Aunque ya te fuiste,
para siempre jamás
tu recuerdo olvido.
El consejo que me diste
es la luz en mi camino.
Fuiste la flor bella,
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llena de vida y color
que de pronto se marchitó,
dejándome gran dolor.
No dejo de sufrir tu ausencia
porque me haces mucha falta:
a veces, cuando estoy alegre,
y cuando la vida me maltrata.
Y hoy, como siempre,
dejo en lápida fría
un clavel y una rosa
a la autora de mis días.
Andrés Hernández.
León, Guanajuato.






