Kelsey Mann le ha seguido bien la pista a Riley (Kensington Tallman), aunque ya pasaron tres años y esta niña sigue siendo excelente porque mantiene el punto de equilibrio entre la Alegría, la Tristeza, la Ira, el Desagrado y el Miedo y así ha ido moldeando su personalidad.
Arkasha Stevenson es responsable de esta precuela a la trilogía setentera-ochentera que contó cómo el anticristo se habría incrustado en la sociedad de aquel entonces.
(Zendaya).
Los tres aspiraron a ser estrellas del tenis, pero el único que realmente llegó a la cima fue Patrick, mientras que Art perseveró y Tashi terminó siendo su esposa y entrenadora. El tema aquí no es el deporte, sino los encuentros y desencuentros de este competitivo trío que se acerca demasiado mutuamente.
Del director Daniel Calparsoro viene este poderoso thriller que expone cómo el sector inmobiliario se convirtió en el mejor método para el lavado de dinero en España durante la primera década del nuevo milenio.
Vaya, qué película tan entretenida donde entre más mal le va a los personajes mejor se pone la cosa. Escrita y dirigida por Francis Galluppi, la cinta tiene como lugar una gasolinera y una cafetería adyacente, en un rincón de Arizona hace unos 50 años.
Qué película tan divertida, la verdad, con Ryan Gosling en el estelar como un doble de películas de acción llamado Colt Seavers, a quien conocemos soportando al actor estrella de una película de nombre Tom Ryder (Aaron Taylor-Johnson), un divo insoportable, pero muy taquillero, que no reconoce el trabajo de su colega.
La historia gira en torno a Lou (Kristen Stewart), una taciturna gerente de un gimnasio, enamorada de Jackie (Katy O’Brien), una fisicoculturista que quiere probar suerte en Las Vegas, pero primero había estado enredada con varios de los familiares de Lou, vaya clan.
En el centro está Ray (John Magaro), un empleado en crisis económica y sentimental que sin solicitarlo recibe la noticia de parte de quien se ostenta como detective privado (Steve Zahn) respecto a la infidelidad de su esposa Stacy-Lynn (Megan Stevenson).
Cuando el escándalo de Jeffrey Epstein estalló en los medios a nivel internacional, nombres de figuras públicas, del espectáculo, líderes mundiales y acaudalados empresarios empezaron a ser vinculados con el infame emporio de jóvenes, algunas de ellas menores de edad, que fueron engañadas en unos casos, y en otros, prácticamente obligadas a ejercer la prostitución.
La mujer le pide que la lleve a la ciudad, el hombre responde con evasivas y de pronto no se sabe si la chica ha llegado al lugar más equivocado. Sin embargo, conforme la interacción entre estos dos extraños crece, comienza a crecer la tensión y de pronto ya no se sabe quién representa un peligro para el otro.