de la fortuna de recibir a la mariposa monarca ya que sus condiciones climatológicas son propicias para su reproducción: Michoacán y el Estado de México. Por la cercanía decidimos acudir al santuario que se ubica en el Estado de México llamado Piedra Herrada, a solo dos horas del Distrito Federal.
Unos kilómetros antes de llegar a Piedra Herrada, unas cuantas mariposas monarcas se aparecen en el camino informándonos que estamos cerca, es nuestra bienvenida. Por tradición siempre tomo una ruta equivocada cuando viajamos pero la verdad fue muy sencillo llegar a nuestro destino.
Al ingresar a este santuario la primera sorpresa que nos encontramos es que debemos internarnos en el bosque por espacio de hora y media “de pura subida” ya sea en caminata o en caballo. Llama la atención que familias completas hacen el recorrido desde personas de la tercera edad hasta niños casi recién nacidos en brazos de sus papás.
Al llegar a la parte alta el espectáculo comienza, las mariposas monarca volando en una especie de círculo alrededor de nosotros. Son tantas que más bien los visitantes sentimos que estamos invadiendo su espacio. Pero el asunto no acaba ahí: aún tenemos que subir otros 200 metros para apreciar sus colonias, es decir los árboles (oyameles) donde hibernan y se reproducen; ahí el contacto es más cercano entre el insecto y el humano. El silencio es absoluto, hasta se puede escuchar su aleteo. Algunas de las mariposas se resguardan del frío pero en cuanto el sol llega a éstas inmediatamente abren sus alas para sumarse al vuelo de las demás.
En un momento de reflexión me cuestiono cómo es posible que suceda este fenómeno. Preguntando e investigando obtengo información ya conocida así como algunos detalles relevantes. Las mariposas monarca vuelan desde Canadá pasando por Estados Unidos hasta llegar a México. Como otras especies el frío las hace migrar a zonas cálidas. Su travesía inicia en agosto y arriban en noviembre (nuestros antecesores afirmaban que llegaban el día de muertos ya que eran las almas de los fallecidos que regresan a casa) y finaliza en marzo, su recorrido dura alrededor de 2 meses y vuelan entre 3 mil a 4 mil kilómetros. Por increíble que parezca sus patrones de vuelo son heredados y se ubican por la posición del sol en el cielo.
Las noticias desalentadoras es que en el año 1990 los santuarios se asentaban en 6 hectáreas, hoy en día solo se ubican en 2. El cambio climático, los pesticidas pero en particular la mano del hombre a través de la tala de árboles las tienen en peligro de extinción.
La función que tienen las mariposas es actuar como agente polinizador y son factor de equilibrio donde habitan.
Si bien desde hace algunos años los gobiernos han hecho esfuerzos para protegerlas parecen ya tardíos, urgen políticas públicas que se enfoquen a preservar esta especie y muchísimas más. Deseo que este fenómeno de la naturaleza perdure por las siguientes generaciones. Si bien mis hijas lo pudieron apreciar, no estoy seguro que mis nietos lo hagan… Ojalá y por el bien de la humanidad me equivoque.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal así como como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. Correo: alejandro@caudae.com @CasoAlejandro