En medio de un clima adverso, la necesidad del contacto humano que provoque retos y emociones que alimenten el cine, y ante un futuro incierto frente al panorama digital que propone plataformas de streaming, el séptimo arte sobrevive a inminente acomodo evidenciado en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF), encuentro fílmico que festejó su primer cuarto de siglo de abonar al bienestar del cine nacional