Más parecido a un chiste que a un reality show, al diputado Cuauhtémoc Cardona Benavides se le ocurrió la idea de publicar en su red social la fotografía de un joven deportado con evidente pasado pandillero. A simple vista, tatuado de la cara y brazos, el legislador dice querer ayudar al hombre que presume una rehabilitación total, a mejorar su apariencia borrando sus tatuajes… claro, a cambio que 100 mil usuarios de Facebook se conviertan en sus seguidores dando like a su página oficial. En cuello, boca y cejas, el barrio y apodos están tatuados con letras de maras. “Ayúdenme a cumplir el reto”, dice textualmente en su cuenta oficial. “Él es José Cruz Reyes, un joven deportado que hoy trabaja en un call center en Tijuana y que tiene grandes sueños como tú y yo: uno de ellos es borrarse los tatuajes de su cara”, detalla el panista. El benefactor condiciona su ayuda y termina: “Si me das 100 mil likes yo le pago su tratamiento láser para que acuda con un dermatólogo a borrárselos”. Por favor, ¿100 mil likes? Ni el números de votos que obtuvo para su diputación (pues es diputado de lista). No, no puede ser. La ayuda es desinteresada, de otra forma es campaña, y en este caso, política.