Cuando los israelitas eran oprimidos en la cautividad y esclavitud sirviendo a los egipcios y al Faraón, Dios mismo envió plagas para hacerle entender a los opresores que defiende al sencillo y débil. Él los protegió y los liberaría de un Imperio superior en armas y soldados, pero que son nada ante la mano omnipotente del pueblo judío.
Es sorprendente cómo en las catedrales y templos de enormes ciudades, las personas, mendigos de Dios, necesitadas de lo sobrenatural, se postran siquiera unos minutos para entrar en sí mismas, descansar, cerrar los ojos, y abrir el corazón con sus necesidades mentales, espirituales, afectivas y materiales.
Reflexiona santo Tomás de Aquino cuál es, en relación con las demás ciencias prácticas, la dignidad de la política, su rango. Se ha visto –dice- en efecto, que como todas las demás comunidades humanas deben referirse a la ciudad; es ella la más importante de cuantas la razón humana pueda constituir.
El cristianismo forma parte de la humanidad, tanto que expresamos sin mucho pensar: Antes o Después de Cristo; a.C., o d.C., como los que saben de electricidad: corriente alterna o corriente directa.