Arriba se habla de fiesta. Abajo se habla de duelo. Arriba se anuncian logros. Abajo se cuentan muertos. Arriba se convoca a celebrar. Abajo se pregunta: ¿Qué vamos a festejar, Presidenta?
Los agravios que no se borran
¿Vamos a festejar los casi 200,000 asesinatos ocurridos desde que Morena tomó el poder en 2018, más que en cualquier otro sexenio?
¿Vamos a festejar los más de 57,000 desaparecidos que se sumaron en estos años, mientras las madres buscadoras se convierten en el verdadero rostro de México?
¿Vamos a festejar las 2,800 fosas clandestinas halladas en este sexenio, con miles de cuerpos sin identificar?
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¿Vamos a festejar el huachicol que nunca desapareció, convertido en negocio de sangre y corrupción?
¿Vamos a festejar el cobro de piso y las extorsiones, que someten a comerciantes, campesinos y familias enteras bajo el yugo del crimen organizado?
¿Vamos a festejar los asesinatos políticos, como el de Carlos Manzo, ejecutado frente a sus hijos, recordándonos que la democracia sigue manchada de sangre?
La salud abandonada
¿Vamos a festejar la cancelación del Seguro Popular, que dejó a millones de mexicanos sin acceso a atención médica básica?
¿Vamos a festejar que los hospitales públicos se convirtieron en salas de espera interminables, donde la vida se mide en recetas no surtidas y tratamientos que nunca llegan?
¿Vamos a festejar que los niños con cáncer siguen esperando medicinas que el Estado prometió y nunca entregó?
La deuda que hipoteca el futuro
¿Vamos a festejar el incremento de la deuda pública, que pasó de 10.4 billones de pesos en 2018 a casi 18 billones en 2025?
¿Vamos a festejar que el futuro de generaciones enteras fue hipotecado con sobrecostos, contratos inflados y corrupción disfrazada de “transformación”?
Los megaproyectos del fracaso
¿Vamos a festejar que para construir el Tren Maya se destruyó la selva, que el costo inicial de 150 mil millones terminó convertido en más de 550 mil millones de pesos, y que aún necesita subsidios millonarios para funcionar?
¿Vamos a festejar que la Refinería Dos Bocas pasó de 8,900 millones de dólares a más de 21 mil millones, duplicando su costo y operando a medias?
¿Vamos a festejar que el AIFA costó 89 mil millones, pero que la cancelación del NAIM sumó otros 146 mil millones, para un total de 235 mil millones de pesos, y que aún depende de subsidios para sobrevivir?
¿Vamos a festejar la cancelación de más de 20 programas de apoyo al campo, dejando a campesinos y pequeños productores en el abandono, mientras el presupuesto agrícola se redujo a la mitad?
Los pueblos traicionados
¿Vamos a festejar el incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, firmados hace casi treinta años, que prometían derechos y cultura para los pueblos indígenas, pero que hoy siguen esperando justicia, autonomía y respeto?
¿Vamos a festejar que la militarización del país se disfraza de seguridad, mientras los cuarteles se convierten en gobiernos paralelos?
¿Vamos a festejar la corrupción de los contratos públicos, entregados a empresas ligadas a funcionarios y a sociedades sospechosas señaladas incluso por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos?
La riqueza obscena
¿Vamos a festejar que los bancos mexicanos han incrementado sus ganancias históricas gracias al ahorro de los mexicanos, mientras millones de familias apenas sobreviven con salarios mínimos?
¿Vamos a festejar que las diez familias más ricas de México han multiplicado sus utilidades en más de 50 mil millones de dólares en estos años, mientras el pueblo enfrenta inflación, hambre y abandono?
¿Vamos a festejar que la desigualdad se profundiza, que la riqueza se concentra en unos pocos, mientras abajo se reparten migajas disfrazadas de programas sociales?
Las cifras de guerra en tiempo de paz
¿Vamos a festejar que en siete años de Morena murieron asesinados y desaparecidos más de 257,000 mexicanos, es decir, 5.5 veces más que los soldados norteamericanos muertos en Vietnam?
¿Vamos a festejar que son más que los muertos inmediatos por las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki?
¿Vamos a festejar que en “tiempo de paz” México acumula cifras comparables a la guerra de Ucrania, donde en tres años han muerto entre 500,000 y 600,000 personas?
¿Vamos a festejar que nuestra tragedia nacional se mide ya en proporciones de guerra mundial, mientras arriba se habla de fiesta y abajo se cuentan muertos?
La memoria no se borra
La memoria no se borra con discursos.
La memoria no se borra con fiestas.
La esperanza no se celebra: se defiende.
Y hoy, lo que se defiende es la vida, la dignidad, la justicia que aún no llega.
Por eso preguntamos, con la voz de los que no callan, con la voz de los que buscan, con la voz de los que resisten:
¿Qué vamos a festejar, Presidenta?
El autor es presidente del Centro de Estudios y Proyectos para la Frontera Norte “Ing. Heberto Castillo Martínez” A.C.
Correo electrónico: [email protected]







