Gastón es un ciudadano distinguido, su experiencia profesional y política nos anticipan que está preparado para la responsabilidad a la que aspira. Formado en el privilegio de la buena educación y la ausencia de carencias económicas; en la cultura empresarial de la eficiencia y los objetivos, no en la del junior ricachón que hace su voluntad. Él es un hombre inteligente, con más vocación política que empresarial. Si bien, carece de un carisma arrollador, es educado, pulcro, amble, relajado, lo que le da un aspecto agradable y confiable.
Creo que no es ambición lo que le falta, sino la audacia típica de aquel que se plantea grandes retos en el terreno político, pero que proviene de una cuna llena de obstáculos. Su conservadurismo no le ha impedido ser un referente ciudadano, pero puede que se convierta en un lastre. Veremos.
Por lo pronto, dice un dicho de la apolítica que uno es dueño de sus silencios y rehén de sus palabras. Gastón está pagando costos por su indecisión, no se afilió al PAN porque siempre estuvo expectante de los tiempos turbulentos o de indefinición que han dominado nuestra competencia electoral, pensó que la indefinición personal le abriría más oportunidades. ¿Para qué afiliarse al PAN si podía ser consejero general del finado IFE? ¿Para qué hacerlo, si Cuauhtémoc Cárdenas, el político izquierdista que en el 97 parecía en la antesala de la presidencia de la República, lo invitó como contralor de su gabinete en el gobierno de la Ciudad de México? ¿Para qué hacerlo si el PAN, partido dominante en B.C., lo hizo candidato a diputado por el distrito más competitivo del estado, el que han ganado, incluso postulando a jumentos? A él, el poder le ha dado trato de proyecto, de promesa. Esta circunstancia le permitía seguir pivoteando entre varias posibilidades, como la del PRD de AMLO, que yo presidía y a la que lo invité como candidato en varias ocasiones; nunca aceptó, pero nunca cerró la puerta, por el contrario, a la primera reunión siempre se sucedía una segunda o una tercera. La necesidad, o urgencia diría yo, por ser militante, le surgió cuando ya mayorcito se dio cuenta que para la elección del 2013 no había más que PRI o PAN, y que la única opción para él era azul, en ese momento se tiró a matar para informar del color celeste de su sangre, y para presionar por la aprobación de su trámite de militancia, trámite que había dejado abandonado, pero los panista colmilludos y mafiosones, dijeron nones. ¡Mientras menos burros más olotes! Ni le dieron la militancia, ni se lo tomaron en serio como posible candidato a gobernador. Hoy esa tardía declaración de amor al PAN lo tiene como rehén.
No he escuchado una buena justificación a su participación independiente. Creo que un gobierno de ese tipo puede ser muy útil para impulsar las transformaciones que requerimos en la ciudad. Tendrían que decirnos con claridad, cuáles son, a su juicio, las facturas pendientes de la gobernanza histórica de los partidos en Tijuana, y porqué desde una alcaldía sin partido se facilitaría el enfrentamiento de esos retos, de otra suerte, no hay compromiso en lo fundamental y estamos hablando de mercadotecnia independentista vs mercadotecnia partidista, cuestión que no va a ningún lugar distinto del que ya conocemos.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe fue dirigente del PRD en Baja California, ex diputado local por el mismo partido y actualmente es Rector del Centro Universitario de Tijuana en Sonora. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com