Cualquier líder de la “Cuarta Transformación” puede considerarse un redentor en el momento que lo desea, y la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, lo hizo al darle espacio dentro de su equipo a varios de los siniestros personajes que conformaron la XXII Legislatura que, antes de concluir, promovió la conocida como “Ley Bonilla”, considerada por ministros de la SCJN como un fraude constitucional