El Instituto Nacional de Estadística y Geografía confirmó, el viernes 21 de noviembre de 2025, que la economía mexicana registró una caída de 0.3 por ciento durante el tercer trimestre del mismo año, tanto en su comparación trimestral como anual, validando así la estimación preliminar divulgada a finales de octubre. Esta contracción, la primera desde el primer trimestre de 2021, interrumpe una racha de 17 trimestres consecutivos de crecimiento y evidencia el debilitamiento de la segunda economía más grande de América Latina.
El retroceso económico estuvo impulsado principalmente por el desempeño del sector industrial. Las actividades secundarias, que incluyen manufacturas, minería y construcción, cayeron 1.5 por ciento en el periodo julio-septiembre respecto al trimestre anterior, sin cambios frente al dato anticipado. En la comparación anual, este sector mostró una contracción de 2.7 por ciento, marcando el cuarto descenso consecutivo.
La minería acumuló una contracción anual de 8.45 por ciento, mientras la construcción reportó una caída de 2.7 por ciento. Las manufacturas, por su parte, registraron un crecimiento prácticamente nulo de 0.01 por ciento. La producción industrial en su conjunto ha mostrado retrocesos sostenidos: en septiembre cayó 2.4 por ciento anual, en agosto 3.6 por ciento y en julio 2.7 por ciento.
El sector primario, conformado por actividades agropecuarias, pesqueras y ganaderas, fue el único que mostró dinamismo positivo. Creció 3.5 por ciento en el tercer trimestre, cifra superior al 3.2 por ciento estimado preliminarmente. Por su parte, las actividades terciarias, que abarcan comercio y servicios y representan casi dos terceras partes del Producto Interno Bruto, avanzaron apenas 0.2 por ciento, también mejorando el 0.1 por ciento previsto inicialmente.
Diversos factores explican este deterioro económico. Especialistas señalan la conclusión de obras de infraestructura pública de la administración anterior, la incertidumbre generada por el contexto arancelario internacional, la consolidación fiscal que reduce el gasto público, la desaceleración en Estados Unidos que afecta las exportaciones manufactureras y la debilidad en la inversión y el consumo interno.
La economía mexicana también mostró estancamiento en octubre, según el Indicador Oportuno de la Actividad Económica. El sector industrial se contrajo 2.1 por ciento anual en ese mes, mientras los servicios avanzaron solo 0.9 por ciento, insuficiente para compensar la caída industrial.
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Con estos resultados, los analistas del mercado apuntan a un crecimiento económico para 2025 por debajo de 1 por ciento. La encuesta de expectativas de Citi México proyecta un crecimiento de 0.5 por ciento para este año y 1.4 por ciento para 2026. La Secretaría de Hacienda redujo en septiembre su perspectiva de crecimiento para ubicarla en un rango de 0.5 a 1.5 por ciento, mientras el Banco de México estima 0.6 por ciento.
Algunos especialistas advierten que si el estancamiento persiste en noviembre y diciembre, el cuarto trimestre podría mostrar una contracción cercana a 0.1 por ciento, confirmando una recesión técnica. La economista Gabriela Siller, de Banco Base, señaló que de continuar esta tendencia, el crecimiento de 2025 sería el más bajo desde 2020, cuando la economía se contrajo 8.6 por ciento debido a la pandemia.
Para 2026, el Gobierno Federal proyecta un crecimiento de 2.3 por ciento en los Criterios Generales de Política Económica, cifra que los analistas privados consideran optimista dado el entorno de incertidumbre por la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, las reformas constitucionales recientes y la política monetaria restrictiva.
El consumo privado, uno de los principales motores de la economía, mostró señales mixtas. En agosto creció 0.6 por ciento mensual y 0.9 por ciento anual, pero analistas anticipan que continuará perdiendo terreno ante la ralentización de la masa salarial real y el deterioro de la confianza de los hogares.
En contraste, la inversión extranjera directa acumulada entre enero y septiembre alcanzó 41 mil millones de dólares, impulsada por el fenómeno del nearshoring, aunque especialistas advierten que la baja inversión doméstica continúa frenando la creación de empleo formal.







