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martes, octubre 8, 2024
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Distribuir documentales, reto seguro en México

Durante 2013, en el país se produjeron 126 películas, de las cuales 30 fueron documentales. Sin embargo, pese a ser el mejor año para el cine nacional desde 1959, según datos del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), ninguno de los trabajos que destacó en las cifras de registro anuales, correspondió a un filme de no ficción. Contraste a los resultados que éstos obtuvieron en premios y espacio continuo en festivales, donde sus historias cautivaron a públicos que, de otra forma, difícilmente hubieran podido verlos. “Un error muy grande es que el documentalista asume que los circuitos de comercialización y de distribución de un documental, son los mismos que los del cine de ficción, cosa totalmente falsa y que da una incertidumbre al documentalista, no lo deja vivir. ¿A qué me refiero? Hoy en día en las salas mexicanas hay un éxito, se supone, lo cual es falso, porque es con películas norteamericanas”, declaró en su última visita a Tijuana, Pau Montagud, director artístico del festival DocsDF. Pero para no dejar de lado el aspecto taquillero de las producciones mexicanas, citó a “No se Aceptan Devoluciones”, película con la que, dice, Eugenio Derbez, su director, se vació al grado de acaparar las salas nacionales con mil copias. Aunque para ser exactos, mil 500 copias estuvieron en 2 mil 755 pantallas, logrando un ingreso superior a 600 millones de pesos y una asistencia de 15 millones 199 mil 663 personas. “Eso ahoga cualquier otra posibilidad de exhibición de una película mexicana en las salas. México es uno de los países del mundo con más salas de exhibición en el radio con los habitantes que tiene el país, pero el porcentaje de estrenos es muy bajo”, agregó el cineasta. Con 604 complejos de cine, cada uno con al menos nueve salas, el país tiene un total de 5 mil 547 pantallas que, al estar distribuidas en 150 municipios, apenas cubren el 6 por ciento del territorio nacional. No obstante, IMCINE apunta que “en ellos se concentra el 56% de la población”. Es decir, el 44% restante no tiene acceso a un cine en su comunidad. Por ello, y el material repetitivo entre proyecciones, Montagud es tajante: “Dejemos de hacernos bolas, no son las salas (la primera ventana de exhibición). Ni Cinemex, ni Cinépolis, por desgracia. Hoy en día, tal como está planteándose, es la televisión, sobre todo la pública, y las nuevas tecnologías, el internet”. “El Cielo Abierto” (2010), de Everardo González, es un ejemplo de Montagud para referirse a un estreno exitoso que se saltó el circuito de salas, al llegar directamente a los usuarios de la web en Cinema Open. Otro de ellos es “Zeitgest” (Peter Joseph), que desde 2007 hasta el año pasado, ha sido visto por más de 300 millones de personas. Y vuelve a recalcar: “No nos podemos permitir el lujo de competir con las películas de Hollywood, que vienen con entre 500 y mil copias a las salas.  Tenemos que buscar otras formas de distribución”. En contra plena de la figura del exhibidor de documentales, por considerar que es perder el control de un trabajo personal en el último paso, el nacido en Valencia, España, ve en la financiación el primer indicio de cómo un cineasta delimita sus posibilidades de distribución. Respecto a ese tema, Inti Cordera, director ejecutivo de DocsDF, que también visitó la frontera con motivo de los 10 años de Bordocs, comentó: “Me da la impresión de que en nuestro país hemos venido siendo un poco mal acostumbrados a que las únicas fuentes de financiamiento puedan ser las instituciones públicas, sean fondos estatales de cultura, fondos federales del CONACULTA, o FONCA, o IMCINE; o llevar el proyecto a una televisora que pueda participar, que a diferencia de otros países, todavía es muy primitiva la participación de éstas en la producción audiovisual independiente. Aquí en México hay poco (de eso), se está empezando a madurar”. Ante el contexto, señala a los festivales de cine como una plataforma idónea para darse a conocer, y a los foros que crean, como el enlace para crear contactos entre colegas a fin de ayudarse mutuamente. Su ejemplo: Doctv Latinoamérica, “una alianza estratégica de autoridades audiovisuales y televisoras públicas, actualmente conformada por 16 países latinoamericanos”, en la que anualmente uno de éstos se hace responsable de la cooperación de recursos y producción de un trabajo por país, que posteriormente se compartirá con los demás. Es decir, tendrán a su disposición el material de todos por el precio de uno. Canal 22 es el representante de México. Además de recomendar estar atentos a las convocatorias de apoyos y de colaboración, Cordera propone otra alternativa para lograr financiamiento, mediante un teaser y carpeta de trabajo que le presente a posibles inversionistas la idea a realizar. Mientras que su compañero en DocsDF, apunta: “No tenemos que tener miedo de pedirle dinero al papá Estado, llámese FONCA, llámese IMCINE, llámese como quiera, porque es obligación del Estado redistribuir la riqueza para la producción audiovisual y para la producción cultural de un país, sea audiovisual, literaria o lo que sea. Ojalá algún día en México vivamos las políticas públicas de otros países donde no solo obligan a las instituciones públicas a financiar proyectos documentales. Hay legislaciones que obligan a la Iniciativa Privada a financiar producciones audiovisuales nacionales”. Se refiere a las legislaciones en Francia y Brasil, donde se obliga “a las televisiones privadas que están haciendo uso de un bien público intransferible, que es el espectro radioeléctrico, a ceder a la producción audiovisual un 0.5 % de sus utilidades a la producción cinematográfica”. Y en el caso de México, Pau Montagud se lanza a la utopía: “Cómo cambiaría el panorama si Televisa y TV Azteca lo hicieran. Estaríamos hablando fácil de una bolsa de unos 500 millones de pesos para producción más el presupuesto de IMCINE, y se trata de una ley de un parrafito, pero desafortunadamente vivimos en un mundo y un país en el que las políticas públicas están muy subyugadas a los intereses de las iniciativas privadas”. De los 30 documentales que México produjo el año pasado, 27 se estrenaron, pero su ingreso global apenas estuvo por encima de los 4 millones de pesos. Peor aún, salvo “Cuates de Australia”, que entró en la categoría de 10 a 49 copias, la mayoría quedó en el penúltimo peldaño, al tener entre dos y nueve copias. Como es el caso de “ABC Nunca Más”, que solo se exhibió en cuatro estados. Mientras que el recién ganador del Ariel a Mejor Documental, “Quebranto”, estuvo solamente en uno, al igual que “Piedra Ausente”. En el último desglose, con una copia, destacó “La Revolución de los Alcatraces”, que en el festival latino de Vancouver ganó el Premio Al-Jazeera. “Los circuitos de cine comercial, tal como los conocemos, para mí ya están muy separados del documental.  Y no se van a unir, sino que se van a estar separado más. Para mí eso es una buena noticia, porque no queremos estar en eso circuitos comerciales”, concluyó firmemente Montagud. 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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