El sábado 10 de agosto, la familia Cetto celebró en Valle de Guadalupe su tradicional “Fiesta de Colores”. Y en el contexto mexicano, donde el catolicismo juega un rol relevante, las celebraciones iniciarían poco antes de la 1 p.m. con una misa en el patio de las instalaciones de L.A. Cetto, con una escultura de la Virgen de Guadalupe de fondo y bajo una carpa blanca que cobijó a todos los asistentes en lo que son 97 años de hacer vino, pero proyectados a pasar a la historia por más de 100 años, donde no sólo el vino es el protagonista, sino el esfuerzo de una familia por el sabor y calidad.
“Es agradecer, de celebrar una vendimia más para la familia Cetto, para la Vinícola Cetto y para todos nosotros”, recalcó el Obispo de Ensenada, Rafael Valdéz Torres, durante la omilía que fungió no sólo como agradecimiento, sino como un recordatorio de que “debe haber un compromiso social, una actitud inteligente de aprovechar los bienes para sí y de saber compartirlos y ayudar a quien lo necesite, practicar las obras de misericordia, dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, ayudar al enfermo, Es una distribución que nace del corazón, y que no se debe temer a este cambio de mentalidad si se quiere verdaderamente formar un tesoro en el cielo y no únicamente en la tierra”.
La inauguración religiosa continuó con la bendición de la primera molienda, momento inédito para muchos de los asistentes, y donde L.A. Cetto ha sido pionero de un festejo donde combina agradecimiento y entretenimiento, así como su posicionamiento como la gran casa vinícola no sólo de Baja California o México, sino con presencia internacional,
produciendo 15 millones de botellas al año y con 1005 medallas históricas, augurando que los 100 años vengan cargados de frutos y experiencias para todos los amantes del vino. (Andrea López González)