Como continuación del artículo que compartí la semana pasada, donde me referí a recomendaciones para que las personas estén seguras, en esta entrega abundamos al respecto. En materia de seguridad, la prevención nunca está de más.
En primer término, hay que tener claro que la seguridad es una responsabilidad compartida.
No es únicamente tarea de las autoridades; es una construcción colectiva que requiere el compromiso activo de todos los ciudadanos. Vivimos en tiempos donde la prevención y la conciencia son herramientas fundamentales para protegernos y proteger a quienes nos rodean. Por ello, es vital fomentar una cultura de seguridad que combine el autocuidado con la colaboración comunitaria.
Autoprotección: el primer paso
La seguridad comienza por uno mismo. Estar atentos al entorno es esencial, especialmente en espacios públicos o situaciones que implican riesgo, como caminar de noche, usar cajeros automáticos o transitar por zonas poco iluminadas. Evitar distracciones, como el uso excesivo del celular, puede marcar la diferencia entre estar alerta o ser vulnerable. Los delincuentes suelen buscar blancos fáciles, y la distracción es una de las principales debilidades que aprovechan.
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Inteligencia emocional ante situaciones de riesgo
En caso de enfrentar un intento de robo o agresión, lo más importante es preservar la vida. Resistirse puede desencadenar consecuencias graves. La recomendación es mantener la calma, evitar confrontaciones y buscar ayuda lo antes posible. Lo material se puede recuperar; la integridad física, no siempre. La vida, nunca.
Prevención colectiva: el poder de la comunidad
Más allá del cuidado individual, la seguridad se fortalece cuando existe una red de colaboración entre vecinos. Iniciativas como grupos de WhatsApp vecinales, comités de vigilancia o programas como “Vecino Vigilante”, permiten compartir información, alertar sobre situaciones sospechosas y coordinar acciones preventivas. Estas redes no sólo disuaden a los delincuentes, sino que también generan un sentido de pertenencia y solidaridad. Mejorar la iluminación del exterior de casa ayuda, aunque no lo es todo.
La participación ciudadana en temas de seguridad también implica conocer y difundir los números de emergencia, asistir a reuniones comunitarias y promover el diálogo con las autoridades locales. Cuando la comunidad se organiza, se vuelve más resiliente y capaz de enfrentar los desafíos de la inseguridad.
Educación y cultura de prevención
Fomentar la educación en seguridad desde temprana edad es clave. Enseñar a niños y jóvenes a identificar riesgos, a actuar con prudencia y a confiar en adultos responsables crea generaciones más conscientes y preparadas. La seguridad no debe ser vista como una reacción ante el peligro, sino como una actitud constante de prevención.
En resumen, mantenernos seguros es una tarea que exige atención, prudencia y colaboración. Cada acción cuenta: desde cerrar bien la puerta de casa hasta participar en redes vecinales. La seguridad no se impone, se construye. Y en esa construcción, todos tenemos un rol fundamental.
Todo es cuestión de seguridad ciudadana.
Alberto Sandoval ha sido profesor, servidor público, consultor, conferencista, deportista y activista ciudadano. Correo: [email protected] Internet: http://about.me/sandovalalberto/ Facebook: Alberto Sandoval X (Twitter): @AlSandoval Instatram: @AlbertoSandovalF TikTok: @AlbertoSandovalF





                                    
        
        

