Los tres senadores por Baja California, Julieta Ramírez Padilla; Armando Ayala Robles, de Morena; y Gustavo Sánchez Vázquez, del PAN, aprovecharon su primer año para promoverse. Pero… ¿qué informaron? Nada
Los tres senadores que representan a Baja California se levantan cada mañana futureando: no viven el presente, no aman la trama, sino que visualizan ansiosamente el desenlace llamado 2027, fecha en que la carrera política de algunos podría llegar a la cúspide de sus aspiraciones profesionales, o relegarse en la intrascendencia.
Julieta Ramírez y Armando Ayala, representantes de Morena, quienes llegaron al Senado perteneciendo al clan Tabasco, dirigido por Adán Augusto López Hernández; y Gustavo Sánchez Vázquez, el solitario panista que sólo trabaja para su proyecto personal, son la voz de Baja California en la máxima tribuna política del país, pero durante su primer año de gestión han destacado por palabrerías, por lo prosaico, y no por lo trascendente. No se han preocupado por ser el enlace para la solución de los problemas de Baja California con las instituciones públicas y privadas del centro del País, o con la Cámara de la que son parte.
Durante las últimas dos semanas, Julieta, Armando y Gustavo encabezaron eventos políticos rodeados de sus simpatizantes, y, también, de sus acarreados. Lo importante no era presumir sus acciones, sino convertir un ejercicio de rendición de cuentas en el culto a la personalidad; a nadie le importó exponer su trabajo legislativo. Armando Ayala presumió pasos de baile al término de su informe; Julieta Ramírez logros ajenos; y Sánchez llevó al escenario el discurso rancio del panismo decadente, uno que evidencia que la renovación no es más que un relanzamiento de mercado.
Lo que olvidan decir en sus informes es que, por ejemplo, Armando Ayala presentó 27 iniciativas ante el Senado de la República, de las cuales 22 fueron “congeladas” en comisiones; cuatro más se remitieron a la Cámara de Diputados; y la única aprobada fue por adhesión, dado que fue propuesta de Adán Augusto López Hernández y de Gerardo Fernández Noroña.
En el caso de Julieta Ramírez Padilla, presentó un total de 33 iniciativas, de las cuales sólo tiene una aprobada y fue la misma propuesta de López-Noroña. Es importante recordar que prácticamente todas las iniciativas de la legisladora son sólo modificaciones de comas, puntos, una o dos palabras, o modificación de sintaxis en una ley. Sin embargo, ninguna de las reformas representa un cambio sustancial ni una gestión trascendente para Baja California ni para el país.
Publicidad
De hecho, de las 14 intervenciones registradas en la página del Senado, ninguna hace referencia a Baja California. También se pudo detectar que, en varias ocasiones, Ramírez Padilla -como estudiante de preparatoria- acude para la lista de asistencia, pero se retira de la sesión; como el 30 de septiembre que estuvo en la lista de asistencia, pero se ausentó en las votaciones; así también los días 25 y 26 de junio, que anunció su presencia, pero no votó ninguno de los temas que se plantearon en el Senado.
En el caso de Gustavo Sánchez, durante su primer año presentó 18 iniciativas turnadas a comisión, pero sólo dos son de su autoría; el resto son propuestas de bancada a las que fue adherido.
A esto se le suma que el legislador panista, por un tema de salud, se convirtió en el Senador más faltista del país, dado que los primeros meses del 2025 prácticamente no se presentó a las sesiones; tampoco permitió a su suplente que asumiera la responsabilidad durante el tiempo de la obligada ausencia.
En momentos tan álgidos para la política mexicana, pero también para Baja California en materia de seguridad, desarrollo económico y salud, nuestros legisladores han preferido dejarse seducir por las relaciones políticas, por las charlas de café y la tenebra, pero no por el ejercicio legislativo o ser representantes de su Estado. Aún así, los tres buscan ser tomados en cuenta para 2027.








lluuwz