Como si las alcaldías tuvieran suficiente capital para realizar vialidades, puentes, obras que facilitaran los traslados; por lo pronto el gobierno estatal está construyendo algunas obras que en la Zona Este ayudarán bastante, en especial desde la tercera sección del Río Tijuana.
En esta encarnizada lucha por ocupar uno de los veinte mil y pico de puestos de elección por voto, para la presidencia hay dos mujeres que la disputan.
Parecería que son suficientes los lugares que se ofrecen a los candidatos a puestos públicos. Muchos que todo se creen, pronto buscaron en sus historias personales, información para enamorar a los posibles electores. El problema es que los “huesos” no alcanzan para todos y el 2 de junio habrá muchos decepcionados.
Hace unos días en Baja California se produjo una mediática campaña social, mucho más ruidosa que la desatada por la alcaldesa Monserrat (sin “t” intermedia) cuando declaró que “Tijuana era un Mazapán”.
Diariamente las familias mexicanas dedicamos tiempo para hablar de la inseguridad que campea en nuestra patria. Las autoridades dicen que todo está bien, pues la delincuencia está siendo abatida.
Millones de mexicanos nunca habíamos creído que esta Patria nuestra llegaría a tener un Presidente tan especial como el que habita en Palacio Nacional. Se le admite todo, se aceptan sus descalificaciones; acusa, insulta, menosprecia y siente terror de que “le falten el respeto a su investidura”.
La alcaldesa de Tijuana, de los tribunales donde ocupaba un modesto lugar, la alborotaron para que fuera legisladora local ¡y se le hizo! Fue diputada y hasta presidenta del Congreso. Aunque ya se sabe que esos puestos no son por capacidad o inteligencia, sino por arreglos cupulares.
Decía Efraín: “En cualquier país del mundo, debe ser la convicción vital de las gentes la que motive una política democrática, servicial, capaz de elevar niveles de vida material y estatura moral de las gentes” (Persona, Sociedad y Política. PAN).