Tratándose de pedir -o exigir- más allá de querer o necesitar, es imprescindible tener la seguridad que la persona o entidad a la que se hace el requerimiento, esté en posición o posibilidad de otorgarnos lo que precisamos o demandamos. No hay gran ciencia, la cultura popular lo simplifica: no se pueden pedir peras al olmo, simplemente no es natural exigir lo imposible porque esperar obtenerlo es vano, y eso es justo lo que hace el Servicio de Administración Tributaria (SAT) en México. Inmersos en su tarea recaudatoria, disfrazada -en parte- como una inexistente lucha contra el lavado de dinero de los grupos criminales, la Secretaría de Hacienda pretende controlar cada movimiento de dinero que se dé en el país. Con el sistema fiscal impuesto, el SAT deberá ser notificado de cada pago que se haga en México, por mínimo que sea, a través de las dichosas facturas y timbres electrónicos. Además de los impuestos que ya pagan las empresas con 10, 15, 20, 100 o más empleados, deberán gastar entre mil 500 y 2 mil 500 pesos por una membresía anual de un programa electrónico para emitir los timbres al SAT, y pagar entre 50 centavos y 2 pesos por cada timbre que emita. Por ejemplo, una empresa con 15 empleados deberá emitir 15 timbres a la semana o a la quincena, y pagar por cada uno de ellos. Para fruteros, taqueros y demás vendedores similares, la situación no pinta mejor, ya que además de comprar el programa, están obligados a timbrar mínimo una factura por día con el reporte de su venta, 365 timbres o más. Si a algún cliente se le ocurre pedir factura por un vaso de fruta o dos tacos, esa facturación también debe timbrase aparte. Cierto, el gobierno presume y promociona un programa de timbrado gratuito instalado en la pagina del SAT, el problema es que no funciona porque siempre está saturado, para poder ingresar hay que tener mucha paciencia y tiempo de ocio. De hecho, los cursos impartidos por funcionarios de Hacienda a pequeños contribuyentes han sido de mera teoría, porque entrar y mostrar la práctica, ha sido imposible. A pesar de que cada vez que se cuestiona a la Secretaría de Hacienda, aseguran que el desfase ya está solucionado, la realidad es que el problema apenas empieza, porque el sistema del SAT no tiene capacidad para soportar la demanda, ni siquiera la de los contribuyentes que ya cumplían. Los datos de 2013 indican que fueron solo 2.9 millones cumplidos, de un padrón de 49.5 millones registrados. Los años anteriores, incluido 2013, cada mes y/o trimestre que se vencía el plazo para presentar declaración, el sistema se caía o saturaba, e ingresar se volvía una labor titánica. Entonces, ¿qué es lo que va a pasar ahora que pretenden que los 49.2 millones de mexicanos (94 por ciento adicional) metan su información? De nuevo se va a caer, porque simplemente Hacienda no tiene la capacidad para brindar las facilidades necesarias. Y aunque sea obvio, debemos mencionar que además de las dificultades antes mencionadas, el taquero y sus similares, deberán tener acceso diario a una computadora, porque no hay otra manera de timbrar. Luego, las exigencias de un SAT que no provee los elementos para cumplir con sus imposiciones, se toparán con la triste realidad mexicana. La más superficial, conforme al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en la Encuesta 2013, solo el 30.7 por ciento de los hogares en México tiene acceso a internet. La más alarmante: conforme al Estudio 2012 del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al 70 por ciento de los empleados “no les alcanza” para comprar una canasta básica, mientras el Informe Latinobarómetro 2013 reportó que al 52% de los mexicanos, “no les alcanza” -el salario- y tiene grandes dificultades para cubrir sus necesidades”; pero igual hay que pagar para informarle al SAT cada peso que se gana, la mayoría honradamente y a punta de sudor. El Gobierno de la República anuncia que espera aumentar su recaudación, sin embargo, pronostica posibles resultados y requiere básicamente de observación y ejemplos. ¿Qué les parece el nuevo pago obligado de verificación vehicular para poder actualizar placas y tarjeta de circulación de los autos en Baja California? Lo único que provocó fue que la recaudación por este trámite bajara un 49.8 por ciento en relación al mismo período del año pasado. Y no es que la gente no quiera pagar… no puede. La diferencia es que probablemente, al no pagarle al gobierno de Enrique Peña Nieto, existe -ya amenazaron- la posibilidad de terminar en la cárcel, ¿qué le parece? Usted, contribuyente debidamente registrado que gana apenas para enfrentar sus responsabilidades y vivir dignamente (a veces), terminará en prisión, mientras los asesinos, vendedores de droga, narcotraficantes y lavadores de dinero continuarán disfrutando de su libertad comprada a funcionarios corruptos. El segundo resultado obvio será le generación de desempleo, tiendas que para sobrevivir incrementarán sus precios y cargárselos al consumidor, empresas que correrán a un porcentaje de sus empleados para seguir funcionando, o pequeños contribuyentes que de plano abandonarán su negocito. Al final, todos verán reducidas sus ganancias, y con ello, las oportunidades de desarrollo se irán por el retrete. Todo esto para que el Gobierno Federal empleé el dinero en dudosos programas asistencialistas, como la Cruzada contra el hambre, donde asumen que por darles despensas, leche Liconsa, o becas de la tercera edad a los más necesitados, tienen derecho a la falsa visión de dejar de considerarlos vulnerables o en pobreza extrema. Pero bueno, tampoco es un secreto que los políticos requieren de la rentabilidad electoral que les genera la pobreza, y los priistas son especialistas en el populismo asistencialista que gana votos de hambre abusando de la miseria. Por eso no extraña que no les importe producir más pobres, finalmente, con la desinformación reinante, ellos podrán maquillar las cifras como les parezca.