Pese al levantamiento del embargo, el gobierno de Estados Unidos no se doblega ni se compromete a reabrir la frontera a la importación de atún procesado en México, lo que significa que la última resolución de la Organización Mundial del Consumo (OMC) sea una victoria agridulce para el gobierno mexicano y los industriales que, hasta hoy, únicamente han recuperado el prestigio. Luis Calvillo, industrial y estudioso del tema del embargo atunero, afirma que lo más posible es que México tenga que aplicar la retorsión o suspensión de concesiones a Estados Unidos, o sea, que se prohíba la importación de algunos productos o se aumenten los aranceles, o se limite la cantidad de productos permitidos como una medida compensatoria. Viendo el lado negativo, la resolución tiene el efecto de fortalecer el “unilateralismo” de los norteamericanos, al legitimar que se puedan crear etiquetados obligatorios que se refieran a ciertos procesos de producción del país exportador. Es como forzar la adopción de políticas impuestas mediante la presión del mercado. “En adelante podrían referirse a condiciones laborales, derechos humanos, asuntos de moral pública”, sentenció el especialista. La OMC cuantificará el daño económico que le causó a México este embargo, y a decir de la Comisión Nacional de Pesca (CONAPESCA), a través de aranceles se pretende restaurar el perjuicio. El dinero no llegará a Baja California, ni a Ensenada, que fue la que resultó más afectada por las medidas. Las ganancias las recaudará el Gobierno Federal. Información de la CONAPESCA indica que en 1986 se morían quince delfines por lance, y la cifra desciende paulatinamente hasta llegar a solo uno, y no muerto, nada más queda atrapado, pero esta medida tampoco estaba permitida. Fue entonces cuando estableció el etiquetado “Dolphin Safe”, donde el consumidor tiene la seguridad de que el pez fue capturado con medidas cien por ciento sustentables. 
Víctor Alonso Ibáñez Esquer, director de la Secretaría de Pesca (SEPESCA) en el Estado, descartó que el hecho sea una verdadera victoria para México, pues no hay ningún indicio de que se reanuden las exportaciones, y además está el daño económico. Existe una paradoja porque a pesar de que la OMC emitió una resolución a favor de los industriales nacionales y acepta que se hizo daño a México con la utilización del etiquetado “Dolphin Safe”, aún no se puede ingresar producto mexicano al vecino país. La OMC apenas está evaluando la compensación que se le dará al gobierno de México, pero a los atuneros no se les regresará nada directamente, a pesar que fueron los realmente afectados desde los años ochenta a la fecha. A pesar del tiempo transcurrido aún hay un nicho de mercado importante al que los industriales pueden acceder, y es la población mexicana que radica en ciudades de Estados Unidos como Los Ángeles, Nueva York y Chicago. “Ellos tienen gusto y añoranza por los productos mexicanos. Ese sería el mercado porque los norteamericanos no consumen el mismo atún aleta amarillo”, describió Ibáñez. El funcionario explicó que a los norteamericanos les gustan especies como el albacora, que es más blanco, mientras que el mexicoamericano extraña desde la presentación en lata de nuestro atún, hasta el color rosa con tonos cafés de la carne del pescado. “Hay paisanos con poder adquisitivo que pueden consumir, pero falta ver la reacción de Estados Unidos porque no han abierto la frontera ni se sabe si van a dar una compensación, solo reconocen que el etiquetado está mal y que afectó”, subrayó. Del mercado europeo ni hablar, ya que a este selecto grupo de consumidores les interesa la presentación con empaquetados plásticos, transparentes y con el “lomo del atún” a la vista, detalló Ibáñez Esquer. No habrá más barcos El comisionado nacional de Pesca, Mario Aguilar Sánchez, aclaró que México ganó este caso hace muchos años, pero Estados Unidos apeló las resoluciones de la OMC en más de una ocasión. Informó que la siguiente fase es la de aplicar medidas compensatorias que no se relacionan con reponer la flota de barcos atuneros, ni tampoco con la expedición de más permisos de pesca de túnidos -aleta amarilla-, la cual está estable en el país: “Yo no creo que debamos dar nuevos permisos o barcos, pero el que ya se captura se va a revalorizar. El volumen no es lo importante, sino el valor”, advirtió el comisionado. Mencionó que el futuro del atún y otras especies está en la acuicultura y maricultura, con 120 mil hectáreas a nivel nacional para dicha la vocación: “Los grandes volúmenes de la pesca ya no serán con pesca de altura. Por años no se les dio el espacio de pesca que necesitaban, y aunque sigue siendo la columna vertebral, el músculo será la acuicultura, especialmente especies como la tilapia, carpa, bagre y trucha”. Ibáñez expuso que de los empresarios pesqueros de aquellos años -1980 a 2001- solo queda una pequeña flota. Hoy en día nada más existen tres empresas que se dedican a pescar aleta azul para los ranchos atuneros, que son los criados en corrales. “De ahí en fuera toda la demás flota atunera y todo lo que se generaba derrama económica se fue a otras bases de operación, y toda esa rama de astilleros, avituallar el barco y suministros, ya no se da”, recordó. 
La población mexicana es consumidora de atún aleta amarilla y ha sido la que tiene en pie el mercado y que en su momento rescató a los industriales en aquellos años. Para las autoridades pesqueras es difícil recuperar lo que hace muchos años se fue de Ensenada, pero hay grandes compañías que posiblemente les interese exportar carne de atún procesada, si es que Estados Unidos modifica sus reglas para permitirlo. Este puerto llegó a ser la capital mundial del atún, pero ahora el entorno es otro y de las plantas enlatadoras no queda nada, porque emigraron a Mazatlán –atún Dolores-, Manzanillo -Tuny- y Puerto Madero –Herdez-), todas cercanas a los centros de consumo. Los empresarios de capital sólido son los de Tuny, cuyo propietario es Leovigildo Carranza, así como Dolores, de Antonio Suárez. El secretario de Pesca en Baja California, Matías Arjona Rydalch, recién sostuvo una reunión con ambos inversionistas en la Ciudad de México, con el fin de conocer los planes de crecimiento y, sin que se haya llegado a un acuerdo quedó la puerta abierta para ellos. Los que están establecidos en Ensenada y que también tienen posibilidades de procesar atún, son Najamarine, de Trimarine, la empresa más grande del mundo en procesamiento de productos marinos; tienen barcos, instalaciones y marca. Luis Calvillo recordó que en total fueron cuatro instancias las que resolvió la OMC y dos los acuerdos invocados en esta controversia, el ASOTC (acuerdo sobre obstáculos técnicos al comercio) y el GATT de 1994; en ambos se encontró que las regulaciones eran contrarias a sus disposiciones. — ¿Cómo pensaba acceder México al mercado de Estados Unidos? “Primero, que se modificara el etiquetado donde se indicara que el atún capturado fue encerrando delfines sin que se les causara daño alguno. O bien, que se permitiera el acceso al atún bajo la etiqueta ‘Dolphin Safe’ del APICD, que apenas recientemente se está usando. Esta etiqueta se acordó por los miembros del APICD (CIAT). “La resolución no implica necesariamente que Estados Unidos deba modificar su etiquetado para permitir el acceso al atún mexicano, Puede muy bien endurecer las regulaciones para el otro atún y equipararlas a las que aplica a México”, sentenció el funcionario. En las cifras de CONAPESCA nuestro país reconoce que existía una alta mortalidad de delfines, alrededor de quince por lance, cifra que se redujo hasta menos de un mamífero por lance, ya que el animal solo quedaba encerrado para después ser liberado; pero esta medida no fue aceptada por los ecologistas que se aferraron en cerrar el mercado mexicano. <p> Historia del desencuentro Las diferencias entre Estados Unidos y México datan de la década de 1960, cuando se discutía la extensión jurisdiccional marina de los Estados costeros; el conflicto se agrava cuando México intenta aumentar el número de barcos de su flota atunera. En 1966, por primera vez se establecen límites a las capturas de atún aleta amarilla, donde éste representaba más del 90 por ciento de la capacidad de pesca. Se fijaron asignaciones de cuotas y, sin acuerdo, México proclamó una zona de 200 millas para pescar al igual que Estados Unidos, que excluyó al atún de su jurisdicción por tratarse de una especie altamente migratoria que invade territorio nacional. Ambas naciones alegaban derechos preferenciales sobre el atún mientras transcurrían por sus zonas exclusivas, entonces México detuvo tres embarcaciones atuneras con bandera norteamericana, fue cuando se levantó el primer embargo a todo el atún, un 14 de julio de 1980, que se prolongó por seis años. En todo ese tiempo el mercado europeo salvó a la industria mexicana de la quiebra. Para 1990, Estados Unidos reformó sus leyes para adjudicarse derechos similares de preferencia y exclusividad sobre las especies migratorias en su zona exclusiva de pesca. El mismo año se aprobó la Ley de Información al Consumidor para la protección de los delfines que establece el etiquetado “Dolphin Safe”. Este etiquetado excluía todo atún que fuera capturado encerrando delfines o cuya captura les causara daños o la muerte. El atún aleta amarilla -la principal especie de captura- quedó excluida debido a que su pesca está asociada a la muerte de delfines. Sin el etiquetado es prácticamente imposible comerciar atún en los Estados Unidos, por lo que sus efectos son similares a los de un embargo; en esta ocasión los consumidores nacionales mantuvieron una parte de la industria. La OMC La Organización Mundial del Consumo (OMC) se ocupa de las normas mundiales por las que se rige el comercio entre las naciones; su principal función es velar porque tal comercio se realice de la manera más fluida, previsible y libre posible. Aunque no es una Corte, sus resoluciones tienen validez y permitirán que México decida las medidas para compensar el daño económico.
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