El Ecoparque del Colegio de la Frontera Norte (COLEF), ubicado en la colonia Jardines del Pedregal, conmemoró este 24 de octubre su 32 aniversario, un proyecto que, iniciado en 1982 como planta de tratamiento de aguas, que evolucionó en un espacio para la educación ambiental y la conservación de la flora y fauna de Tijuana.
El Dr. Víctor Alejandro Espinoza Valle, presidente del COLEF, comentó con ZETA después de la ceremonia que el proyecto inicialmente se ubicó en el lado estadounidense del muro fronterizo.
“Inició en los años 80, como un proyecto para el tratamiento exclusivo de aguas. Luego, logramos la donación de este terreno. Estaba cerca de la vía internacional, en el camino hacia la playa, porque empezó con un módulo en Estados Unidos. En 1992 comenzamos los trabajos para establecernos en la rampa de Buenavista”.
También, Espinoza Valle destacó que los principales desafíos que actualmente enfrenta el ecoparque son el presupuesto y el mantenimiento.

“La falta de recursos, sobre todo en ciertas temporadas, y el agua que proviene de las colonias cercanas, son problemas constantes. En Tijuana, debido a la hidrografía de la ciudad, que está llena de cerros, se desprende mucha tierra que termina obstruyendo las entradas de aguas residuales. Esto obliga a reemplazar rápidamente los sistemas. A veces también recibimos desechos de fábricas o químicos que la gente tira. Y, de repente, algunos gobiernos no entienden la importancia de un espacio como este, que no solo transforma el agua en agua de riego, sino que también realiza tareas de educación ambiental, implementa programas y mantiene una vinculación con la comunidad, especialmente con estudiantes de educación media y profesional”, detalló el presidente del COLEF.
Actualmente, el parque ocupa una superficie de 6.1 hectáreas y alberga alrededor de cinco programas ambientales, incluyendo un jardín botánico, vivero, agricultura urbana, educación ambiental, composta, una planta de tratamiento de aguas residuales y paneles solares.
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El parque cuenta con más de 1,600 plantas, de las cuales el 34% son especies nativas de Baja California. Además, funciona como un punto de paso para aves en peligro de extinción, reconocidas en la NOM-059, como la aguililla cola roja y el gavilán de Cooper, de acuerdo con el Dr. Juan Manuel Rodríguez Estévez, director del Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente del colegio.

Rodríguez Estévez, explicó que la planta tratadora de agua no utiliza energía eléctrica y mantiene un equilibrio ecológico en las instalaciones.
“Esta planta produce 15,963 m³ de agua anualmente, de los cuales solo utilizamos el 51%. La mitad del agua tratada se destina a riego. La planta no usa energía eléctrica, ya que, debido a las condiciones del terreno en pendiente, el proceso de depuración se realiza de forma natural. Tampoco utilizamos productos químicos para mantener las plantas”, agregó el director.

El Gobierno del Estado de Baja California establece que Tijuana debería contar con al menos 0.8 metros cuadrados de áreas verdes por cada habitante. Sin embargo, Carmelo Zavala Álvarez, fundador y director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental México A.C. (CIGA), quien recibió un reconocimiento durante la ceremonia , destacó que esta meta no se está cumpliendo.
“La Organización Mundial de la Salud recomienda entre 9 y 16 m² por habitante, y creo que ni siquiera hemos alcanzado el 1 m² por persona. El censo es difícil de realizar porque muchas áreas verdes se secan después de ser plantadas. Es común que se creen espacios verdes que no cuentan con riego y se convierten en zonas secas. El agua también es uno de los principales retos en Tijuana”, puntualizó Zavala Álvarez.
Durante la ceremonia, los organizadores destacaron el enfoque de accesibilidad para estudiantes, personas en contexto de movilidad y organizaciones civiles. (Dayana Ayala)








