Los lamentables hechos registrados en el penal de Nuevo León son una clara advertencia de que todo marcha mal, en los mal llamados Centros de Readaptación Social del país. La corrupción y el hacinamiento, las corruptas administraciones, las han convertido en una bomba de tiempo.
Si las personas encargadas de la procuración de justicia realmente entendieran el significado de esta palabra, entenderían que las leyes deben estar por encima de todas las cosas.
Las leyes son el control que establecen los límites en las conductas que no son permitidas. Si en nuestra sociedad no existieran las leyes, cada persona haría lo que le viniera en gana, sin establecer parámetros.
En una sociedad bien organizada no deben existir leyes arbitrarais, pues las leyes protegen las libertades y los derechos fundamentales de cada persona y les garantizan un trato equitativo.
En una sociedad civilizada siempre se debe hacer respetar y cumplir la ley. Aunque la mayoría de las veces se contradiga a nuestros deseos de erigirnos como verdugos. Ésa es precisamente la norma que marca la diferencia que existe entre “la civilidad y la arbitrariedad”. Las personas civilizadas tienen el don y el poder de razonar y las arbitrarias están contra la ley, la razón y la justicia. Se olvidan del don de la virtud, dando paso al terror y la violencia.
En el caso de Joaquín “El Chapo” Guzmán, según declaraciones de su esposa, la Señora Ema Coronel, éste está siendo sometido a castigos extremos. Al tal grado que está dispuesto a declararse culpable y acelerar su extradición a los Estados Unidos. Trataran de aniquilarlo física y psicológicamente en una clara violación a sus derechos humanos.
No le permiten visitas. No le permiten salir de su celda a tomar el sol. Lo despiertan cada dos horas para tomar revista. No le permiten descansar lo humanamente necesario.
Por todo esto él ha manifestado sentirse enfermo. Estos actos solo son dignos de gobiernos totalitarios, con métodos muy al estilo de los utilizados por la KGB rusa o la “Solución final” hitleriana.
Una vergüenza para este gobierno, que no puede tapar el sol con un dedo de lo que realmente sucede dentro de estos penales. Y juegan con los internos como si fueran piezas de ajedrez.
El Secretario de Gobernación, Licenciado Miguel Ángel Osorio Chong, argumenta que a Guzmán se le está tratando como lo que es: un delincuente.
Sí, pero el Licenciado Osorio Chong debe de comprender que es un delincuente que en una sociedad civilizada, como queremos pensar que es la nuestra, él tiene todo el derecho conforme lo marca la ley, a que le respeten sus derechos fundamentales y se le garantice un trato equitativo.
Entonces, ¿de qué sirven los centros de readaptación social del país? Si en lugar de readaptar a los internos, actúan como escuelas del delito con especialización criminal y centros de aniquilamiento colectivo, donde los presos son despojados y rebajados en su dignidad como personas.
Estas acciones indignas deben cambiar. Estas prácticas inquisitorias solo potencializan el resentimiento y la violencia, como lo acabamos de ver en el centro penitenciario de Nuevo León.
El Comisionado Nacional de Seguridad, Licenciado Renato Sales Heredia, reconocido abogado, poeta, filósofo, experimentado policía investigador y ex subprocurador jurídico y de derechos humanos, en una antología de ensayos poéticos de su propia autoría, titulada “La verdad desnuda de los enemigos”, analiza concienzudamente el papel del Gobierno y el origen, la actitud y la atención de ese gran problema llamado violencia. Así lo describe su amigo el poeta José Landa: “Si algo lo distingue de los políticos, los policías y el poder, es su lado humano y humanizante”.
Y efectivamente, el Licenciado Renato Sales tiene un currículum impresionante de su brillante trayectoria. Pero desgraciadamente se contradice en las acciones con el trato degradante e inhumano que recibe Joaquín Guzmán Loera bajo su custodia. La violencia no se combate con violencia.
Pues la razón o el juicio, es la única cosa que nos hace hombres y nos distingue de los animales. (René Descartes).
En conclusión: Sin ser abogada, poeta ni filósofa y en mi muy particular estilo, pues de músico, poeta y loco todos tenemos un poco, solo diré:
Que en la práctica las palabras y la demagogia para combatir la violencia se las ha llevado el viento.
Lucen falsas, maquilladas,
la justicia se vistió de luto,
luce triste y demudada,
proyecta su figura pálida,
caminando sola por la extensión sombría,
escondiéndose en la noche
de las almas desnudas y olvidadas,
llenas de amarguras infinitas
y conciencias degradadas.
Las voces y los gritos callan
sin encontrar consuelo,
solo el cielo escucha
los sonidos del silencio,
de las voces acalladas,
de plegarias y murmullos
que se pierden en la nada,
en la oscura y fría noche,
tras los muros de hormigón.
Reflexión. ¿De qué sirven tantas maestrías y doctorados si en pleno siglo XXI siguen aplicándose castigos ancestrales, que no logran con el ejemplo civilizado, marcar la diferencia que estriba entre el bien y el mal?
Atentamente.
Armida Saralegui
Tijuana, B. C.