Morelia, Michoacán.- En búsqueda de sensibilizar sobre temas como la violencia de género y los matrimonios infantiles forzados en las comunidades indígenas, el nuevo drama cinematográfico de Rigoberto Perezcano, “Los amantes se despiden con la mirada”, muestra la complejidad de la situación y el contexto, a partir de una historia de amor.
Producida por la tijuanense Cristina Velasco (Paloma Negra Films), la cinta filmada en blanco y negro, con intervenciones en voz off en la narrativa, y tintes de realismo mágico, se proyectó en el marco de la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), y llegará a la pantalla del Festival de Cine de Tijuana (FCTJ) a efectuarse del 6 al 9 de noviembre.
“Utilizar una voz en off era muy importante, más cuando hablo de fantasmas, de los afectos, y de la historia de vida de mi personaje femenino, el amor que sentía por su enamorado, la relación que tiene con sus padres, y sobre todo para mostrarla como ese personaje que, para mí, en su escritura y realización, estaba adelantada a su comunidad, donde la violencia pasiva y activa sucede todo el tiempo”, precisó Perezcano, quien aborda la crudeza desde la poesía, y se le vincula a Tijuana desde su filme “Norteado”.
Relatada en cinco capítulos, “Los amantes se despiden con la mirada” sigue la historia de Elida, una joven de 16 años, quien es forzada, por usos y costumbres, a un matrimonio arreglado con un hombre mayor, pero ésta, enamorada de un joven huérfano de su edad, no piensa continuar con las viejas usanzas.
“En esta película no hay buenos ni malos. ‘Los amantes se despiden con la mirada’ nos permite conectar tan profundamente con cada personaje, sin victimizarlo. Son seres atrapados en sus circunstancias y en su karma; y creo que eso mismo nos permite tener una percepción más fiel de la gravedad del problema. Nadie se quiere hacer daño, sin embargo, es difícil cortar con la inercia del pasado, la educación, las circunstancias, los dolores”.
“El filme es un retrato de qué sucede cuando esas inercias colapsan en una tragedia”, agregó el realizador, quien está en contra de categorizar este tipo de matrimonios infantiles forzados como ‘usos y costumbres’, “cuando se están violando los derechos de niñas y niños. No puedo concebir una tradición de casar por arreglo a una menor de edad con un hombre de 40 años; me parece una chingadera que las cambien por un chivo y cartones de cerveza”.
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Con guiños de comedia, y humanidad a pesar de la bestialidad de lo que acontece, la película cuestiona, conflictúa, y es un reto artístico para el cineasta oaxaqueño, quien plantea proyectar el filme en comunidades originarias, pues “es la necesidad natural de la película que la vean niñas, niños, hombres mayores, mujeres mayores, esperando que se vean reflejados y tomen conciencia. Me es jodido pensar que vivimos en un país donde esto es real, que tus padres te estén vendiendo; y no sólo en las comunidades, también en la ciudad, con otros matices, y violencias ejercidas”, apuntó.





                                    
        
        

