Sean Baker es un cineasta fascinante. Quedó demostrado con "The Florida Project" y ahora a través de este magistral filme que escribe y dirige atrapando al difícil público de Cannes, con lo que bien se ha descrito como una versión de "La Cenicienta" para estos tiempos tan revueltos.
Hay pocos directores que se interesen por el romance y John Crowley afortunadamente es uno de ellos. En “Brooklyn”, demostró que sabe manejar el género sin rozar siquiera lo cursi, sino adentrándose en las poderosas emociones de quienes todavía se atreven a enamorarse.
Brendan Gleeson aparece como el odioso custodio del hospital psiquiátrico en el que ambos personajes se encuentran. Sabemos que el Guasón está recluido ahí porque debe cuatro vidas o tal vez cinco, incluyendo la de su madre, que siempre lo mantuvo bajo su yugo.
La coincidencia de la obra de Shakespeare con la realidad de los Mueller es gracias al ingenio de O'Sullivan para desarrollar la premisa y llevarla a su desenlace con un extraordinario trabajo de los Kupferer, padre e hija en la vida real.
Damian Mc Carthy es un director que hay que tener en la mira. En su cine evidencia el peso de la edición y la fotografía para contar historias, sobre todo si se inscriben en el Género H.
La aventura comienza cuando esta anciana es víctima de un fraude telefónico y toma el toro por los cuernos en busca de los delincuentes. La tarea detectivesca tiene un cómplice de nombre Shaft (Richard Roundtree) y, claro, las mejores escenas con Hechinger; todo basado en una anécdota personal de Margolin y su abuela.
Rose no es nada recatada y su personalidad extrovertida llama la atención de Edith, que quiere hacer una amistad con su nueva vecina. El resultado es una confrontación con la familia y el posterior envío de las vulgares misivas.
Esta película no es un estreno en Netflix, mucho menos en la cartelera, pero trasciende en estos momentos porque se basa en las memorias de J.D. Vance, el joven republicano que aspira a la Vicepresidencia de Estados Unidos, hombro a hombro con Donald Trump.
Escrita por el Baltasar Kormákur y Ólafur Jóhann Ólafsson (autor de la novela en la que se basa este guion), la película del realizador islandés es una bocanada de aire fresco en una cartelera en donde el romance se ha perdido entre historias de superhéroes, el Género H y la acción.