Definitivamente podemos sentirnos muy felices de haber perdido las oportunidades históricas de ganar mucho dinero, de atraer turismo en muchos sentidos. Podemos estar orgullosos de nuestra habilidad de lastimar, incomodar, robar, asaltar, extorsionar, perjudicar, maltratar a los que nos visitan:
1.- La primera gran oportunidad que se dio fue cuando desarrollamos el licor durante la ley seca. Simplemente se acabó el negocio porque se acabó la ley.
2.- La segunda, cuando hicimos el casino de Agua Caliente, fuente increíble de recursos y de promoción que hizo posible lo imposible. ¡Pudimos ser Las Vegas! Y simplemente, por puritanismos absurdos, no se dio y el casino se cerró.
3.- Tercero, cuando la sociedad americana que tenía mentalidad “wasp” (mentalidad anglosajona protestante blanca), demandaba matrimonios, divorcios y espectáculos en aquella época considerados impúdicos. A quien intentaba proveer de estos servicios se les acosó legalmente y simplemente se acabaron, siendo muy exitosos en San Diego y Las Vegas, respondiendo esta demanda de mercado.
4.- Durante mucho tiempo el turista americano buscaba vajillas de plata y con descaro les vendimos productos de alpaca que eventualmente eran descubiertos por los enojados compradores.
5.- Las bolsas “fake” de Gucci y demás marcas fueron vendidas con alegría por los proveedores de falsificaciones de las tiendas de la Avenida Revolución. Poco a poco el consumidor americano se fue alejando y cuando vino la pandemia por el Covid-19, las tiendas de curiosidades en la Revu sufrieron enormes pérdidas.
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6.- Prácticamente se ha cambiado la vocación de la Avenida Revolución, convirtiéndola en una excelente y necesaria verbena popular, pero que por su propia circunstancia y oferta rechaza al turismo americano.
7.- Es más difícil cruzar la frontera de San Diego a Tijuana que la de Tijuana a San Diego, pues tres distintos grupos de policías y soldados se han convertido en retenes que impiden un cruce rápido y de paso alguna corrupción hace osco el acercamiento de personal militar no preparado con la diplomacia requerida para recibir extranjeros. Además, la lentitud de entrada a México se vuelve en un obstáculo que inhibe al turista que espera facilidades de cruce y no colas de hasta tres horas.
8.- En el Valle de Guadalupe, se consideraron precios de hoteles cuyas instalaciones no corresponden a lo cobrado. Si el turista trae placas americanas y atraviesa la carretera a Ensenada probablemente va a ser detenido por un policía que lo va a intimidar diciéndole que ha cometido x, y, z delitos y que lo tiene que llevar físicamente a la comandancia, lo que hace que el aterrorizado turista le pague al depredador policía (buitre) “coima” o mordida y que se regrese a su país con ganas de nunca más regresar a Ensenada y al Valle y propagar la experiencia a todos sus amigos.
9.- Para acabar con nuestro turismo hemos recibido una ayuda inusual de parte del presidente Trump, que con la detención inhumana e indiscriminada de inmigrantes ha generado un miedo-pánico de nuestros connacionales que viven allá y que no se atreven a cruzar donde hay autoridades americanas so pena de ser capturados y enviados a sus países de origen o a la horripilante presión de los cocodrilos.
10.- La falta de nomenclatura para orientarse en nuestra ciudad, aunada a un tráfico agobiante y salpicado por baches, policías y choferes “cafres”, hacen imposible deambular cruzando la ciudad para visitar lugares turísticos.
Esto y algo más hacemos con enorme entusiasmo para desalentar a nuestros visitantes. Lo estamos haciendo ¡muy bien! ¡Felicidades, lograremos extirpar el turismo de Tijuana!
José Galicot es empresario radicado en Tijuana.
Correo: [email protected]