Sería hasta enero de 1824 cuando se establecería una “República representativa popular federal”, mediante el Acta Constitutiva de la Federación. Tal disposición se ratificaría meses más tarde con la promulgación de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, dividiendo así al Supremo Poder de la Federación en tres órganos: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial.
Regresando al escrito de Maquiavelo, me resulta sorprendente cómo este libro de más de 500 años es tan vigente. Pareciera que, en esas breves líneas, el filósofo florentino retratara al México del siglo XX y lo que ha transcurrido del XXI.
En el pasado, existieron gestiones presidenciales similares, como la de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), quien fue dispendioso. Las consecuencias financieras fueron catastróficas. Luego de ese gobierno, padecimos dos sexenios de inestabilidad económica.
Vítores, fanfarrias, parafernalia, desfiles, y sumisión total ante la figura del Presidente era como se celebraba cada 1 de septiembre; eso sí, siempre en el ambiente de algarabía que caracteriza a los mexicanos. La obligación de informar con prontitud y transparencia fue transformada en la fiesta del Presidente.
Así como lo lee. López Obrador, quien siempre se ha dicho partidario de la democracia y simpatizante de personajes como Francisco I. Madero, impulsó una estrategia muy similar a la que llevaría a Victoriano Huerta al poder en 1913: usar a un intermediario para hacerse del poder.
Para quienes tienen interés en conocer detalladamente el sistema político mexicano de nuestra época, La sombra del caudillo es un referente, pues retrata a la perfección cómo inició el caudillismo mexicano en el siglo XX; modelo del cual, podría decirse, hoy “gozamos” en una versión “remasterizada”.
Dicen que no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se llegue. Así, el próximo domingo 2 de junio habrá de llevarse a cabo la jornada electoral mediante la cual decidiremos quién será la o el próximo Presidente de México, senadores, diputados federales, diputados locales, presidentes municipales, síndicos, regidores y gobernadores, en algunos casos.
La actividad política no es la excepción. Simular que se hace, cuando realmente no se hace nada, es más común de lo que imaginamos y deseamos. Casi pareciera un requisito para participar en la vida pública de nuestros días.
A diferencia de sus mentores, Aristóteles fue un filósofo pragmático. Sus estudios fueron desde la biología y la lógica hasta la ciencia política y la medicina. De la genialidad de Aristóteles surgió el concepto de “Zoon politikon”, el cual se traduce literalmente como: “animal político”.