El relevo en la presidencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ahora en manos del ministro Gilberto Bátiz, es tímido frente a los problemas heredados por la ministra Mónica Soto. Durante seis años, el tribunal se dividió, una parte se replegó con el poder y se convirtió en un apéndice de las cúpulas partidistas; la otra parte fue segregada.