Cuando llegó su turno, Lázaro aspiró a catapultar las instituciones creadas y consolidadas por sus predecesores (Plutarco Elías Calles, de 1924 a 1928; Emilio Portes Gil, de 1928 a 1930; Pascual Ortiz Rubio, entre 1930 y 1932, y Abelardo Rodríguez Luján, de 1932 a 1934). Así, en su cuarto año de gobierno decidió estatizar el petróleo mexicano cuyo control se encontraba en manos de empresas extranjeras.