Inmersos desde el año 2008 en una crisis económica mundial que tiene a 52 millones de mexicanos (más de 77 millones según el investigador del Colegio de México, Julio Boltvinik) sumidos en la pobreza, los frívolos políticos mexicanos, locales, estatales y federales llanamente le dan la espalda a las necesidades de sus gobernados. En el informe 2012 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), se determinó que existen más de 20 millones de mexicanos en el desempleo;10 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan; 21.2 millones de personas en pobreza alimentaria; 30 millones de mexicanos cuyo sueldo no les permite comprar alimentos de la canasta ni pagar gastos en salud y educación; y 57 millones de ciudadanos “pobres de patrimonio” que además de lo anterior, están imposibilitados de cubrir sus necesidades de vestido, vivienda y transporte. Más de 1 millón de pobres solo en Baja California. Adicionalmente de acuerdo al informe de la Organización de las Naciones Unidas en su documento Prospectivas Mundiales 2010-2013, el próximo año no será mejor, “crecimiento anémico”, lo vaticinaron. Sin embargo, esa situación tiene sin cuidado a los gobernantes, de entrada la administración estatal de Baja California, y los cinco ayuntamientos, Ensenada, Mexicali, Tecate, y en menor proporción Rosarito y Tijuana, pero ninguno cumplió con su obligación de optimizar recursos y se excedieron en los gastos. Tan así que a poco más de dos meses del fin de año ya admitieron que no tiene recursos suficientes para cumplir con sus responsabilidades y pagar las deudas en diciembre. En lugar de ahorrar, eliminar viajes, gastos de representación, reducirse –pero en serio– sueldos, adelgazar la obesa nómina, engordada a fuerza de pagar favores políticos como si el estado fuera una agencia de colocaciones, el gobierno de José Guadalupe Osuna Millán apoyado por un voraz congreso que toma su parte del botín económico, ha recurrido a una serie de préstamo y se lo reparten como si pagarlos no representara un golpe por adelantado a las finanzas de los próximos tres o cuatro gobiernos. Dejarán el estado hipotecado, pero qué más da, ellos recurren precisamente a lo que tiene a todos los gobiernos del mundo en recesión, el endeudamiento excesivo y al gasto sin control, sin abatir la corrupción gubernamental. Mientras los gobernados están arrinconados, gastando apenas en lo preciso. En lugar de invertir el mayor porcentaje del presupuesto en obras necesarias de infraestructura y programas de combate a la pobreza, gastan el dinero de los ciudadanos en ocurrencias de lucimiento, por ejemplo el canal de televisión del ayuntamiento “TV Tijuana”; o los dos años de viajes a México del alcalde Bustamante con el pretexto de una ruta troncal y un plan metropolitano que no terminan de cuajar. Y qué tal la renovación del alumbrado público de Ensenada por un sistema “led”, cuando por un inútil o el gasto en la campaña mediática con las siglas de su nombre, cuando el grosero jaloneo político del cabildo porteño retiene la inversión del federal ramo 33 en infraestructura social municipal. La sensación de estar siendo violentado por políticos vacíos abusivos se incrementa cuando un puñado de ex panistas y ex perredistas que no fueron favorecidos con puestos en sus partidos deciden seguir consumiendo de la ubre pública y crear otro partido que los mexicanos deberán mantener. Lo mismo que el partido que quiere crear el candidato a la presidencia perdedor, Andrés Manuel López Obrador. Este sentimiento de indefensión ante el ataque, puede alcanzar niveles de justificado temor cuando el presidente electo que administrará los recursos los próximos seis años, Enrique Peña Nieto, en su afán de quedar bien, se atreve a ofrecerle a la madre patria España ayuda para salir de la crisis, como si “el hambre” estuviera en posición de ofertarle “a la necesidad” ¿acaso nadie le ha informado de la situación que viven en su país los millones de ciudadanos en pobreza extrema? O de plano se trata de continuar políticas que mantienen a los mexicanos menos favorecidos abandonados mientras los mexicanos somos obligados a seguir manteniendo gobiernos superficiales ocupados solo en cultivar con trampas y prebendas, una falsa imagen pública. Ocultando los indicadores económicos reales, mintiendo respecto al desempleo masivo, apoyando la generación de créditos inmobiliarios sin sustento, el crédito al consumo sin control para después de 3 ó 6 años terminar peor que al principio de sus administraciones, con gobiernos y ciudadanos más endeudados y prácticamente incapaces de superar la recesión.