Iban detrás de la marrana a media calle. Todavía sin pelambre y de piel rosada. Los cochinitos caminaban en hilera y veloces. No había necesidad de arriarlos. Por cada zancada de la madre velozmente daban cinco o seis. Se parecían a ese conejito en el comercial de las baterías. Siempre pensé que iban tras de […]