Nuevos lenguajes y horizontes, más el redescubrimiento de sus raíces electrónicas a partir del diálogo con las máquinas de sonido de las décadas de los 70s al presente, mantienen entusiasmados a Pepe Mogt y Ramón Amezcua, mayormente conocidos bajo los motes de Fussible y Bostich, respectivamente, quienes luego de una sesión de producción en una de las habitaciones de Encuentro Guadalupe, ubicada entre los viñedos y piedras del Ejido Francisco Zarco, culminaron su más reciente producción discográfica, “Motel Baja”, cuyo ensamblaje artesanal culmina la trilogía que en pareja han venido presentando en los últimos años. Primero fue “Tijuana Sound Machine”, después “Bulevar 2000” y ahora “Motel Baja”, este último en concreto, concebido en un contexto en el que Pepe, de 44 años de edad, y Ramón, de 52, aseguran vivir sus mejores momentos como músicos. “Acabamos de terminar ‘Motel Baja’ y lo vamos a publicar en septiembre, pero a diferencia de los otros discos, nos vamos a concentrar en distribuirlo bien, tener los vinilos, videos, armar la gira y el escenario. Hemos mutado de los escenarios con visuales, a las estructuras de paneles de control, luego a las luces sincronizadas; pero para este disco buscamos que el sonido no se estancara”, apuntó Pepe. “Cuando hicimos ‘Nortec Collective Tijuana Sessions Vol. 1’, el sonido era muy electrónico. Realmente los elementos de banda y norteño se escondían, algunos de nosotros tocábamos con sintetizadores, después fue desde las laptops, hasta tocar con una banda sinaloense en vivo. Estuvo bien en su momento, hasta sorprendió, luego trabajamos con elementos de banda y norteño en vivo, pero ahora con la grabación de este disco en el Valle de Guadalupe, pudimos regresar a las máquinas que ni siquiera se pueden conectar a las computadoras”, complementó. La sesión de producción de “Motel Baja”, realizada en Encuentro Guadalupe, marca la evolución de Nortec por completo, pues nunca antes habían experimentado con todo un set up electrónico en el que se incluyeran Moogs y sintetizadores, lo que los mantuvo al margen de ser una banda folclórica. “Nosotros somos músicos electrónicos haciendo una fusión regional, pero estábamos dejando en segundo plano lo electrónico, por eso en el Valle montamos todas las máquinas. ‘Motel Baja’ será un disco con más elementos de música electrónica, más artesanal, hecho con secuencias, cajas de ritmos y Moogs. De hecho la casa de Encuentro Guadalupe parecía una zona espacial, llena de máquinas y botones. Los acordeones, las tubas, todas continúan presentes, pero los arreglos se lograron con los synths, lo que hace lucir la parte electrónica, y ese lado artesanal de construir los sonidos”. — ¿Responde esta manera de ensamblar, de construir y crear música, a la necesidad de querer legitimar su papel como músicos electrónicos? “No lo veo así. Regresamos a las raíces de Nortec, con la diferencia de que al inicio usamos sampleos, y esta vez, sintetizadores análogos que nunca habíamos utilizado en la composición, con los efectos de los 70s, muy, muy electrónico. En el Encuentro Guadalupe nos dio esa conexión de la naturaleza del Valle de Guadalupe, de noche veías solo las estrellas, pero cuando salía la Luna se alcanzaban ver las piedras, y adentro nosotros estábamos llenos de botones. Era muy suave tener todo eso sintético, esa maquinaria. Pudiera decir que legitimar hasta cierto punto, porque ya lo habíamos experimentado en ‘Tijuana Sound Machine’, en el que usamos sintetizadores y vocoders, mientras que en ‘Bulevar 2000’ jugamos con sonidos acústicos, arreglos con onda de música clásica; y ‘Motel Baja’ es totalmente análogo, electrónico, como Ramón ya lo había hecho en su proyecto Point Loma, y yo en Latinsizer. Digamos que se va a legitimar el sonido electrónico, esas matices experimentales”. Entre los colaboradores de “Motel Baja”, destaca la participación de Crawford en composición letrística y canto de uno de los temas; además de la banda Tom Tom Club, quienes ya habían tenido diversas experiencias como turistas en la frontera, conocimiento sobre la problemática de la migración, y la fiesta de los teenagers en Tijuana. De igual manera, el músico y productor alemán Sr. Coconut, Fritz Kalkbrenner y la cantante Kaylee, oriunda de San Francisco, California. — ¿Cómo debe concebirse “Motel Baja”? “El concepto de motel lo hicimos como una analogía de lo que es un motel y Tijuana, yo lo veía como un motel del tamaño de una ciudad, y así lo ve mucha gente en el sur, no tiene idea de Tijuana, de la complejidad de la ciudad. Para mucha gente, Tijuana es un motel de paso, y cuando vienen, terminan en un motel para hacer un negocio con un coyote para cruzar la frontera, comprar droga, o para estar con una chica alegre de la Coahuila. Y así como el motel, la ciudad ha ido creciendo con esa idea de paso”. — ¿Cuál será el motor de su performance como Bostich + Fussible para presentar el disco? “Estamos armando el show en vivo, plasmando las ideas del concierto, pero al igual que la sesión en el Valle de Guadalupe, tenemos la necesidad de experimentar con sintetizadores, cajas de ritmos, Moogs, y ya no tanto con la idea de subir con una banda, sino de mostrar lo que también a la gente le interesa: vernos tocar, escuchar las secuencias producirse en vivo”. — ¿Qué detonó este regreso a las máquinas? “Primero que nada, que obtuve el premio (beca) de creadores de arte que otorga el FONCA, para realizar un proyecto de tres años que trata de crear cuarenta piezas de música electrónica, utilizando la tecnología desde los 70s, 80s, 90s y hasta la fecha. Se trata de toda la utilización de recursos tecnológicos a través del tiempo en cuarenta piezas de música electrónica. Piezas que voy a hacer solo. “Este proyecto me sirvió mucho para Nortec, porque me conectó con mis raíces que son cien por ciento electrónicas, con Nortec experimentamos con el folclor, pero últimamente se estaba saliendo del centro, y terminamos en el escenario haciendo cosas más folk, y este proyecto me ayudó a regresar a esa parte electrónica. Nos encanta trabajar con las máquinas, sacarlas en vivo, es una forma de ganar más con el sonido, porque nunca lo vas a comparar con la laptop, llevarlo esto en vivo y dar esa oportunidad de que la gente pueda verte hacer sonar esas máquinas análogas y verlos ahí. Es también llevarlos a una parte de la historia de la música electrónica, estás viendo un mini Moog, escuchar cómo suena, y que te vean interactuar con la máquina, es bien difícil de explicar. Es una sensación del escenario, más que llevar cajas grabadas, de repente mueves cosas y el sonido se comprime diferente”. — ¿Cambió también la búsqueda de Nortec, o solo tu apreciación de la manera en que se debe construir la música electrónica? ¿Qué observas de la nueva generación de músicos electrónicos? “Es la forma de crear, de enriquecernos y enriquecer el sonido de Nortec desde esta forma, como se supone que originalmente se planteó. Este premio de creadores hará que las canciones queden como librerías para su consulta, además, yo siempre he regalado mi música, pero este proyecto, además de regalarlo, voy a dejar los tracks separados para que nuevas generaciones de músicos, de gente que va empezando, los pueda utilizar. “Veo en la ciudad una falta de producción y composición musical en el lado electrónico. Han salido proyectos, pero siempre ves las mismas caras tocando, y ya muchos de ellos le apuestan hacia un lado comercial, más allá que ser propositivos. Existen muchas mentes brillantes en la ciudad, pero por falta de equipamiento, o no contar con los recursos, se desalientan. “Quiero dejar todas esas composiciones a base de sintetizadores y Moogs, para que en un futuro estas nuevas generaciones digan, ‘bueno, aquí me dejaron un set de baterías, bajos, sintetizadores, todas esas librerías y tracks’, para que los puedan bajar y tener un punto de partida. Espero que este proyecto le llegue a estas mentes nuevas que están haciendo música, los jóvenes de 14, 15 años, para que se puedan motivar, sacar música con esta librería que les voy a dejar, y al rato tendrán pasión por estos aparatos o armar sus propios sintetizadores, ver cosas propositivas y no estar viendo los mismos refritos de siempre”. — Este regreso a sus raíces, la manera de materializar su experiencia, ¿los llevó a generar una propuesta con la Filarmónica de la Ciudad de México? “También fue esa otra parte de nosotros como Nortec, ya no somos unos jovencitos, tenemos desde finales de los 80s componiendo y produciendo. Ya queremos apostar por hacer cosas más arriesgadas y que podamos experimentar en otros campos que tengan que ver con la música electrónica, con elementos. “Por ejemplo, lo hicimos con Entijuanarte, fue la unión entre la OBC y lo que era el sonido Nortec. La experiencia fue buena, aprendimos un montón, se hicieron arreglos impresionantes para nuestras piezas, como era Entijuanarte, se hizo en el exterior, se alargó el tiempo, y al final solo hubo como ocho piezas con música clásica; haz de cuenta el ensamble acompañado de la OBC, acompañamiento a la música. “Más que rehacer las canciones, la OBC solo acompañó, ahora hicimos todo lo contrario. Tuvimos un concierto con la sinfónica de la UABC, y ahí fue algo que hicieron ellos, donde nosotros fuimos acompañamiento de ellos, entonces se hicieron nuevos arreglos pensados para una sinfónica, en este caso una filarmónica, en el cual, Bostich y yo, llevamos nuestros sintetizadores y estamos con nuestras partituras, siguiendo al director, lo seguimos a él, nosotros nos volvemos un músico más de la filarmónica en este caso, llega nuestro turno, metemos sampleos, sintetizadores en vivo. “El sonido es distinto, a nosotros nos ves sentados, como un músico más, hay piezas que son completamente con la filarmónica. De repente escuchas ‘Trip to Ensenada’ y no tocamos nada, ahí somos un músico sentado esperando su turno. Es la idea que estamos incursionando, creo que es una forma nueva de apreciar a Nortec, en este caso, ir al Zócalo de la Ciudad de México y escuchar las canciones que conoces, pero ya con la filarmónica”, subrayó Pepe Mogt, quien junto a su inseparable compañero Ramón Amor Amezcua, se presentarán el domingo 23 de marzo en el Zócalo de la capital mexicana, para clausurar el Festival de la Ciudad de México. — ¿Llevarán este ensamble sinfónico de gira? “Sí, es el plan, es un proyecto que no salió al azar, ya lo veníamos cocinando desde aquella intervención con la Orquesta de Baja California, pero no habíamos tenido la oportunidad de hacer los arreglos para tocar, de manera que estuviéramos contentos de sacar este proyecto totalmente sinfónico, entonces, ya ahorita logramos las partituras, tenemos un equipo de trabajo, ya está todo armado, lo tenemos tan armado que ya lo ofrecemos a los diferentes estados de México, ya hay invitaciones internacionales. Lo vamos a llevar a cualquier lugar para ensamblarlo con la orquesta local. Viajamos con las partituras, tenemos un director que es Álvaro Díaz, viajamos con él, ellos tienen su propio lenguaje y entre ellos se entienden, el concierto se hace con el director local, con la orquesta sinfónica, y ya las partituras las ensayan ellos, y ya lo presentamos. Ya hay presentaciones en Oaxaca, Aguascalientes, Saltillo, y se están cocinando otras en San Diego, California, y en el (Festival) Mutek de Montreal, Canadá”. — ¿Qué tiene más peso, la electrónica o la sinfónica? ¿Cómo han sabido lidiar con el lenguaje de la música clásica? “Realmente el peso es la sinfónica, no la electrónica. No aparece el acordeón ni nada, esto es otra onda, nos mirarán a Ramón y a mí tocando, pero la labor es de la sinfónica. Los arreglos los hizo el músico Luis Salazar, un ensenadense muy talentoso, necesitábamos un aliado local que tradujera nuestras canciones a un lenguaje sinfónico, porque cabe decir que cuando lo hicimos con la sinfónica de la UABC, Luis hizo las partituras para esa sinfónica, con un predeterminado número de músicos, y las partituras se tienen que hacer para 80 músicos, hay que rehacer todas las partituras, se puede decir que del lado sinfónico; Salazar ya es parte del equipo de Bostich y Fussible, y Álvaro Díaz es el director, hay casos en que viajará con nosotros para dirigir algunas filarmónicas o sinfónicas. “Cuando nosotros tenemos un arreglo electrónico nos sentamos a trabajar con él, o lo traducimos a ese lenguaje, vemos la manera de estructurar la canción de una u otra manera, como ellos que tienen la experiencia de trabajar. Hicimos el equipo perfecto, canalizamos y ejecutamos las ideas con sinfónicas juveniles, o Filarmónica de la Ciudad de México. Es un proceso y parte de la evolución de nosotros como músicos, no hay que dormirse en sus laureles, si seguimos en lo mismo se vuelve aburrido, Ramón y yo ya estábamos aburridos de hacer lo mismo, pero llegamos ahorita a sentir la misma emoción del primer día en que estábamos haciendo lo de Nortec. “Ahorita tenemos el asunto de la filarmónica, e incluso los visuales para esta presentación, Fritz Torres está haciendo la parte visual, se emociona más con esto”, comentó el compositor de “Tijuana Makes Me Happy”, quien junto a Bostich, también han estado de gira musicalizando en vivo la película muda “Puño de Hierro”, a base de sintetizadores análogos, producción que ha llegado a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Oaxaca, entre otras entidades. “La verdad es que estos últimos años han sido de bastante evolución para nosotros, y por eso este disco de ‘Motel Baja’, será como el cierre de una trilogía de Bostich + Fussible, que es ‘Tijuana Sound Machine’, que es el auto, ‘Bulevar 2000’ es la carretera y ‘Motel Baja’ es donde llega ese auto y se estaciona. Esa historia que ya la habíamos contemplado, que fuera una historia cerrada, que culmina, que viaja, y sobre todo que reúne todas las expectativas personales. “Estamos contentos por la evolución, no hacemos discos por complacer y por tiempos, no quisimos entregar un disco por cumplir, hacer un disco con acordeón ya no sorprende, no es novedad”, concluyó el creador de Nortec, quien se siente entusiasmado de redescubrir los orígenes de la música electrónica y regresar al uso de las máquinas.