Caminé muy cerca de donde lo mataron. Cuatro o cinco días después. Si estuviera allí el cadáver hubiera pasado de lado para no brincarlo. Pero lo imaginé recordando las muchas fotos que vi. Los balazos ni siquiera lo hicieron retorcerse. Y como entraron por la espalda y la nuca, se desplomó hacia adelante. Deshilachado. Con la cabeza de lado y los ojos cerrados, señal de corta agonía. Agujereada su primaveral camisa. Sangre y tierra revueltas. Un saco de cartón cementero casi a sus pies. Material de obra enseguida. Maderos, arena y utensilios. Varios albañiles estaban trabajando. El chiste era mejorar la casa acomodada para oficinas del periódico “La Prensa” en San Luis Río Colorado. La ciudad sonorense y frontera con Yuma, en el caluroso y desértico Arizona de Estados Unidos. Benjamín Flores se llamaba el ejecutado. Propietario y director. Pero lejos de tales calificativos siempre lo sentí reportero. Treintañero. Espigado. Alto y moreno. Escrito con respeto y sólo para ilustrar, quisieron cargarle el muertito al Licenciado Manlio Fabio Beltrones. Le faltaban pocos meses en el 97 para terminar su sexenio en Sonora. Por eso se aprontó y legalmente demostró: ni ordenó disparar o alguna persona de su equipo lo hizo. En su momento supe del pretendido achaque. Y hace pocos días me enteré de la cochambrosa petición-exigencia a ciertos periodistas: debían culpar públicamente a Beltrones. Separadamente oí comentarios sobre la forma como les presionaron. Y hasta quisieron obligar a varios testigos declarar contra el gobernador. Algunos periodistas sí lo hicieron. Se prestaron a la tandariola y quedaron mal. Entonces la Procuraduría sonorense trabajó sin reposo y detuvo a los sospechosos. Descubrió cómo todos estuvieron apeñuscados en destartalado auto. No sé cómo aguantaron el calorón. Vieron llegar a Benjamín. Y como estaban cerca de “La Prensa” lo tirotearon fácilmente cuando se bajó de su moderno pick-up. Jaime González Gutiérrez “El Jaimillo” es un narco de “ligas menores”. Investigaciones reporteriles de Flores lo destaparon y fue detenido. Desde prisión ofreció cinco mil dólares a Benjamín. Le chocaba seguir apareciendo en “La Prensa”. Pero el intermediario no llevó el mensaje. Pensó “…para las pulgas de Benjamín”, sabía que lo rechazaría. El mafiosín lo tomó como rechazo del periodista. Encorajinado llamó a sus dos hermanos, Ismael y Gabriel. Les ordenó ejecutarlo. Obedientes, salieron a buscar matones. Pero contrataron a viciosos. No sabían ni manejar armas. “Eran unos pelagatos” escuché como referencia. Y precisamente por inexpertos fueron descubiertos rápidamente por la policía. Beltrones Rivera terminó el sexenio. Y su Procuraduría no tuvo tiempo para capturar a los hermanitos malosos. Pero gobernante y detectives dejaron bien encaminada la investigación. Cuestión de seguirla y acabarla. Estaban bien ubicados e identificados los culpables. En términos beisboleros era una bola para pegarle de jonrón. Pero no. Me desilusionó el nuevo Gobernador Armando López Nogales. No le puso deseo, ganas o voluntad. Como quien dice, le hizo al que le hablan y no oye. Los hermanos mafiosos anduvieron paseándose en San Luis Río Colorado. Con más tranquilidad que el propio gobernador. Iban a y venían de Yuma sin nadie decirles nada a la hora de cruzar la frontera. Ni los oficiales gringos. Tampoco los mexicanos. Y eso que era un secreto a voces su mortal pecado. Pero tanto va el cántaro al agua, que por andar traficando fueron detenidos en territorio estadounidense. No en la garita. Seguramente allí estaban apalabrados. Los pescaron traficando con harta marihuana y cocaína. Servían a “El Beto” Quintero Meraz. Desde Veracruz les enviaba la droga. Y eran el eslabón final de la cadena Carrillo Fuentes. Ya tienen tiempo encarcelados. López Nogales pudo hacer justicia en el caso de Benjamín Flores y no quiso. No pudo. O no lo dejaron. Solicitar la extradición era un recurso pero “…no se imagina. Hubo un desinterés total”, según cierto cercano al asesinato del periodista. Y se extrañó sobre el Procurador de Sonora, Licenciado Miguel Angel Cortés Ibarra. “Es un hombre honrado. Conoce mucho. Estoy seguro que sabe a fondo el asunto pero todavía no me explico por qué se quedó ‘tieso’ y no hizo nada”. A los González pudieron capturarlos antes de caer prisioneros en Estados Unidos. Los malpensados tantean el desentendimiento como para demostrar la culpabilidad de Manlio Fabio. Seguramente ni el propio gobernador se la creía. Pero tampoco quería pelearse con los contrarios al ex-gobernador. Seguramente por eso no metió ni una uña. Además con Beltrones “…la investigación fue rápida, medio peliculesca pero efectiva”, me dijo un reconocido periodista por cierto no muy simpatizante de Beltrones. Y hasta explicó sorpresivamente: “Yo sí le anduve buscando culpabilidad de Manlio Fabio pero no se la encontré. Hubo quien decía pero no probaba”. Luis Enrique Rincón Muro fue acusado de apretar el gatillo de una AK-47 y dos pistolas. Así mató al periodista. Aparte de las confesiones se probó con los análisis en sus manos. Tenía restos de pólvora. Pero ahora hay nueva hipótesis. Otro también disparó una pistola para rematar a Benjamín. Y empuñó el arma con la izquierda. Pero no se investiga a pesar de saberse. Este hombre no ha sido capturado. López Nogales tiene la oportunidad y tiempo suficientes para desenmarañar este asunto. En la Procuraduría General hay archivos y excelentes investigadores. El caso no es un crucigrama. Pero no hacerlo antes de entregar el poder hasta migraña puede trastornar a don Armando. Ya lo estoy viendo. Será culpado públicamente de haber encubierto el crimen del periodista. Ahorita en el poder no le dicen nada. Pero pretextos siempre buscan los gobiernos entrantes para jeringar a los salientes. Ya es costumbre: los gobernadores se desentienden sobre crímenes de periodistas. Unos porque participaron o tienen etiqueta de autoría. Otros cayeron en complicidad y hasta el miedo de venganza política o mafiosa. En Tamaulipas o Sinaloa, en Baja California o Sonora. En Veracruz o Guerrero. Son muchos los casos y poca la atención. Y cuando se le trata estos asuntos al Presidente Vicente Fox, nada más promete y no cumple. Desde septiembre 2002 y por escrito ofreció: presentar una iniciativa al Congreso. Que los delitos contra periodistas sean tipificados federales y no estatales. Ya pasaron ocho meses y nada. Fox ha fallado. Tiene todo: expertos, tiempo e influencia. No se sus motivos. Iguales o diferentes a los de López Nogales en Sonora, Yarrington en Tamaulipas, Elorduy en Baja California o Miguel Alemán en Veracruz. Al contrario, periodistas de México, Estados Unidos y Europa han reclamado justicia sobre los muchos asesinatos de periodistas en nuestro país. Lo seguirán haciendo. Tomado de la colección “Dobleplana” de Jesús Blancornelas, publicado el 1 de abril de 2003.