Francisco Hernández Vera es uno de los ediles que en el Cabildo de Tijuana defiende como funcionario público su negocio personal: las mafias del transporte público. El priista comenzó su carrera política por allá en los noventa como chofer de don Eligio Valencia Roque, líder sempiterno de la CTM en Baja California. Hernández Vera ascendió a la sombra de don Eligio, actual propietario del periódico El Mexicano, como su secretario particular, encargado de taxis de su gremio, e incluso, en el ámbito personal, pues contrajo matrimonio con su hija. Hoy es regidor y también líder charro, puesto que coincidentemente obtuvo casi al mismo tiempo que sus nupcias. El priista es dirigente de la Confederación de Trabajadores de México en la ciudad de Tijuana, donde lleva 15 años de reelecciones. Y es justamente el presidente de la Comisión de Transporte que pretende “regularizar” a Uber. El otro trasportista infiltrado en el honorable Cabildo es el panista Guillermo Zavala, ambos evasivos con la prensa, pero muy bravos a la hora de amparar sus cuotas y beneficios. La pregunta es válida: ¿En el Cabildo nadie ve los conflictos de intereses? Igual y la explicación está en Jorge Astiazarán, cuya campaña fue arropada por la agrupación de taxis amarillos, quienes han encabezado las agresiones a los choferes privados en la línea de San Ysidro. Así se conforma el gobierno municipal y sus colusiones.