A más tardar en febrero de este 2022, si no es que aparece otra variante de la COVID-19, y si los gobernadores y el Presidente no indican lo contrario, la mayoría de los estudiantes mexicanos, aquellos que no desertaron, aquellos que fueron apoyados por sus padres, por un programa o una asociación, regresarán a los salones de clase, y dejarán atrás los años perdidos de la educación en México, de los cuales aun desconocemos las consecuencias.