Por qué no ganó un Óscar en cualquiera de las dos categorías en las cuales este excepcional filme estuvo nominado, es francamente incomprensible. Y es que esta joya cinematográfica de Alexander Nanau no tiene rival, su trascendencia es indiscutible y su manera de exponer el valor del periodismo para una sociedad agobiada por un gobierno corrupto y mentiroso es más que genial.