La UABC se encuentra en un problema de credibilidad luego que anunciara el ganador del Sorteo y 25mdp: un funcionario universitario representante de una “vaquita” de trabajadores de la institución
La Universidad Autónoma de Baja California (UABC) se acaba de meter en un tremendo problema de credibilidad, derivado del anuncio del ganador del 95° Sorteo de la UABC, tras hacerse pública la información de que el ganador proviene de una “vaquita”, un esquema de venta masiva utilizado por la Máxima Casa de Estudios.
“Y es para el número 192802, es una vaquita a nombre de Roberto de Mexicali, Baja California. Tú y tus amigos se han llevado ya 25 millones de pesos con el número, muchas felicidades, este primer gran premio, por 25 millones de pesos, con todo el agradecimiento de la comunidad”, se dijo en la clausura del anuncio del ganador del Sorteo UABC, lo que generó dudas entre la comunidad, dado que fuera de la Alma Mater, no se tenía conocimiento del concepto “vaquita”.
Resulta que poco antes de cerrar la venta de boletos de UABC, se envía un correo a todos los funcionarios de primer y segundo nivel de la universidad para invitarlos a participar en la compra de lotes de boletos. Es decir, el boletaje que no se compró, se adquiere de forma masiva por funcionarios -de manera libre-.
Algunos aportan varios miles de pesos y otros no, todo depende de sus capacidades e interés en la adquisición del mismo.
El ejercicio se hace año con año y prácticamente en todas las emisiones resulta un ganador de las tradicionales vaquitas, pero por tratarse de premios de cuantías poco onerosas, los mismos funcionarios rifan el premio, desde una licuadora, una televisión o hasta un automóvil.
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El problema es que el ganador del premio mayor de este año (25 millones de pesos) resultó ser Roberto Carlos Zamudio Cornejo, actual jefe de la Unidad de Presupuesto y Finanzas del Patronato de la UABC, ente encargado de la organización del Sorteo.
El funcionario cuenta con una amplia trayectoria dentro de la UABC y es uno de los perfiles más cercanos a la tesorera de la Máxima Casa de Estudios, Gabriela Rosas Ganzúa, quien dirigió Sorteos UABC por muchos años.
No existe una forma de demostrar -ni tampoco de acusar- que se hubiera “truqueado” el sorteo para beneficiar a un funcionario de UABC, pero sí se puede cuestionar la práctica de las conocidas “vaquitas”, puesto que se desconocen los alcances de los mismos.
Los únicos imposibilitados para comprar boletos de UABC son el rector, Luis Enrique Palafox Maestre, los encargados de la organización del Sorteo y el representante legal de la misma. Sin embargo, mediante el esquema de “vaquitas” los nombres de las personas que participan no se conocen, por lo que todos -incluyendo a los que lo tienen prohibido- podrían entrarle a una.
Si bien es conocido que funcionarios de primer nivel no están imposibilitados de comprar boletos, el hecho que el premio mayor no salga de la Colonia Nueva de Mexicali -donde se ubica Rectoría y Sorteos- es algo que la Máxima Casa de Estudios debe evaluar, ya que podría generar desconfianza en las personas que de buena fe adquieren sus boletos, sobre todo los que tenemos amor por la institución, dado que somos egresados de la misma.
La UABC no debe minimizar el tema, sino transparentar el hecho que hay 19 personas que forman parte de la vaquita ganadora, pero ¿cuántas vaquitas se hacen? ¿Cuántos boletos adquieren? ¿Afecta la percepción de la ciudadanía?
Y es que si un gran porcentaje de boletos vendidos recae en “vaquitas”, la ciudadanía que no tiene acceso a estos esquemas reduce las posibilidades de ganar, mientras que los funcionarios de primer y segundo nivel tienen mayores posibilidades al momento de comprar lotes de boletos.
No es lo mismo comprar 50 boletos que invertir una proporción en 200 boletos, pues aumentas la posibilidad de ganar, aunque compartieras las ganancias, sobre todo cuando eres tú quien organiza el evento y tienes acceso a más boletos.
No podemos acusar al sorteo por amañado, pero los mecanismos poco transparentes con los que la UABC realiza su venta abren la posibilidad de burlar al sistema para hacerse de beneficios.
Los ganadores, en los que extraoficialmente se dijo que hay un vicerrector, acaban de hacerse de poco más de un millón de pesos. ¿Es justo? Difícil decirlo ¿Ético? Es debatible. ¿Genera una percepción de desconfianza? Sin duda.






