Gabriel García Márquez es un Premio Nobel de Literatura, por lo tanto considerado como una de las voces principales de las letras en español y un audaz sobreviviente de la era del llamado “Boom latinoamericano”. Además, tuvo la osadía de escribir “Cien años de soledad”, una novela que tiene la rareza de ser tan bien aceptada por la crítica especializada como por el lector más promedio. En una de ésas hasta algún Presidente mexicano de tiempos recientes ha tenido dicho libro en sus manos, que lo haya leído es otra historia, claro. Ahora, a sus 85 años, García Márquez inaugura boliches. En este caso se trata del Royal Bol, inaugurado la semana pasada en la exclusiva zona de Santa Fe, en la Ciudad de México, como uno de los negocios del empresario judío Jessie Milsteins. La arquitectura de este espacio de ocio lleva la firma del connotado Daniel Feldman Kazt. Con su esposa Mercedes Barcha del brazo, el Nobel de 1982 extendió su sonrisa mientras se dio el protocolo de un negocio intrascendente para la cultura y las artes. Las crónicas de medios capitalinos reportan que el autor comió muy bien, tomó su copa de vino, posó para las cámaras y luego cortó el listón del comercio ubicado en el lujoso complejo Garden Santa Fe, donde se especializan en pizzas, alitas picosas, papas a la francesa y “football nights”. Se ha comentado que la memoria y la lógica de García Márquez están en condiciones óptimas, sin embargo, llama la atención el tipo de invitaciones que un Nobel recibe en México para hacer presentaciones en público, tal vez sean las últimas de su inmejorable trayectoria como uno de los intelectuales más sesudos de habla hispana.