En los años de 1926 San Juan de Los Lagos, Jalisco, era un poblado chico. Los domingos bajaba mucha gente de las rancherías; primero acudían a misa, luego a surtir provisiones y por la noche las famosas “serenatas” (así le llamaban).
En los años de 1926 San Juan de Los Lagos, Jalisco, era un poblado chico. Los domingos bajaba mucha gente de las rancherías; primero acudían a misa, luego a surtir provisiones y por la noche las famosas “serenatas” (así le llamaban).