El secretario de Seguridad Ciudadana, Laureano Carrillo, confunde desinformación con información que no le gusta o lo exhibe; prefiere culpar a medios en lugar de resolver inseguridad del Estado
En una sola declaración, el secretario de Seguridad Ciudadana, Laureano Carrillo Rodríguez, descalificó los resultados de las evaluaciones de percepción de la inseguridad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y aprovechó para culpar a los medios de comunicación y las redes sociales de generar desinformación respecto a la violencia del Estado.
Así, sin más, el funcionario de formación militar que recientemente fue condecorado como General de Brigada, ha visto cómo su relación con los medios de comunicación y la exposición pública vira hacia el rumbo opuesto: de ser simpático y tratar de ganar reflectores mediante bromas o comentarios ligeros, a descalificar todo lo que se le ponga enfrente y no le guste.
El pasado martes 9 de diciembre, el general Laureano Carrillo fue cuestionado por los medios de comunicación al término de la mañanera de la gobernadora Marina del Pilar Avila Olmeda. Ese día, prácticamente todo fue hablar sobre la crisis hídrica y los conflictos con agricultores, por lo que era natural que cualquier tema de seguridad fuera abordado al final de la mañanera.
Carrillo Rodríguez salió a los medios de comunicación y le hicieron una pregunta de librito, nada extraordinaria, sobre la percepción de inseguridad en los ciudadanos, a raíz del análisis del INEGI que ubica a Mexicali con un 68 por ciento de percepción de inseguridad.
Inicialmente el secretario habló de la situación, pero luego se aventó una dominguera que describe la gravedad de la crisis, pero sobre todo, la incapacidad para dimensionar la problemática, pues comentó que hizo su propia “encuesta” con tres personas en el Valle de Mexicali, a quienes cuestionó sobre la perspectiva de la inseguridad; y dado que ninguno de los tres había sido víctima de un delito, atribuyeron su percepción a las publicaciones realizadas por los medios de comunicación, y la desinformación tanto de la prensa como de redes sociales.
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El comentario fue pólvora para los compañeros de medios de comunicación, a quienes prácticamente responsabilizó de que la sociedad mexicalense se sintiera insegura, por lo que dijo que habría que mejorar la comunicación de la institución para cambiar esa perspectiva.
Posteriormente, cuestionó al INEGI al asegurar desconocer las formas en las que dicho instituto lleva a cabo sus encuestas y análisis, pero en su “encuesta” comprendió que uno de los “factores” de percepción de la ciudadanía era la información en medios de comunicación.
¿En qué se puede decir que los medios de comunicación han abonado a la inseguridad?, ¿en difundir que una persona fue decapitada y su cuerpo arrojado a un terreno baldío del valle de Mexicali?, ¿o en el asesinato de una mujer a manos de su ex pareja sentimental que se vinculaba a un grupo delictivo?
Entonces, ¿no es el Ruso o el P1? ¿No son los Aquiles o el Ranchero? ¿No son los grupos criminales que extorsionan o asesinan para apoderarse de las colonias? Entonces, ¿son los medios de comunicación los que cometen la osadía de informarle a los ciudadanos lo que ocurre en su entorno y por ello ahora la gente vive con miedo?
El comentario, que deja entrever un grado de fascismo, no pretende cuestionar la desinformación como una herramienta del narco o de la política opositora para desacreditar al gobierno (e incluso modificar la percepción sobre un crimen), sino como el gran agravio de difundir lo que ocurre en las calles, en las colonias, donde ciudadanos han tenido que dejar la comodidad de su hogar para buscar a sus hijos desaparecidos; o donde los negocios son obligados a pagar una sobretasa al narco llamado “cobro de piso”.
La culpa, según el general, es de los medios, por informar, y del INEGI, por -supongo- no entrevistar a las tres personas con las que conversó en el Valle de Mexicali durante un operativo.
Entonces, si la clave es que la mejor forma de disminuir la percepción de inseguridad es que la gente no se entere de las problemáticas del Estado, queda claro que no se pretende resolver el problema. Así, pues, no es descabellado sugerir que mejor le quite el internet y las redes sociales a la ciudadanía, o la televisión, o la posibilidad de comprar un periódico. El general no nos quiere seguros, nos quiere ignorantes.







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