Desde hace varios años, residentes del Fraccionamiento Urbi Villa del Prado II Sección están en alerta, producto de la inseguridad. A primera vista, se puede constatar que la mayoría de “las privadas” y negocios han sufrido actos vandálicos, principalmente “grafitis”.
La gran cantidad viviendas abandonadas es uno de los mayores detonantes de la delincuencia, ya que los “malandros” las desmantelan. Sustraen puertas, ventanas y cableado para venderlos en las recicladoras. También duermen y se drogan en el interior, lo que pone en riesgo y atemoriza a las familias, ya que al estar en estado inconveniente, los delincuentes cometen otro tipo de ilícitos, como el robo a hogares ocupados y de vehículos, además de agresiones contra el resto de los habitantes:
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“No pueden ver una casa sola porque la desmantelan”, aseveró un padre de familia que radica en uno de los sitios con mayor incidencia.
Una mujer que omitió dar su nombre, enfatizó que la vigilancia de parte de la Policía Municipal no es la eficiente, debido a que frecuentemente los oficiales tardan por lo menos 30 minutos en llegar tras una llamada al 066. Explicó que en muchas de las ocasiones es preferible no reportarlo, por temor a alguna represalia: “luego se las cobran a uno”, declaró a ZETA.
Según datos proporcionados por los propios residentes, en los últimos meses se han registrado hasta cinco homicidios de personas que se resistieron a ser despojados de sus pertenencias, principalmente “por la noche” y en los sitios donde no sirve el alumbrado.
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La situación se ha agravado ante la falta de patrullajes de las corporaciones de seguridad, lo que obligó a varios de los moradores a contratar un servicio de vigilancia privada –que les cuenta alrededor de 120 pesos mensuales–, sin embargo, los crímenes siguen sucediendo:
“A veces se meten rápido –a las privadas–, no les importa si hay niños jugando”, dijo Nayeli Gamboa, quien reside en uno de los sectores de mayor conflicto en el fraccionamiento.
La comunidad –ubicada en el sureste de la ciudad– da claras muestras de falta de atención de parte de las autoridades. La ausencia del servicio de recolección de basura y de alumbrado público son las principales inquietudes de los colonos, en su mayoría empleados de “maquiladora”. Algunas viviendas abandonadas son usadas como “basureros” clandestinos, desechando hasta “animales muertos” en el interior, expusieron los vecinos a ZETA.
Berenice Montes, madre de familia que vive desde hace 4 años en la Privada Cornisa, aseveró que al acercarse al Gobierno Municipal por apoyo, recibió como respuesta que el fraccionamiento “no ha sido entregado” al Ayuntamiento, lo que los inhibe de otorgar los servicios de manera eficiente: “Urbi está oscuro en todos lados”, denunció a ZETA refiriéndose a la falta de lámparas.
Solamente cuando “hay elecciones”, los diferentes niveles de Gobierno se acercan a repavimentar las calles y reparar las luminarias, el resto del tiempo Urbi se encuentra en el olvido.
Información proporcionada por la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM), arroja que el delito más denunciado en Villa del Prado durante 2015 fue el de lesiones intencionales –con 10 casos–, seguido del robo en casa habitación –con 9 incidencias– y la sustracción de vehículo con ocho. Sin embargo, los vecinos señalan que muchos de los afectados no presentan denuncia ante el Ministerio Público, debido a falta de confianza en los organismos de procuración de justicia, y temor a actos de venganza de parte de los infractores, ya que muchos de ellos son sus vecinos.
