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viernes, noviembre 1, 2024
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LAS CINCO ESCAPADAS DE “EL CHAPO”

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Con la huida del 9 de octubre cuando se encontraba en unas hechizas cabañas en la sierra del Triángulo Dorado, Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, lleva por lo menos cinco escapadas de la justicia. En dos ocasiones se ha fugado de prisiones de máxima seguridad. La primera vez en 2001 cuando en contubernio con custodios y funcionarios del penal de Puente Grande, Jalisco, salió en un carro de ropa para lavar. La segunda cuando, justifica la Procuradora Arely Gómez, orquestado el plan por su abogado Óscar Manuel Gómez Núñez, el capo escapó por un boquete en el subsuelo de su regadera y atravesó un narcotúnel hasta encontrar la libertad en una casa del Estado de México en julio de 2015. En por lo menos otras dos ocasiones “El Chapo” escapó del operativo para detenerlo. La primera ocasión cuando la Policía Federal “llegó tarde” a la residencia que en Los Cabos tenía el narcotraficante y donde se había dado cita con una prostituta en el año 2012, según una cocinera localizada en la casa. Nueve días antes que le aprehendieran por segunda ocasión en febrero de 2014, en Culiacán, Sinaloa pudo escapar de los oficiales utilizando una red de pasadizos subterráneos que conectaban más de cinco casas que dispuso para evadir a la justicia. La quinta escapada de “El Chapo” sucedió el 9 de octubre en las inmediaciones de Durango y Sinaloa, cuando aprovechando la geografía y la flora de la Sierra, pudo avistar el operativo aéreo que iba por él, y huir con sus secuaces –todos vivían en las cabañas hechizas donde se ocultaban– aun herido por una caída según relataron las cocineras que le atendían.   LAS CONFIRMACIONES DE PGR La consignación de más personas vinculadas con su escapatoria; cateos en ranchos y caseríos en la sierra del Triángulo Dorado; una incesante persecución por montañas, barrancas y cuevas; y un nuevo juicio de amparo promovido por sus abogados son las novedades que mantienen a Joaquín “El Chapo” Guzmán en las primeras planas de los diarios y titulares de los medios electrónicos. Las filtraciones de la Procuraduría General de la República le allanan el camino al área de comunicación social de la propia dependencia, que de esa manera socializa la noticia a través de sus dos o tres voceros voluntarios –cuyo premio es la primicia– y más tarde la confirma a través de sus principales funcionarios. Las novedades sobre el caso del líder del Cártel de Sinaloa llegan por dos vías. Las relacionadas con la búsqueda y persecución en la zona serrana son proporcionadas por medios de comunicación extranjeros que están muy bien enterados, y las noticias de la investigación de la fuga por un columnista y conductor de televisión, que se da el lujo de informar hasta en tres entregas para que simplemente la procuradora Arely Gómez confirme las versiones. El aparatoso operativo de recaptura de “El Chapo” Guzmán, lo lleva a cabo en el campo la Marina, misma institución que en el pasado y con la información de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA) ya ha participado en la aprehensión o la ejecución –en presumibles enfrentamientos– de otros narcotraficantes como Arturo Beltrán Leyva “El Barbas”, en Morelos.   LESIONES DE “EL CHAPO” De acuerdo con la cadena CNN en español, las lesiones que sufrió el narcotraficante Joaquín Archivaldo Guzmán en el rostro y en una pierna, fueron producto de una caída en un pequeño acantilado durante la persecución de que fue objeto por parte de elementos de la Marina. Presuntamente el delincuente fue rescatado del sitio en que cayó por sus escoltas antes de que las fuerzas especiales llegaran hasta él. Los hechos habrían ocurrido el 9 de octubre cuando “El Chapo” fue ubicado en las inmediaciones de Cosalá, Sinaloa, en la sierra limítrofe con Tamazula, Durango. Presuntamente el originario de La Tuna estaba en compañía de una niña, lo que obligó a los oficiales a actuar con cautela. Cuando Guzmán Loera fue visto de nuevo, sin la niña, empezó una persecución vía tierra. En su desesperación, Joaquín cayó en el acantilado, donde se cree que se rompió una pierna y se causó heridas en la cara. Sus esbirros descendieron al fondo del lugar y se lo llevaron oculto entre la tupida vegetación de la zona. Los perseguidores no contaban en ese momento con apoyo aéreo o terrestre para seguirle. Tras este incidente y con el arribo de un mayor número de tropas de la Marina, diversos ranchos y residencias han sido cateados, tanto en la zona serrana, como en la misma capital sinaloense. Una de las viviendas inspeccionadas fue la de la familia de Miguel Ángel Guzmán Loera “El Mudo”, actualmente preso en el penal de máxima seguridad número 13, en Oaxaca. Las autoridades ubican a “El Chapo” Guzmán en la región desde mediados de agosto cuando fueron detenidos y arraigados cuatro pilotos que participaron en el traslado del fugado, desde el estado de Querétaro a la sierra del Triángulo Dorado, donde presuntamente se construyeron varias cabañas para ocultar al fugitivo, su mujer, sus hijas y sus guardaespaldas. También la localización y arraigo –por esas mismas fechas– de Édgar Coronel Aispuro, cuñado del capo, fue una de las piezas claves para dar con el paradero de éste.   VERSIÓN OFICIAL En tanto los defensores de Joaquín Guzmán presentaron en el Juzgado Decimotercero de Distrito de Amparo en Materia Penal del D.F. una nueva demanda de amparo contra la orden de detención provisional con fines de extradición, la procuradora de la nación, Arely Gómez González, dio a conocer la consignación de quienes –desde el exterior– operaron la fuga del penal del Altiplano.

Tras “El Mencho” y el CJNG

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La captura de algunos de sus principales lugartenientes y uno de sus hijos, el señalamiento de autoridades norteamericanas sobre la organización criminal y familiar, la persecución policial a las personas de su confianza y el aseguramiento de bienes, mantienen en alerta al narcotraficante michoacano Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”. Aunque la operación federal para detener al líder del Cártel Jalisco Nueva Generación no ha sido tan espectacular como el ataque del grupo delictivo en contra de las fuerzas armadas en mayo, con el derribo de un helicóptero y muerte de militares, lentamente se observan resultados que conducen a las autoridades a pisarle los talones al capo. Durante 2015 han sido detenidos algunos de los operadores del cártel de “Los Torcidos”, llamados así porque supuestamente traicionaron a la facción del Cártel de Sinaloa en Jalisco, tras la muerte de Ignacio Coronel Villarreal y la detención de los hermanos Nava Valencia. La captura más relevante fue la de Abigael González Valencia, cuñado del “Mencho” y líder de la organización de “Los Cuinis”, atrapado en Puerto Vallarta el último día de febrero. A ese hecho siguieron una serie de episodios violentos en los que los órganos del Estado salieron muy mal librados. Los delincuentes emboscaron a elementos de la Gendarmería Nacional y de la Fuerza Única del Gobierno de Jalisco en distintas acciones. Después se presentaría el ataque a los militares. La respuesta no se hizo esperar. En los mismos brutales acontecimientos del primero de mayo en la Costa Sur de Jalisco, elementos castrenses abatieron a ocho vecinos de los municipios de Casimiro Castillo y Villa Purificación. Posteriormente, soldados y federales mataron a 42 personas en un rancho de Tanhuato, Michoacán. En acciones menos violentas, las fuerzas federales han detenido en fila a presuntos líderes de diferentes plazas del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Se trata de Víctor Manuel García Orozco “El Mono”, Rubén Oseguera González “El Menchito”, Javier Guerrero Covarrubias “El Javi”, Yhovani Castro Urbano “El Duende” y recientemente, Daniel Quintero Riestra “Danny Quintero”.    Esposa e hija del “Mencho” La identificación que hicieron autoridades de los Estados Unidos de los miembros y activos financieros del CJNG y de su organización criminal socia, “Los Cuinis”, ha mantenido en zozobra a algunos de los implicados. Nemesio Oseguera Cervantes, que también utiliza los nombres de Nemesio Oseguera Ramos o Rubén Oseguera Cervantes y sus cuñados “Los Cuinis”, no han emprendido algún tipo de defensa legal, pues se encuentran a salto de mata. Sin embargo, después de las aprehensiones antes referidas, la esposa del capo, Rosalinda González Valencia y su hija, Jessica Johanna Oseguera González, hermana de Rubén “El Menchito”, extremaron sus precauciones para seguir haciendo su vida normal en la zona metropolitana de Guadalajara. Ambas recurrieron a un juicio de amparo en contra de una posible detención. Rosalinda, la mujer que hizo posible la vinculación familiar entre “El Mencho” y “Los Cuinis”, promovió una demanda de garantías ante el Juzgado Primero de Distrito de Amparo en Materia Penal del Estado de Jalisco para no ser aprehendida. La resolución del amparo podría emitirse después de la audiencia constitucional el 20 de octubre próximo. En tanto, la michoacana cuenta con una suspensión provisional tras serle exigida una caución de 35 mil pesos. Por su parte, Jessica Johanna Oseguera González, propietaria de un restaurante de comida japonesa en Guadalajara y socia de una empresa turística que renta cabañas en la sierra de Tapalpa, solicitó su protección contra una eventual captura ante el Juzgado Quinto de Distrito de Amparo en Materia Penal. La joven señaló como actos reclamados “orden de aprehensión, detención, citación, presentación, comparecencia, arraigo o reaprehensión”, de parte de alguno de los jueces de distrito penales federales en el Estado de Jalisco. También le fue concedida la suspensión provisional por la cantidad de 50 mil pesos. Debido a que no existe mandamiento judicial alguno en su contra, el juicio fue sobreseído. Por ahora la mujer y su hija parecen no contar con orden de aprehensión en su contra. Tampoco Leisha Oseguera González, quien no ha recurrido al amparo. Sus preocupaciones se incrementaron en semanas recientes, pues Rubén “El Menchito” fue cambiado de centro penitenciario, del penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, en el Estado de México, al CEFERESO Número 3 en Matamoros, Tamaulipas. Desde Guadalajara, su abogado se trasladó a la frontera norte para promover un amparo a favor de Rubén, quien en sus primeros días en Matamoros, se queja de “incomunicación, tortura, golpes, palos, azotes, tratos inhumanos y degradantes”. La demanda fue radicada en el Juzgado de Distrito en Materia de Amparo y Juicios Federales en el Estado de Tamaulipas.  “Danny Quintero”, matón El lunes 12 de octubre, las fuerzas federales detuvieron en Quintana Roo a una pieza muy importante del Cártel Jalisco Nueva Generación: Daniel Quintero Riestra “Danny Quintero”, jefe de plaza del CJNG en Guadalajara y enlace de relaciones públicas y políticas. Formaba parte de los 122 objetivos prioritarios del Gobierno de la República. Quintero Riestra fue seguido durante meses por la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y finalmente localizado cuando se encontraba de paseo en una embarcación a tres millas náuticas de Isla Mujeres. Las autoridades tenían la información de que pernoctaría en Cancún. A través de su titular, Renato Sales Heredia, la Comisión Nacional de Seguridad informó que “Danny Quintero” es señalado de participar en por lo menos cuatro asesinatos en el Estado de Jalisco, entre ellos el del ex secretario de Turismo, Jesús Gallegos Álvarez, y una modelo venezolana. También cuenta con orden de aprehensión por secuestro y homicidio. En la Fiscalía General del Estado de Jalisco se realiza la búsqueda de averiguaciones previas en las que está relacionado el personaje, conocido en Guadalajara por su facilidad para las relaciones públicas y presuntos vínculos con autoridades de anteriores administraciones municipales. Trascendió que existen más de 20 indagatorias, la mayoría de homicidios, en las que Quintero estaría ligado. “Danny Quintero” vivió sus primeras correrías en el crimen al convertirse en asaltante. A los 17 años, el 18 de julio de 2000, participó en la agresión a un policía municipal de Guadalajara, quien a causa de las lesiones quedó parapléjico. Después, a principios de julio de 2001 participó en el intento de homicidio de un joyero, quien viajaba en un vehículo blindado y los disparos de arma de fuego no lograron impactarle. Robos a mano armada de negocios y vehículos siguieron en la carrera delictiva de “Danny Quintero”, quien se cambiaba el nombre por los de Oswaldo Quintero Juárez y/o Fernando Hernández Guzmán y/o Erick Santiago Gámez. Hace ocho años, Daniel Quintero Riestra estuvo preso durante muy corto tiempo. La Policía le detuvo por su presunta participación en un doble homicidio ocurrido el 24 de noviembre de 2007 en el Bar Biósfera, en una exclusiva zona del municipio de Zapopan. Luego de discutir por una mujer, los asesinos de dos hombres huyeron en un auto BMW y, tras enfrentarse a tiros con la Policía de Zapopan, fueron capturados. Entre los aprehendidos estaba Quintero, quien portaba una pistola nueve milímetros. Hoy, el presunto jefe de célula del CJNG se encuentra a disposición del Agente del Ministerio Público de la Federación, adscrito a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada de la Procuraduría General de la República.   Asuntos pendientes   De las declaraciones que Daniel Quintero Riestra rinda ante las autoridades ministeriales, podrían aclararse más crímenes ocurridos en Jalisco, otras entidades y de la posible expansión del CJNG a la frontera del noroeste, en concreto a Tijuana. El máximo líder de la organización delictiva, Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, cuenta a la fecha con cinco órdenes de aprehensión emitidas por Juzgados federales y del fuero común en el Estado de Jalisco, por delitos como delincuencia organizada, delitos contra la salud y homicidio calificado. Además, al igual que “Danny Quintero”, Oseguera Cervantes es investigado en más de una veintena de averiguaciones previas estatales y más de media docena federales, entre ellas la iniciada por la desaparición de dos agentes federales en noviembre de 2013 y el posterior hallazgo de más de treinta fosas clandestinas en el municipio de La Barca, Jalisco, colindante con Michoacán. En los sepulcros había al menos 74 cuerpos humanos en estado de putrefacción.  

ONU aboga por secuestradores

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En 2009, las áreas de inteligencia militar y policiacas del Estado, ubicaban a Ramiro Ramírez Martínez “El Rambo”, Orlando Santaolaya Villarreal “El Chuletas”, Rodrigo Ramírez Martínez “El Gordo” y Ramiro López Vázquez, como operadores de Teodoro García Semental “El Teo”, jefe de la plaza del Cártel de Sinaloa en Baja California. Los detuvieron. Pero gracias a una recomendación emitida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a la incapacidad del gobierno mexicano para refutar los dichos y pruebas de tortura, podrían salir libres en menos de 90 días. De acuerdo con informes oficiales, el 16 de junio de 2009, personal militar recibió una llamada anónima acerca de “un grupo de personas que tenían a personas secuestradas” en Playas de Rosarito. El mando militar ordenó un operativo integrado por 14 soldados. A decir del parte informativo, los cuatro hombres fueron detenidos en una casa donde se encontraba secuestrado un hombre de 65 años. La Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) anunció la detención y el aseguramiento de mil 662 cartuchos, 20 armas, 278 cargadores, dinero en efectivo, vehículos y equipo táctico. Sin embargo, familiares de los detenidos denunciaron tortura por parte de los castrenses desde el momento de la aprehensión hasta el arraigo de 40 días -concedido por un juez- en el cuartel militar. Por lo tanto, exigían la “exclusión de pruebas obtenidas bajo tortura y confesiones no obtenidas ante un juez”. Casi tres años después, en 2012, el Comité contra la Tortura (CAT, por sus siglas en inglés) de la ONU, admitió la queja presentada por organismos de derechos humanos en México. Una mala integración del parte militar, atención médica negada a los detenidos, así como una lenta e ineficaz investigación de la Procuraduría General de la República (PGR) por tortura, fueron elementos determinantes para la recomendación. Al respecto, Raúl Ramírez Baena, ex procurador de Derechos Humanos en Baja California y quien ha defendido el caso, aseguró que los cuatro hombres, quienes se encuentran recluidos en el penal federal de Tepic, Nayarit, “están muy contentos, esperando que pronto sean liberados”.   Detrás de “El Teo”, “La Perra” y “El Kaibil”   Entre 2008 y 2009, en Tijuana se registraron más de mil homicidios, la mayoría debido a los enfrentamientos entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel Arellano Félix. Declaraciones ministeriales e informes de inteligencia, ubicaron a Ramiro Ramírez Martínez “El Rambo” dentro del organigrama del narcotraficante Teodoro García Semental “El Teo”, integrante del Cártel de Sinaloa y hoy preso en el penal El Altiplano de Almoloya de Juárez, Estado de México. A sus 21 años, en abril de 2006, Ramírez Martínez fue reclutado por “El Teo” cuando éste todavía trabajaba para los Arellano Félix, indican informes de seguridad. Orlando Santaolaya “El Chuletas” y “El Rambo” eran identificados por la autoridad como los autores de la decapitación de dos policías en Rosarito, los asesinatos de dos policías ministeriales, tres policías estatales preventivos, así como del ataque a balazos a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), entre más sucesos ocurridos entre 2006 y 2008. Así lo declaró Ángel Jácome Gamboa “El Kaibil”, ex policía municipal, miembro de la célula de “El Teo” y uno de los jefes de Ramírez Martínez, quien fue detenido en marzo de 2009. Jácome Gamboa además acusó a Ramírez y Santaolaya de traficar droga hacia Estados Unidos, secuestrar y ser parte de la administración del narcomenudeo en Rosarito. Filiberto Parra Ramos “La Perra”, detenido el 10 de junio de 2009 -una semana antes que “El Rambo” y “El Chuletas”-, corroboró esta información.   Versiones encontradas   En su declaración ministerial, Ramírez Martínez admitió haber participado en el secuestro de don Fernando, un hombre de 65 años de edad, jubilado y quien había permanecido cautivo durante 24 días. La víctima narró cómo para privarlo de la libertad, los secuestradores se identificaron como agentes federales y lo acusaron de violación. Frente a la prensa, don Fernando dio testimonio de cómo le amputaron el dedo índice de la mano para exigir rescate a su familia. Por su parte, “El Rambo” admitió en declaraciones que recibieron un pago de la familia del secuestrado, pero que Raydel López Uriarte “El Muletas” había dado la orden de pedir más dinero por él y después asesinarlo. “Se encontraba amarrado de pies y manos y vendado de los ojos, presentaba lesiones y evidentes signos de tortura”, detalla el informe que México rindió a las Naciones Unidas, sobre las condiciones en que el hombre fue encontrado.  Mientras la SEDENA sostiene que los cuatro hombres fueron detenidos en una casa ubicada en la colonia Carlos Salinas de Gortari en Playas de Rosarito, los quejosos “aportaron cinco pruebas testificales que confirman la detención de Ramiro y Rodrigo Ramírez y Orlando Santaolaya por contingentes militares frente al hotel Oceana”, detalla la recomendación. Ante la ONU, Ramiro Ramírez y Orlando Santaolaya admitieron haber respondido a los nombres “El Rambo” y “El Chuletas”, respectivamente, cuando fueron detenidos. Explican que fueron golpeados en la zona de las costillas, en el estómago y en la mandíbula, les colocaron bolsas de plástico conforme los interrogaban sobre secuestros. “Les aplicaron choques eléctricos en los genitales y otras partes del cuerpo… los militares les empezaron a arrancar uñas de los pies,  atados de manos y pies durante la noche y amordazado con cinta adhesiva”, es parte de la narrativa expuesta por los detenidos. Sostienen además que “firmaron su declaración ante el Agente del Ministerio Público con los ojos vendados y sin la presencia de un abogado de su elección”, aunque esta afirmación sería desechada por un Juzgado federal, el 1 de agosto de 2009. De esta forma, el 6 de agosto de 2009, el Juzgado dictó auto de formal prisión por los delitos de delincuencia organizada, posesión de armas exclusivas del Ejército, secuestro y robo. Cuando apelaron la decisión, el 8 de enero 2010, el Tribunal Unitario del 24 Circuito de Acapulco consideró que las declaraciones de tortura “carecían de valor probatorio, puesto que no existían otros medios de convicción que las sustentaran”. No obstante la PGR admite severas lesiones en dos de los detenidos. Una perforación de tímpano en Ramiro López y, por lo tanto, la pérdida del oído derecho; y una fractura de mandíbula en el rostro de Ramiro Ramírez.   Procedimiento contaminado de origen   En resumen, la queja presentada ante el CAT por los detenidos, expone que “los agentes del Estado les infligieron intencionalmente dolores y sufrimientos graves con el fin de obtener de ellos una confesión sobre la comisión de presuntos delitos de participación en una estructura criminal y secuestro de una persona”.

La “filtración”

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El miércoles y en Televisa, dieron a conocer en exclusiva, el video con audio de los momentos previos a la fuga de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” del penal de ex máxima seguridad El Altiplano, ubicado en Almoloya de Juárez, Estado de México. Si los mexicanos sospechaban de harta corrupción en la segunda escapada del narcotraficante de una prisión de máxima seguridad, cuando escucharon los sonidos de la celda número 20, no tuvieron la menor duda. Hubo y hay corrupción en el sistema penitenciario mexicano. Además controlado por la Comisión Nacional de Seguridad, que a su vez está en el organigrama de la Secretaría de Gobernación que dirige desde el inicio de sexenio de Enrique Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chong, a la postre protegido del señor Presidente y cabeza del Grupo Hidalgo, una suerte de secta política que maneja desde que gobernaba aquella entidad. Los ruidos de la celda se escuchan claramente a pesar de la pobre calidad de los aparatos de vídeo-vigilancia que tienen en El Altiplano. Se escucha cuando el capo ve un video de una canción y luego cambia a una programación regular. Y en el fondo, clarísimo, el martilleo de sus secuaces que perforaban el piso de la regadera de la celda. Clarísimo. No hay duda que utilizaban herramientas para desprender la loza de cemento y abrir el boquete por el cual “El Chapo” encontraría –otra vez– la libertad después de recorrer en motocicleta mil 500 metros hasta salir en la casucha construida exprofeso por su equipo de ingenieros, albañiles y compinches. Arely Gómez, la Procuradora General de la República había adelantado la semana pasada en su comparecencia ante el Senado de la República, que tendría información asombrosa producto de la investigación para no solo recapturar al narcotraficante, sino detener a la red que desde el gobierno de Peña y hasta el cártel de Sinaloa, fraguaron la fuga II de “El Chapo”. Esa información no la ha dado a conocer oficialmente. En su lugar, Televisa, el canal donde el hermano de la Procuradora es Director de Noticias, transmitió en exclusiva la fuga con audio e imagen. En política las casualidades no existen, y la casualidad en este caso es que la investigación sobre la fuga y Televisa, están unidas por dos hermanos. Los Gómez, Leopoldo y Arely. Para cerrar la trama de “la filtración”, el Comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales –subalterno de Osorio Chong– informó que se investigaría la filtración del video al considerarlo un acto ilegal. Minutos después la Procuraduría General de la República secundó: Será la Subprocuraduría especializada en Investigación de Delitos Federales de la PGR la que abriría la investigación por la filtración del video. No sin antes sugerir que la irregular acción pudo venir del Poder Judicial y no del Gobierno Federal, al asegurar que dicho video y otras cientos de pruebas se encuentran en las evidencias que presentaron al órgano jurisdiccional del Poder Judicial para sustentar el ejercicio de la acción penal. Ya solo falta que al modo de los casos sin solución en México, o politizados, se abra una Fiscalía Especial para determinar quién “filtró” el video que, evidentemente, es prueba fehaciente y determinante de la corrupción en El Altiplano y las Comisiones y Subsecretarías que le siguen. La realidad es que el caso de la segunda fuga de “El Chapo” continúa poniendo en evidencia la incapacidad del Estado mexicano no solo para controlar a un preso en un penal que se presume de máxima seguridad, sino para deslindar responsabilidades al interior de ese gobierno, que a base de corrupción es capaz de sorprender al mundo con la fuga del narcotraficante más buscado y ahora con los sonidos que todos escuchaban, menos los celadores, ni los supervisores, ni los de la Comisión Nacional de Seguridad, ni los del Cisen, ni los funcionarios del sistema penitenciario, solo los reos que vivían tras las rejas en vecindad con “El Chapo” y, que ahora se sabe, habían denunciado con anterioridad y tiempo a las autoridades penitenciarias de los ruidos de obra y excavación que escuchaban pero no los atendieron correctamente. “La filtración” del video de la segunda fuga de Guzmán, debe retumbar en los oídos del Presidente al convertirse, una vez más, en el jefe máximo de un gobierno que, clarito, también se escucha la corrupción. Más allá de buscar al “filtrador” del video con audio, la PGR debería estar informando a los mexicanos, por qué cuando dieron a conocer el video luego del 11 de julio, día en que se escapó “El Chapo”, lo hicieron sin audio. Si es que, de manera premeditada, querían mantener a los mexicanos sordos para no evidenciar la corrupción en el sistema penitenciario, o si lo hicieron porque las imágenes con los ruidos, exhiben una prisión de tercera, vendida como de primera y máxima seguridad. “La filtración” del video lo que hace es aportar al debate público en el tema de la corrupción dentro del gobierno federal, algo que de manera asombrosa la Procuradora había estado ocultando a los mexicanos todos. Es evidente y estridente, que la fuga de “El Chapo” no se fraguó en el cuarto de cámaras de El Altiplano. La orden y el desorden, vinieron de otro escalón. Pero el gobierno de Peña se empeñará una vez más, en matar al mensajero en lugar de capturar al culpable.

Vega y Astiazarán Indolentes

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Con un enfoque simplista, evasivo, el Alcalde de Tijuana y el Gobernador de Baja California, prácticamente señalaron que las más de 73 mujeres asesinadas en lo que va de 2015, de Tijuana y Mexicali, se buscaron su muerte. “Cualquier asesinato me preocupa; sin embargo, desafortunadamente muchas…tienen que ver con la participación de más mujeres en acciones delictivas”, fueron las declaraciones del licenciado Francisco Vega de Lamadrid. “Es una desgracia que cada vez más mujeres, sobre todo menores, estén participando en actividades criminales por el uso y el abuso de las drogas”, dijo el doctor Jorge Astiazarán Orcí. Así respondieron ambos por separado cuando los reporteros los cuestionaron sobre el incremento de asesinatos violentos de mujeres en la entidad, en un burdo intento por evadir la responsabilidad que tienen de brindar seguridad a los ciudadanos que gobiernan. La ex diputada y activista Elvira Luna no pudo ser más clara en la manifestación del domingo 11 de octubre en Mexicali al recordarles que  no se vale que en lugar de ordenar justicia para estas féminas asesinadas, los titulares de los poderes ejecutivos locales, sin tener le investidura, decidan juzgarlas, sentenciarlas, lincharlas públicamente, para evadir el hecho de que desde su función, no están generando –como están obligados– las condiciones de seguridad necesarias, al tiempo que sus fallidas estrategias incrementan los índices de impunidad. Hablaron con tal ligereza como si matar a una mujer fuera algo permitido cuando participan en actividades delictivas. Señor Gobernador, señor Alcalde, por si las dudas volvimos a leer la Constitución, pero no, señores, la pena de muerte en México no existe para ningún delito, así que sus justificaciones estuvieron totalmente fuera de lugar. En ningún momento admitieron sus yerros, ni dijeron que harían nada al respecto, no hablaron de la deficiente redacción de los partes policiacos o las malas integraciones de las investigaciones que permiten que los homicidas no sean detenidos y cuando son capturados, salgan una y otra vez de los penales, no se comprometieron a mejorar, les pareció mejor idea culpar a las muertas que no se pueden defender. Ninguno de los dos hizo referencia a las condiciones de miseria en las que usualmente viven estas mujeres y sus familias –que no es justificación para delinquir–, condiciones que no han sido combatidas con efectividad por las autoridades que hoy las señalan con dedo acusador. Ambos, Vega y Astiazarán, mencionaron la problemática de la violencia intrafamiliar, de los programas federales, y los trabajos  del DIF y de los Institutos de la Mujer, cuyos resultados son también a todas luces deficientes, con recursos limitados y mal repartidos. Y como evidencia están las 220 llamadas que recibe a diario el C4 en todo Baja California para reportar incidentes de violencia intrafamiliar. O los 10 casos diarios que atiende la Policía  Municipal de Tijuana según ha informado su director. O las 209 mujeres que han denunciado la violación a sus derechos humanos ante la Comisión Estatal. En cuanto al combate a las adicciones –también mentadas por los ejecutivos como justificación–, esa que el secretario de Seguridad Pública del Estado, Daniel De la Rosa Anaya, ha dicho es prioridad lo mismo que la ofensiva a los delitos relacionados con drogas, tampoco se reporta grandes avances. Conforme a las estadísticas oficiales el 10 por ciento de los residentes locales tiene alguna adicción, 8 de cada 10 presos don adictos, 55 por ciento de los detenidos por la Policía Municipal de Tijuana, y 70 por ciento de los capturados por la PEP son por delitos contra la salud, y de nuevo, la mayoría sale pagando fianzas de 5 mil pesos a seguir delinquiendo. El gobernador se evade, repitiendo que cuando va a las reuniones nacionales Baja California siempre es de los estados mejores calificados, lo que sucede solo porque el resto del país, se está descomponiendo más rápido, pero no es justificación para que Vega y Astiazarán permitan que las condiciones de seguridad alcanzadas después de 2010 sigan deteriorándose. Los dos fueron elegidos y se les paga entre otras cosas por “velar por la conservación del orden, tranquilidad y seguridad…por garantizar que los residentes de esta entidad disfruten de un medio ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar”, no para justificarse cuando no pueden hacerlo. Entonces va siendo el momento que diseñen instrumentos, estrategias efectivas y adecuadas a la realidad local, y aunque las comparaciones sean odiosas, como se hizo en 2008-2010, no tienen que ser similares, pero sí diferente a lo que se está haciendo, porque evidentemente no está funcionando. 

La asombrosa Arely

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Cuando el jueves 9 de octubre la Procuradora General de la República, Arely Gómez González, compareció en el Senado de la República para explicar y justificar las acciones de la dependencia que preside por obra y encargo del Presidente Enrique Peña Nieto, prometió que en esta semana nos sorprendería a todos. Como si se tratase de un capítulo de serie de televisión o telenovela de Televisa, la Procuradora dio avances, tantito nada más para dejar en ascuas a los Senadores, y con ellos, a los mexicanos enterados o que gustan de seguir este tipo de información. Aun cuando su comparecencia abarcaba todas las acciones de la PGR, los temas de mayor interés para los Senadores de la República fueron básicamente dos: la segunda fuga de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, el caso de los 43 desaparecidos de Iguala, Guerrero. En una tercera posición y de manera muy sutil –porque de alguna forma tiene que ver con el origen de los dos casos- se abordó el tema de la corrupción al interior de la Procuraduría. Sobre el caso de Ayotzinapa la Procuradora habló de la creación de una Fiscalía para investigación de desaparecidos. Otro ente dentro del ente mayor, que se ha comprobado en el pasado con las muchas fiscalías creadas para salir avante de las presiones públicas, servirá para dar empleo a más personas en la burocracia pegeriana, y largas a las soluciones de los casos de desaparecidos, que en México estamos hablando de miles. Pero cuando le preguntaron sobre la segunda fuga del narcotraficante –otra vez- más buscado del mundo, la Procuradora Arely aprovechó la información que de primera mano tiene para sorprender y prometer más en esta semana. No mucho, pero sí adelantó números, que contrastan con las filtraciones a periodistas y a través de las cuáles nos hemos enterado que detrás de la segunda fuga de “El Chapo” hay más corrupción de la que se piensa. Por ejemplo, sabemos por Carlos Loret de Mola, que en su columna Historias de Reportero, nos ha develado las declaraciones de los internos del penal de máxima seguridad El Altiplano en Almoloya de Juárez, que “El Chapo” tenía privilegios en la cárcel. Aparte de no tener que cortarse el pelo –nimiedad podría pensar Usted, pero la impunidad así es, se ejerce hasta en el más mínimo detalle-, además de salir a reuniones con sus abogados de manera frecuente, permitírsele por lo tanto mantener una comunicación con el exterior –evidentemente para la planeación de la fuga-, poca vigilancia sobre su persona y más importante, los dichos de los presos –uno ya fallecido, otros extraditados- sobre el entorno en el que debían vivir dentro de la prisión, escuchando el ensordecedor ruido de las máquinas de construcción que día y noche en esa área de El Altiplano trabajaban sin descanso –el pretexto oficial son obras del Gobierno del Estado de México- y que asumen se trataba de los ingenieros y albañiles, que siguiendo órdenes del cártel de Sinaloa, excavaban para llegar hasta el baño del capo. Esas historias, las declaraciones de los testigos y compañeros de prisión de Guzmán se saben porque han sido otorgadas, aun a cuenta gotas, a periodistas como Loret. Lo que sí dijo la Procuradora a los Senadores en exclusiva, fue que resultado de la investigación que inició la noche del sábado 11 de julio, a tres meses de distancia, se ha consignado y obtenido órdenes de aprehensión contra 24 personas. 23 de ellos funcionarios del Gobierno Mexicano, y un particular. El piloto que esa noche trasladó a Joaquín Guzmán de una pista clandestina a otra, hasta Querétaro. A excepción del piloto, el resto de los aprehendidos son parte del personal que de una u otra manera tenían que ver con la supervisión carcelaria de “El Chapo” Guzmán para mantenerlo, precisamente tras las rejas. Adelantó entusiasmada la Procuradora Arely a los Senadores: “La otra línea de investigación es lo que aconteció afuera del penal. Estamos por consignar, probablemente la semana que viene, –esto lo dijo el 9 de octubre- porque ya tenemos todo el mapeo de quiénes participaron. Será interesante que ustedes lo conozcan. Es algo verdaderamente asombroso”. ¡Asombroso! Después de la sorpresa colectiva el día de la fuga de “El Chapo” –incluso el Presidente Peña había dicho que no se fugaría nuevamente y que de hacerlo sería imperdonable- y de ver detenidos a funcionarios de menor nivel con relación a la huida del capo, y de estar a la expectativa de cuándo la PGR irá por los “peces grandes”, la Procuradora Arely nos adelanta que nos sorprenderá en estos días con más detalles y detenciones –suponemos- de compinches de Guzmán Loera. De suyo ya es asombroso que en el Estado de México, en las inmediaciones del penal, se haya construido el túnel, asombroso que los guardias no hayan puesto atención a los presos que denunciaron el ruido en la celda del capo, asombroso que quienes estaban encargados de vigilar al líder del cártel de Sinaloa, no hayan avistado la fuga a tiempo como para evitar el escape, y asombroso también que en medio de un despliegue de seguridad que debió ser impresionante, el capo se fuera tranquilamente en un avioneta a Querétaro y de ahí a quién sabe dónde. Dijo la asombrosa Arely a los Senadores que hay más. Que está investigando la conexión de personas de fuera del penal con personas dentro del penal, y que juntos crearon el clima de impunidad para la huida de “El Chapo”. Que ha rastreado llamadas telefónicas de aparatos públicos, de privados, que han tomado 243 declaraciones, enviado 522 oficios a otras autoridades, que los peritos recolectaron 191 indicios del túnel, que se ha consultado a 150 forenses expertos en diversas áreas y ello ha resultado en la elaboración de 151 dictámenes. De la corrupción al interior de la PGR poco se supo más allá de un aceptar de la Procuradora Arely, que la corrupción persiste “por temas” en algunas áreas de la dependencia que ella dirige. El tema de fondo es precisamente la corrupción. Si la Procuradora quiere seguir sorprendiendo a los mexicanos –en caso que efectivamente lo haga dentro de unos días- podría iniciar por una real limpia en todas las áreas de la Procuraduría, y llegar a los altos niveles y a los altos mandos, que por complicidad o por omisión, contribuyeron de alguna manera a la fuga de “El Chapo”. Que la segunda escapada de Guzmán Loera no se quede, pues, en la consignación de ex funcionarios de bajo nivel. De la primera fuga fueron procesadas 62 personas, contra las 24 que dijo Gómez están aprehendidas de la segunda fuga. Ojalá Arely Gómez cumpla su palabra y no reduzca el trabajo que debe hacer la PGR a un mal espectáculo digno para la pantalla chica. Su deber, como Procuradora, es aportar una conclusión –finalmente- a una investigación crucial para el País como es la de la segunda fuga de “El Chapo”, suceso imperdonable y a la fecha impune para los funcionarios más cercanos a Peña Nieto.  

El de Peña, Gobierno intolerante

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En México y en los países con los cuales el nuestro tiene relaciones oficiales, la prensa, particularmente la escrita, no ha sido benévola con la Presidencia de Enrique Peña Nieto. Primero porque le dieron el beneficio de la duda e incluso le resaltaron –sin resultados palpables– la labor legislativa de aprobar sus “reformas transformadoras”, y después porque simplemente los buenos resultados de ese trabajo no se han presentado. Y en medio de la campaña de las reformas de Enrique Peña Nieto, o por concentrarse en ellas y en la manera que habrán de dar luz a sus políticas públicas en beneficio del desarrollo y la estabilidad de la economía y de los mexicanos, la guerra contra las drogas, o contra el narco, como usted prefiera llamarlo, se olvidó, o se minimizó o se ignoró, hasta rebrotar de la manera más terrible. Matando a integrantes de la sociedad mexicana, estudiantes, comerciantes, civiles, madres, hijas, hijos. Para ejemplo los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa, este último que enardeció a los mexicanos y a la comunidad internacional, por tratarse de jóvenes estudiantes –sí rijosos, sí manifestantes y sí inconformes como suelen ser los estudiantes– los atacados por fuerzas civiles y narcotraficantes, donde muchos quedaron heridos, otros muertos y 43 desaparecidos. El caso Tlatlaya, llamado así por el nombre del poblado en el Estado de México, donde ocurrió la muerte de 22 personas a manos –presunta y probadamente por parte de la sociedad y de la comunidad internacional– de elementos del Ejército Mexicano, ha despertado también indignación. No en igual medida que Ayotzinapa, pues la primera información que se tuvo de los 22 caídos fue un boletín de prensa del Gobierno Federal que informaba que las Fuerzas Armadas habían acabado con 22 miembros del narcotráfico, y ello marcó la percepción ciudadana hasta la llegada de organismos de defensa de los derechos humanos internacionales que determinaron con investigación que aquello fue, en muchos de los casos, un ajusticiamiento. En los dos hechos, los de Tlatlaya y los de Ayotzinapa, el Gobierno Federal tiene su propia versión o como les ha dado ahora por llamarle, su verdad histórica. En el primero un enfrentamiento y la denigración de los testigos –mujeres que tenían familiares entre los asesinatos– y en el segundo la versión de criminales organizados de poca monta que aseguran haber quemado a los 43 desaparecidos. Las dos “verdades históricas” del Gobierno Federal se caen a pedazos. Investigadores y peritos de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, por cierto presidida por un mexicano, Emilio Álvarez Icaza, echaron por tierra con elementos científicos probatorios e investigación de los hechos la teoría de la incineración de los 43 de Ayotzinapa. En el caso Tlatlaya, como la PGR –la misma que no ha podido sustentar la versión de los criminales en la averiguación de Ayotzinapa– no pudo aportar pruebas suficientes para demostrar lo que organizaciones internacionales han probado (la participación de los Militares en el asesinato de civiles cuando éstos estaban rendidos), esta semana fueron puestos en libertad cuatro de los siete soldados de menor rango que habían sido detenidos por el crimen. La soberbia del Gobierno Federal se contradice. Por un lado el Secretario de la Defensa, General Salvador Cienfuegos insiste que cuando sus muchachos entraron al cobertizo en Tlatlaya, los 22 ya estaban muertos –tras el enfrentamiento– y que no puede permitir que “interroguen a mis soldados que no cometieron hasta ahora ningún delito. ¿Qué quieren saber? ¿Qué sabían los soldados? Está todo aclarado”. Y por otro, la autoridad Federal, la PGR, que debiera entrevistar a todos los soldados participantes en Tlatlaya el 22 de junio de 2014, no ha podido probar lo que acusó y por lo cual le fueron concedidas siete órdenes de aprehensión –hoy cuatro liberados– y deciden que apelarán la decisión de la libertad yendo contra “los sentimientos” del General Cienfuegos. En medio de este derrumbe de versiones oficiales y un visible mal manejo de la procuración de justicia, donde el Presidente Peña no ha tomado los asuntos de frente, visitó México el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, y después de entrevistarse con miembros del Gobierno incluido el Presidente, declaró lo que muchos mexicanos y ciudadanos del mundo sabemos y decimos: Que el Gobierno mexicano es intolerante. Dijo el Alto Comisionado de la ONU, “Ha sido una sorpresa para nosotros cuando el Relator Especial de la ONU sobre la tortura, Juan Méndez, al publicar su reciente informe sobre México, fue sujeto de virulentos ataques personales por parte de algunos políticos a pesar de que la prevalencia de la tortura ha quedado bien establecida. Desafortunadamente, esta intolerancia ante la crítica pública también se ha manifestado en reacciones a otros informes internacionales más recientes sobre México”. Completó: “En lugar de matar al mensajero, concentrémonos en el mensaje. Todos estamos de su lado. Todos queremos ayudar a México”. Sobre el caso Ayotzinapa, confirmó el análisis de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos que echa por tierra la versión oficial: “No quiero simplemente repetir las declaraciones hechas el viernes pasado por la CIDH. Sin embargo, sí respaldo por completo sus hallazgos, que coinciden en gran parte con las opiniones de mi oficina y de varios expertos y órganos internacionales”. Y remató el Alto Comisionado de la ONU: “Hay un amplio consenso nacional, regional, internacional sobre la gravedad de la situación actual de los derechos humanos en México”. Lo mismo que muchos pensamos y decimos mientras soportamos vivir en un México donde la intolerancia y la represión son un mal común.

Cacería

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El anuncio de un Operativo Antinarcóticos en Tijuana, hecho por el secretario de Seguridad Pública Municipal, Alejandro Lares, expuso varios agujeros negros dentro de la estrategia de combate a la inseguridad en el mencionado municipio. Que tratándose de violencia, es el principal botón de muestra en Baja California. De entrada, Tijuana toca su tope máximo de inseguridad en el año, y lo único que se les ocurre es reciclar un operativo que ya ha fallado en meses anteriores. Y todavía lo publicitan.   Como no es el vocero del Grupo Coordinación ni el responsable de las órdenes de aprehensión -según el Código Penal-, todo indica que el licenciado Lares no pudo reprimir su impulso. Tal vez fue una gran necesidad de aprobación, quizá intentaba combatir las críticas, a lo mejor dar la impresión de que sí están trabajando, acaso cuidar su puesto y callar las voces que piden su destitución. Pero sin medir consecuencias, cacareó que van por un puñado de delincuentes inmiscuidos en la venta de droga al menudeo e hizo lucir el operativo como un malogrado intento de “asustar con el petate del muerto”. Para empezar, quienes participan en el operativo aseguran que el paquete de órdenes a ejecutar es enorme -no 180- y tiene fácilmente el grosor del directorio telefónico de Tijuana. Como no reúnen elementos suficientes para abatir semejante rezago, entonces ya no es una amenaza, sino un aviso con la intención de informar a los criminales para que huyan de sus zonas de confort, por lo menos por unos días, semanas o meses, si tienen suerte, y esto baje temporalmente la incidencia delictiva, lo que generaría una falsa seguridad. Ahora, si realmente existe la intención de capturar a todos esos delincuentes, entonces Lares se habría ido de boca y los tijuanenses estarían enfrentando por lo menos cinco problemas: una Procuraduría incapaz de cumplir con su obligación de capturar delincuentes que ya tienen orden de aprehensión; policías operativos que descuidan sus obligaciones preventivas para hacerle el trabajo a la PGJE; otra vez, corporaciones sin depurar “persiguiendo” criminales; un operativo reciclado y hasta ahora, resultados deficientes. La no depuración es pública, y ninguno de los directivos de seguridad es ajeno a las denuncias contra elementos en todas las corporaciones liados a las diferentes células delictivas, esos que roban droga y dinero, que protegen a los criminales o los apoyan levantando e incluso ejecutando a sus rivales. Y ahora quieren creer que perseguirán a quienes les completan el sueldo. Luego los agentes limpios que intervengan, correrán el riesgo de que avisados, los delincuentes los reciban a balazos.      Adicionalmente, bautizado como Operativo Antinarcóticos y anunciado como novedad, esta forma de trabajo conjunto para ejecutar órdenes de aprehensión estaría en su  tercera edición en los últimos cinco meses.   Cuando inició el incremento en los homicidios, la Subprocuraduría de Investigaciones Especiales se coordinó con la Policía Municipal, ese primer intento duró  más o menos tres semanas.   Después sucedieron las muertes en lugares públicos en agosto, y la SIE decidió volverse a coordinar, esta vez con la Policía Estatal Preventiva. Se aplicó dos semanas en las zonas más violentas, pero se suspendió porque los agentes ministeriales se negaron a continuar con el arduo trabajo y a la segunda semana los criminales ya les habían tomado la medida y reiniciado la jornada violenta.    ¿El único logro? Reducir el número de muertos dos, tres semanas entre abril y septiembre, aunque los conteos mensuales siguieron a la alza.   Ahora de nuevo se coordinan, esta vez  ministeriales, estatales y municipales, y Lares lo divulga con entusiasmo, aunque sabe que la mayoría de quienes logren capturar,  podrán salir pagando una fianza de 5 mil pesos y seguir delinquiendo, porque muy pocos tienen cargos graves. Entonces, si saben que no los retendrán en las cárceles, significa que solo quieren presionar a los vendedores de droga al menudeo para que éstos consideren mejor opción bajarle al número de asesinatos, para quitarse de encima a la autoridad y poder continuar tranquilamente con su actividad delictiva. Septiembre se convirtió en el mes más sangriento de 2015 en la entidad fronteriza, con 73 asesinatos. Por ello, a partir del 1 de octubre los diversos representantes del sector empresarial -como lo han hecho desde abril, que inició la ola de sangre- de nuevo alzaron la voz a nombre del resto de los ciudadanos. Los más políticos, exigiendo cambio de estrategia;  el resto,  cuestionando que si hay una, urge modificarla. Reclaman a las autoridades haber bajado la guardia, lo que ha resultado en el incremento de inseguridad. Exigen definir roles, responsabilidades, reforzar lo que está funcionado, generar acciones nuevas ante una realidad más violenta, o retomar las que funcionaron en 2008-2010, pero no son escuchados. Las autoridades y quienes siguen el tema de seguridad, saben que lo que están proponiendo es más de lo mismo y que no ha tenido éxito. Es básico, los gobiernos no pueden esperar resultados diferentes o mejoras reales, si realizan las mismas acciones. Por lo que su actuar resulta cínico, como mínimo omiso e irresponsable, además de un robo a la ciudadanía, dado los altos salarios que cobran los titulares de las áreas de seguridad en Baja California. 

Le crecen los narcos al Gobierno

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Ya caducaban los primeros meses de 2010 cuando Julio Scherer tuvo un encuentro periodístico con uno de los narcotraficantes más buscados de México y los Estados Unidos. En un lugar no localizable para el lector –y tampoco para la autoridad- el periodista se reunió con el capo. No le concedió una entrevista con la formalidad y el rigor periodístico, pero sí sostuvieron una charla que Julio reprodujo para sus lectores en la revista Proceso. De muchas anécdotas, aseveraciones y análisis sobre el mundo criminal, la vida del capo y la constante huida para no ser atrapado, Ismael “El Mayo” Zambada le comentó a Julio Scherer: “El problema del narco envuelve a millones ¿Cómo dominarlos? En cuando a los capos encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí… el narco está en la sociedad, arraigado, como la corrupción…”. Es evidente que Zambada lo sabe de cierto, y que tanto el periodista como muchos mexicanos, lo asumimos, los presumimos y en ocasiones lo atestiguamos. El narcotráfico opera dentro de una red que incluye a sociedad y gobierno. Cuando Enrique Peña Nieto tomó posesión de la Presidencia de la República en diciembre de 2012, México atravesaba por una guerra contra el narco que encabezó su antecesor Felipe Calderón Hinojosa. Como parte de la estrategia para marcar una diferencia entre una administración federal y otra –a veces, como Gobierno, se parecen- Peña borró todo indicio de una guerra contra las drogas y se concentró en la retórica del México en Paz. Pero vaya, ni las condiciones estaban dadas, ni las policías depuradas, ni los narcotraficantes se habían “comprometido” para abandonar su propia guerra y así armonizar con la política discursiva de Enrique Peña Nieto. Lo cierto es que el País se ha puesto peor. Los hechos de violencia han salido de los límites de las poblaciones que conviven con la criminalidad, para asentarse en el centro, el pacífico y el sur de México, dejando el norte para la reorganización de los cárteles que fueron fustigados en el pasado, tambaleados, pero no desmantelados. La política pública de Peña contra las drogas no la conocen ni Gobernadores, ni ciudadanos, ni autoridades ni policías y los capos se aprovechan de su nula acción para seguir creciendo sus bandas a células, sus células a cárteles, frente a una autoridad que poco o nada hace porque así lo manda el presidente. La estrategia de detener a las cabezas de las estructuras del crimen organizado y el narcotráfico se ha centrado exclusivamente en aquellas organizaciones delictivas que son de interés de los Estados Unidos que sean neutralizadas. De 80 grupos criminales que declaró el Procurador de inicio de sexenio de Enrique Peña, Jesús Murillo Karam, el Gobierno Federal se concentra en el cártel de Sinaloa, Los Zetas, el cártel del Golfo, los Rojos, Guerreros Unidos –estos más por el caso Ayotzinapa que por investigaciones de narcotráfico y crimen organizado-, al resto de las organizaciones el Gobierno Federal y los Gobiernos de los Estados, los minimizan a menos que cometan una “atrocidad” o un crimen de alto impacto. En efecto, tanto Generales como Procuradores, Alcaldes y Gobernadores, ya no suelen hablar de las organizaciones criminales que en todo México existen y delinquen, por presiones de la Presidencia de la República –desde la época de Calderón hasta la actualidad- y la uniformidad del mensaje de “paz y seguridad” que está alejado de la realidad que vivimos los mexicanos. 57 mil 410 personas ejecutadas en 32 meses de Gobierno de Enrique Peña Nieto. De tanto minimizarlas, a muchas células criminales se les ha dado tiempo e impunidad –al no perseguirlos- de reorganizarse. Ejemplo de ello es el cártel Arellano Félix. Uno de las estructuras criminales más longevas del País, los hermanos Arellano salieron en los ochenta del cártel de Miguel Ángel Félix Gallardo para “adueñarse” de la frontera noroeste de México con sede criminal en Tijuana, Baja California. En esta tierra compraron policías de los tres órdenes de Gobierno, hicieron negocios para el lavado de dinero, compraron restaurantes y se adueñaron de cuanto lugar público les gustaba. La suya era la Ley de la plata o plomo tan de moda en los ochenta cuando el narcotráfico en Latinoamérica tomó a los gobiernos impreparados, corruptos e ineficientes, para alzarse como el fenómeno criminal que más daño ha hecho a la sociedad en los últimos 30 años. Asesinaron a miles de personas, trasegaron toneladas de droga y generaron millones de dólares del ilícito negocio; los Arellano estaban acostumbrados a pagar un millón de dólares al mes para comprar impunidad a través del pago a Policías y otras autoridades. Los Gobiernos de Zedillo, Fox y Calderón creyeron haber desmantelado al cártel Arellano Félix. En los noventa con la detención de Francisco Rafael Arellano Félix, en los dos mil con la muerte de Ramón Arellano, la aprehensión de Benjamín Arellano, de Francisco Javier Arellano Félix, de Eduardo Arellano Félix y el asesinato de Francisco Rafael Arellano Félix, hasta la 2014 a la detención del sucesor del cártel, Eduardo Sánchez Arellano “El Ingeniero”. Quienes durante más de 20 años criminalizaron la zona se habían acabado. El CAF había sido desmantelado, según dijeron las autoridades de Estados Unidos y México. Entonces presumieron y se dedicaron a otras “investigaciones”. Pero mientras nadie los perseguía, los Arellano se han rearmado. Sus sicarios y lugartenientes fueron ganando amparos y saliendo de prisión. De ser hombres peligrosos de alta criminalidad, hoy día residen en zonas pudientes de Tijuana, conviven lo mismo con Policías que con integrantes catalogados de “alta sociedad” y hasta del Hipódromo del ex reo Jorge Hank Rhon. Como dijo Zambada, están enquistados en la comunidad bajacaliforniana. Hace unos días el Secretario de Seguridad Pública de Baja California, Daniel de la Rosa, nos dijo a Semanario ZETA lo que ni la PGR, ni las autoridades de la Unión Americana han querido aceptar: uno hijo de Ramón Arellano está reestructurando el cártel que, se sabe, no ha estado desmantelado, acaso minimizado pero activo con el resto de los hermanos, particularmente la intocable Enedina Arellano Félix, señalada de encabezar en los noventa y dos mil, la estructura de lavado de dinero, pero nunca perseguida. Los hijos de los Arellano no son los únicos identificados en el ilícito negocio. Ahí están los vástagos de “El Chapo”, los de “El Mayo”, los de Nacho Coronel y los de Dámaso López, los familiares de Carrillo y de Cárdenas, los Beltrán y los Reynoso. Ante la falta de una estrategia integral de combate al crimen organizado y al narcotráfico, al Gobierno de Enrique Peña Nieto le están creciendo los narcotraficantes de los cárteles del pasado. Los que ya habían “desmantelado” pero evidentemente no cortado de raíz como debe hacerse con la mala hierba.

El regreso de la inseguridad

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El miércoles 30 de septiembre, tuve el honor de ser invitada como oradora, al desayuno mensual de la COPARMEX de Ensenada que dirige Isidro Conde. El tema que me solicitaron: la seguridad en Baja California. Extracto de esa plática es el siguiente texto: Tal vez Ustedes como nosotros en la redacción de ZETA, sentimos que el tiempo de la violencia y la inseguridad están de regreso. Después que vivimos tres años de relativa calma de 2010 a 2013, las autoridades permitieron que los niveles de inseguridad y violencia se elevaran de nueva cuenta. Hay varios factores para el regreso de la violencia y la inseguridad: 1. Tenemos nuevos gobiernos. Tanto en el ámbito federal cuando en diciembre de 2012 tomó posesión de la oficina de la Presidencia de la República Enrique Peña Nieto, y en octubre de 2013 hizo lo propio como gobernador del Estado, Francisco Vega de Lamadrid. 2. La falta de una estrategia integral de combate a la inseguridad por parte de los dos gobiernos. El Federal, que debe combatir el narcotráfico y el crimen organizado porque están en su fuero, y el estatal, adonde corresponde la solución de los homicidios y el combate al narcomenudeo, así como los secuestros. 3. La ausencia de una política que combata de manera eficaz las estructuras financieras de las organizaciones criminales y los cárteles del narcotráfico, por parte de la Procuraduría General de la República y de la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público. 4. La deficiente labor del Ministerio Público Federal que depende de la PGR, y que a falta de preparación integra de manera errónea las averiguaciones, deja en libertad a muchos criminales. 5. La falta de liderazgos en los mandos de las corporaciones policíacas y de procuración de justicia, verdaderamente comprometidos con el combate a la inseguridad, la violencia y la corrupción, que nos dejan instituciones infiltradas por la corrupción que proveen impunidad a los criminales. La conjunción de estos elementos, y otros que Ustedes pueden considerar, nos llevan a un repunte en la inseguridad en Baja California y en México. Tan solo en lo que va del año, en ZETA hemos contabilizado 622 asesinatos con relación al crimen organizado y el narcotráfico, 460 de ellos ocurridos en Tijuana. En la República Mexicana, en los primeros 32 meses de gobierno de Enrique Peña Nieto, a semanas de que se presentara su Tercer Informe de Gobierno, llegamos a la suma de 57 mil 410 muertes violentas. Un promedio de mil 800 por mes en el país. En las épocas más álgidas de la inseguridad en Baja California, de 2007 a 2010, cuando los ejecutados llegaban a miles por año y las estructuras criminales gozaban de impunidad para el tráfico de droga, la extorsión, el secuestro y el trasiego de enervantes hacia los Estados Unidos, Baja California pudo salir de ese terrible contexto vía dos factores: Primero y el más importante: la participación ciudadana. La denuncia anónima y la denuncia pública que fueron producto del hartazgo sobre el contexto de inseguridad en el que vivíamos. Los ciudadanos comenzaron a levantar la voz, a través de marchas y de exhibir a los policías corruptos y a los criminales, obligando a la autoridad a actuar en beneficio de la sociedad y no de unos cuantos delincuentes. Segundo: la coordinación de mandos federales, estatales y municipales para atender ese llamado social a actuar para traer tranquilidad a esta región. No fue, lo que después se llamó el Modelo Baja California de combate a la inseguridad, la acción de un solo personaje. Recuerdo varios: los Generales Sergio Aponte Polito y Alfonso Duarte; el secretario Daniel de la Rosa (en la época de José Guadalupe Osuna Millán, no en ésta); directores de la Municipal como Julián Leyzaola Pérez. Y la sociedad. Hoy eso no sucede. Pasada la época violenta, el impacto en las estructuras criminales delincuenciales por detenciones de liderazgos criminales en los cárteles Arellano Félix y de Sinaloa, los gobernantes se relajaron y las corporaciones policíacas vuelven poco a poco a la corrupción que provee impunidad. Han permitido tanto el Gobierno Federal como el estatal, que en los últimos tres años los cárteles que decían desmantelados, se reorganicen, hagan alianzas con otras asociaciones criminales e inicien una nueva temporada de sangre y plomo. Este escenario nos lleva a los mexicanos, a los bajacalifornianos en particular, a enfrentar las tres íes: Impunidad, Incapacidad, Injusticia. El claro ejemplo del resultado de tan nefasto trinomio son las liberaciones de hombres y mujeres detenidos por la comisión de delitos. En nuestro Estado, capos al servicio del Cártel de Sinaloa y del Cártel Arellano Félix, han sido aprehendidos por el Ejército por órdenes del Gobierno Federal, poniendo al servicio de la seguridad pública las tácticas del servicio militar; luego el Ministerio Público, sea federal o estatal, consignan de manera deficiente y al llegar a los Juzgados son liberados, sea por amparos o por falta de elementos para procesar. Particularmente en la Procuraduría General de la República o en la Procuraduría de Justicia del Estado, dos de las instituciones con niveles de corrupción altos que ni en la época de Peña ni en la de Francisco Vega de Lamadrid, han atravesado por depuración real (y necesaria) para retirar de sus filas a los agentes corruptos y funcionarios deshonestos. Ni la procuradora del Estado ha iniciado una limpia al interior de la Policía Ministerial, ni lo han hecho los secretarios o directores de Seguridad de los municipios, tampoco la Policía Estatal Preventiva. Como hace muchos años, tenemos corporaciones divididas. Las que ofrecen impunidad a un cártel, las que lo hacen a otro. O las que delinquen por su cuenta. Hace unos días, para muestra, agentes de la PGR en la Ciudad de México fueron detenidos tras sostener una balacera con policías capitalinos, y al registrarse el vehículo fueron encontradas armas largas y 38.9 kilos de marihuana. La corrupción es un problema endémico de este país. Y ni el Gobierno Federal ni el gobierno estatal, tienen estrategias definidas para combatirlas en el ámbito de las fuerzas de seguridad pública. En estas condiciones tenemos en México un sistema de gobierno cuya estructura está dispuesta para la corrupción, que aun limitada a quienes trabajan en la administración del Estado, llega también al ámbito criminal a partir de la corrupción que provee la impunidad. El Gobierno Federal, luego de la toma de posesión del Presidente Enrique Peña Nieto, cambió la estrategia de seguridad que se venía aplicando durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, esto es normal. Otro Presidente y además de otro partido, trae otro plan. Pero lo que se había más o menos avanzado en el combate al narcotráfico y el crimen organizado se perdió. No hubo continuidad en los proyectos, nada. Ciertamente la guerra contra las drogas de Calderón no fue la estrategia más efectiva, pero tampoco lo es la de Enrique Peña Nieto, quien ha centrado esfuerzos, aun mínimos, en la aprehensión de cabecillas y líderes criminales, dejando de lado la investigación y la aprehensión del resto de la banda, o el aseguramiento y congelamiento de bienes inmuebles, cuentas bancarias y otros delitos financieros con dinero de procedencia ilícita. Qué podemos hacer los bajacalifornianos para revertir esta situación: lo que ya hicimos en el pasado. Nosotros como periodistas, no autocensuraros, investigar y publicar reportajes que evidencien la corrupción, la impunidad criminal, la incapacidad gubernamental y la injusticia, allende presiones o amenazas contra nosotros. Señalar a los delincuentes por nombre e imagen para saber de quién debemos cuidarnos y a quiénes el gobierno está protegiendo. Como ciudadanos, denunciar de manera anónima, a un periódico, lo que vemos, de lo que somos testigos, de lo que somos víctimas. La participación social, la denuncia ciudadana cuando se trata de criminales, y el voto cuando se trata de gobernantes y partidos, es lo que nos llevará a tener el Estado en el que deseamos vivir.