México tiene un problema que no puede remediar, por la siembra del enervantes es obligado a pelear con los que aquí la cultivan, evitando la puedan cruzar, el consumidor mayoritario, ya la puede cultivar. Por esa causa no aceptan que otros la puedan sembrar, quiere ser dueño absoluto del producto y capital y así vender libremente a quien le quiera comprar, si México también la siembra es una siembra ilegal. Es problema no es visto por quienes dictan las leyes, ellos quieren que se siembre como si fueran magueyes, esa planta es aceptable y puede ser defendible, los enervantes en cambio llevan la acción destructible. En el Congreso comienza una dualidad de mandos, el Ejecutivo encuentra un terrible descontento con quienes tienen permiso de sembrar desde hace años productos tan bien pagados en un mercado prohibido. Los políticos ya siembran en terrenos del ejido, también ellos ya disfrutan gran parte de aquel dinero con un poder absoluto que les proporciona el fuero. Si les quitan sus plantíos se reponen vía secuestro. Muchos problemas abundan por la siembra de enervantes, los que los siembran los cuidan y en el cuidado son crueles, se defienden como fieras cuando están acorralados y no aceptan las protestas de intrusos en los sembradíos, si en lugar de perseguirlos les cobraran los impuestos, que también pague el Congreso por querer legalizarlos y las farmacias que venden enervantes controlados deben ser a su vez más controladas, las drogas no son medicamentos. Desde mi punto de vista escribo este comentario, describiendo los sucesos que podemos ver a diario o los que hasta en carne propia lamentamos en familia. Sería bueno que el Gobierno se imponga más disciplina. Vicente Martínez Méndez Tijuana, B. C.
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