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lunes, septiembre 22, 2025
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Que respeten lo más sagrado

Lo que hacen y seguirán haciendo los orgullosos de su ideología (algunos, no todos). Hace días, en el templo de San Pedro, en Roma, entraron con una cruz de colores emblemáticos que usan, y más, al parecer con autorización de altos jerarcas de la Iglesia. Qué mal, estamos de mal en peor.

Habría que preguntarle a Nuestro Señor Jesucristo qué opina al respecto. Porque preguntarle a los jerarcas de la Iglesia veo que no les importa, ya que debieron a nivel nacional alzar la voz por tal maldad cometida, o tal vez con lo acontecido en Roma les pareció “normal”. ¡Qué mal! Estamos de mal en peor.

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Pero lo que me obliga a no quedarme callado es lo que acaban de hacer en el teatro de Guanajuato. Un dizque estudiante se metió con lo más sagrado que tenemos, Nuestro Señor Jesucristo; no voy a detallar las formas porque no publicito lo malo. Dizque son formas representativas del “arte”. ¿Por qué no lo hizo con su padre biológico? Aunque en realidad el padre biológico no tiene culpa alguna. Si esto lo hubieran hecho en tiempos de la Cristiada, de seguro les hubieran quemado ese mal teatro. Que respeten, y más aún, lo sagrado. Con Dios no cometan sacrilegios, profanaciones, blasfemias, y más… Cuando lleguen con el Juez Supremo, los juzgará severamente, y no estén creyendo que es un juez terrenal quien los juzgará.

En Ensenada no se quedan atrás. En años aproximados de 2017 en el CEARTE, en una obra de “teatro” hicieron algo parecido con la Santísima Virgen. No me explico por qué las mujeres con el poder que tienen y que mayorías ostentan en los gobiernos, no protestan enérgicamente en contra de una “estatua” enorme de altura que tienen en la explanada de ese CEARTE, y hagan que la derriben inmediatamente, que para mi parecer degrada completamente a ese ser que es la mujer, porque no hay ser humano que no descienda de una mujer. Dicha estatua no tiene cabeza, brazos, pies, pero lo que sí tiene es un enorme busto medio desnudo.  Qué mal ejemplo para la niñez con ese mensaje ¿indirecto o directo?, que se le da a la niñez al acudir a ese lugar, que a la mujer sólo le vean el cuerpo con morbo, y luego dicen: ¿por qué tantas violaciones? En tiempos de los cristeros, esa estatua ya la hubieran derribado.

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¡Qué mal estamos!, de mal en peor. Un mundo podrido que tenemos, que se está cayendo en pedazos y no lo queremos ver, en especial México, el país, ya que aquí vivimos; analizándolo se ha venido descomponiendo desde los años 1968-1969, cuando fue el “concilio” Vaticano II, en que realizaron cambios drásticos paulatinos para que no protestaran dentro de la Iglesia (es el componente de feligreses) y templos. Permitieron cambios paulatinos, desde cambiar la celebración de la Misa para darle la espalda a Dios, permitir que cualquiera pise el presbíterio, inclusive en algunos templos utilicen el presbíterio de plataforma “artística” de cantantes con mariachi, con banda, con lo que sea, y los aplaudidores de ellos, los asistentes, porque ahí ya no son feligreses, son espectadores. En tiempos de los cristeros no lo hubieran permitido; hubieran corrido a esos “artistas”. Parecido como cuando nuestro Señor Jesucristo corrió a los mercaderes del templo.

Antes del año 1968, México era el país con mayor número de católicos en proporción de habitantes; hoy somos minoría de católicos. Estamos de mal en peor.

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Aquí en Ensenada proliferan sectas por todos lados. En una reunión en el templo de San José Obrero le referí eso a fray José Feliciano, y me contestó: preferible que vengan pocos, pero con devoción. Le dije: entonces no les interesa rescatar y evitar esto. Qué lástima que sea así.

En años 1920, la Cristiada, que inició en los Altos de Jalisco, San Juan de Los lagos, se extendió a Zacatecas, Michoacán, Guanajuato y estados circunvecinos.

Qué dirán los santos mártires de la Cristiada, humildes que dieron su vida por Cristo: Pedro Esqueda, Toribio Romo, el niño ejemplo de juventudes actuales y de siempre, San José Sánchez del Río, y tantos otros mártires santos.

Si queremos que un milagro de Dios cambie el rumbo del país, los jerarcas de la Iglesia tienen todo el poder otorgado por Dios (al que juraron fidelidad) de hacer respetar los templos, de seguir la doctrina dejada por nuestro Señor Jesucristo, y unificarnos en oración para recomponer todo esto.

En 1810 fue la Revolución de la Independencia, en 1910 la Revolución, y en 1969 empezó la descomposición social del mundo que hoy tenemos, y cada vez estamos de mal en peor.

 

Atentamente,

José de Jesús Márquez Pérez

Ensenada, B.C.

Correo: [email protected]

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Redacción Zeta
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