Revela León Portilla en la edición facsimilar de las Cartas de Salvatierra, que el jesuita acostumbraba en su estancia en la Ciudad de México y Tepotzotlán, “pasar su día de descanso en la Villa de Guadalupe”.
La primera imagen de Nuestra Señora de Guadalupe llegó al noroeste de la Nueva España, hoy México, cuando el misionero Eusebio Kino solicito a Juan Correa, pintor virreinal, una copia a mano del original del Tepeyac.