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domingo, abril 7, 2024
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La autobiografía novelada de Celorio

“Solamente por su lingüística tendría que ser premiado un libro de esta naturaleza”, así de contundente fue el editor y escritor Braulio Peralta al referirse a “El metal y la escoria” (Tusquets, 2014), de Gonzalo Celorio, ganador del Premio Mazatlán de Literatura 2015. Junto a Juan José Rodríguez e Ignacio Trejo Fuentes como parte del Jurado, el editor Braulio Peralta expresó que “El metal y la escoria” “tiene giros idiomáticos inusuales en la actualidad, que es producto de la búsqueda del origen de la familia, que nos lleva a la búsqueda del lenguaje del castellano que es desde España, en Cuba y en México, y en el caso de México específicamente en el Distrito Federal, ya eso lo hace un libro muy rico”. El anuncio del ganador del prestigiado Premio Mazatlán de Literatura 2015 fue hecho por el Instituto de Cultura de Mazatlán en coordinación con la Universidad Autónoma de Sinaloa, otorgadores de la distinción. Asimismo, como parte de las actividades del popular Carnaval de Mazatlán, “El metal y la escoria” fue presentado el jueves 5 de febrero en Casa Haas del puerto sinaloense; y la premiación está prevista para el viernes 6 de febrero, a las 20:00 horas, en el Teatro Ángela Peralta. “En la novela cabe todo” “El metal y la escoria” es la segunda novela de la saga familiar que Gonzalo Celorio inició con “Tres lindas cubanas” (Tusquets, 2006) la cual explora la historia de su ascendencia materna, que venía desde Cuba. “‘El metal y la escoria’ es el complemento, digamos la versión masculina, la parte de la familia paterna que tiene su origen en Asturias, pero bueno, la novela solamente empieza con Asturias, después ya no trata ese tema, más bien conviven en la novela dos procedencias españolas de diferente siglo y de diferente época; por un lado la migración española a México y por otra parte el exilio español republicano; que yo sepa no hay otra novela, a la mejor hay y no la conozco, en donde tanto la migración como el exilio estén cohabitando”, expresó Celorio a ZETA durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara de 2014. “La verdad es que México no fue un país de acogida para la migración española porque cuando los países hispanoamericanos se lanzaron a sus revoluciones de independencia en los comienzos del siglo XIX, pues España prohibió a sus súbditos llegar a América a menos que fueran a dos países que todavía eran del imperio español, Cuba y Puerto Rico, esa prohibición se levantó en 1853 y a partir de entonces vino una gran migración porque pues España que era, sobre todo en el norte, de carácter rural empezó su desarrollo industrial principalmente en la industria del acero y quienes se dedicaban al campo ya no tenían calificación para entrar como trabajadores calificados en esta industria. “Hubo una gran pobreza y llegaron entonces muchos españoles a América; no a México porque en México siempre hubo desde la independencia un antiespañolismo muy severo, hubo dos expulsiones de todos los españoles en México del siglo XIX y el mayor número llegó a Argentina y Brasil, aunque algunos llegaron a México. “En cambio, cuando vino el exilio español a finales de la Guerra Civil Española en 1939 México fue el principal país de acogida, llegaron muchísimos españoles que tenían características distintas a aquellos migrantes del siglo XIX, eran más bien intelectuales, académicos, grandes profesores, grandes científicos que enriquecieron notablemente la vida cultural del país. Y aquí en ‘El metal y la escoria’ están presentes esas dos Españas en México, que yo creo que es una de las contribuciones de carácter histórico de esta novela”. — ¿Cómo decidió el género literario, la novela, para “El metal y la escoria”? “Yo no me pongo a pensar antes de escribir un libro a qué género pertenece, eso lo hago como profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, pero como escritor yo escribo, y yo creo que lo que tenemos aquí es una novela, porque la novela es un género muy dúctil, muy abierto, es un género impuro, es un género muy sucio, es el más sucio de los géneros. “Es decir, en la novela cabe todo: cabe la biografía, la autobiografía, la saga familiar, hasta el ensayo y hasta otras novelas como en el caso de ‘El Quijote’ de Cervantes, es un género muy abierto. “Y aquí hay elementos historiográficos documentados, pero al mismo tiempo hay también una gran imaginación ficcional para llenar con la imaginación lo que la documentación no me dio, porque la historia de esta familia es una historia de tal manera perversa o pervertida que siempre fue tabú en mi familia, y entonces ahora, bueno, pues yo la pude escudriñar a través de la imaginación. “Tan pronto la empecé escribir me di cuenta que lo que tenía entre manos era una novela, una novela con elementos históricos, con elementos biográficos, con elementos autobiográficos, pero al fin y al cabo es una novela porque hay un tratamiento ficcional”. — ¿Qué es realidad y ficción en esta novela autobiográfica? “Bueno, eso es muy difícil, yo ya tampoco lo sé, hay muchos elementos que proceden de la realidad, pero se van transformando en el curso de la narrativa, y aquellos que tenían una documentación más o menos rigurosa pues se fueron alterando con el tratamiento novelístico; y aquellos que procedían de la imaginación fueron cobrando verosimilitud y a veces a mí me parece que los elementos ficcionales son más veraces que los históricos”. —Menciona en su novela que fue rescatado el testamento de su abuelo. ¿Cómo fue el proceso de indagación en el árbol genealógico, que a veces muchos también nos hacemos? “Bueno, pues yo era un poco el heredero de los carteles de la familia y entonces atando cabos, relacionando unos documentos con otros, y haciendo algún tipo de investigación en archivos, pues fui más o menos desentrañando esta historia que es una historia que no es importante en la Historia, con mayúscula, los personajes son personajes que no tuvieron ninguna relevancia histórica y que por eso en la novela son personajes protagónicos. “La novela le da a quienes no tuvieron ningún papel importante en la Historia una significación histórica, y en cambio los que fueron protagonistas de la Historia en las novelas siempre se presentan como personajes secundarios”. —Es evidente que se está ante una novela bastante trabajada sin que por eso pierda frescura y espontaneidad, no solo en la documentación sino incluso en el vocabulario. ¿Cuándo empezó a escribir esta novela? “De esta novela, la primera parte, tengo manuscritos que datan de 1973, seguramente antes de que tú nacieras; es decir, tengo la obsesión de esta novela desde hace más de 40 años y bueno, ya en los últimos años la pude terminar; yo soy escritor lento, publico una novela cada siete años, y bueno, ése es mi ritmo de escritura, soy muy laborioso, una novela que se lee en siete horas a mí me lleva siete años de escritura, la proporción es un poco dura: una año de escritura por una hora de lectura, pero así es”. — ¿Cómo se dio cuenta que la novela ya estaba terminada considerando no solo la investigación documental sino la creación literaria? “Una novela no se termina, una novela se abandona”. — ¿Cómo conceder un tono picaresco y a veces serio en estas dos historias que se entrelazan en su novela autobiográfica? “Es una saga familiar con un tratamiento novelístico, el tono es doble porque por un lado está la primera persona en la que narro mis experiencias personales directas, aquéllas de las que yo fui testigo; por otra parte hay una segunda persona narrativa, que es la voz de la novela misma que me cuenta a mí, su escritor, la historia que yo no conocí, de la que no fui protagonista”. — ¿Cómo armó la estructura de capítulos cortos para contar estas historias tanto en primera como en segunda persona? “Los capítulos se van armando y luego al final, bueno, pues hay que hacer también algunos ajustes, un capítulo que estaba ocupando un lugar a veces es más conveniente que ocupe otro, es todo un trabajo de carpintería”. —Finalmente, ¿cuál es su reflexión de estos dos años de gobierno de Enrique Peña Nieto que se agudizaron a partir la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa? “Bueno, que ésta es una gota que está derramando el vaso, no creo que esto haya surgido por generación espontánea, hay muchos, muchos, muchos, muchos años de impunidad, de corrupción, de amenazas y de vinculación entre el narcotráfico y las estructuras políticas del país. Y bueno, lo que ha ocurrido ahora cuando a quien se agrede es a un sector particularmente sensible como es el sector estudiantil, pues la reacción es muy comprensible, que me parece que es una reacción muy justa, y que tendrá que tener algún tipo de incidencia en el abatimiento de los males sociales que estamos padeciendo desde hace mucho tiempo y que ahora explotan de esa manera lamentable”.


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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