Hoy está de moda criticar a los gobiernos pasados, pero los del presente no han resultado eficientes en la administración pública. Serán referencia por la ineptitud y la autopromoción que se hicieron ¿Les sirvió para algo? Lo veremos.
Se celebraron las elecciones más grandes de la historia mexicana en cuanto a puestos de elección. Aunque semanas previas estuvieron llenas de sangre por...
El 2 de junio, acudamos a votar. Ojalá que las urnas se llenen con 60 millones de sufragios. Ya que se gastaron miles de millones de pesos aportados por los que pagamos impuestos, más los entregados por la iniciativa privada, disfrutemos votando por quienes nos convencieron con sus acciones pasadas y sus conductas actuales.
CDMX y Tijuana con el mismo dolor. Allá en la capital mexicana, los “maestros” de la CNTE; aquí en la llamada “ciudad más visitada del mundo”, los del Ejido Maclovio Rojas han decidido “bloquear” las actividades de las poblaciones para hacerse oír por las autoridades estatales.
Como si las alcaldías tuvieran suficiente capital para realizar vialidades, puentes, obras que facilitaran los traslados; por lo pronto el gobierno estatal está construyendo algunas obras que en la Zona Este ayudarán bastante, en especial desde la tercera sección del Río Tijuana.
En esta encarnizada lucha por ocupar uno de los veinte mil y pico de puestos de elección por voto, para la presidencia hay dos mujeres que la disputan.
Parecería que son suficientes los lugares que se ofrecen a los candidatos a puestos públicos. Muchos que todo se creen, pronto buscaron en sus historias personales, información para enamorar a los posibles electores. El problema es que los “huesos” no alcanzan para todos y el 2 de junio habrá muchos decepcionados.
Para los titulares de las alcaldías que pudieron reelegirse y para los suplentes que les están cuidando las sillas como en Mexicali, Ensenada y Tecate, hay que recordarles que la administración pública tiene una serie de reglas y programas que se deben cumplir.
Hace unos días en Baja California se produjo una mediática campaña social, mucho más ruidosa que la desatada por la alcaldesa Monserrat (sin “t” intermedia) cuando declaró que “Tijuana era un Mazapán”.